La actividad física y el deporte como herramientas en la prevención del cáncer de ovario en mujeres

08/05/2023 - 11:00

Diversos estudios han señalado que el ejercicio regular puede tener un impacto positivo en la reducción del riesgo de desarrollar cáncer de ovario, así como de otros tipos de cáncer en las mujeres.

Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el cáncer de ovario es el octavo más común en mujeres a nivel mundial y es una de las principales causas de muerte por cáncer ginecológico. Este tipo de enfermedad suele ser difícil de detectar en sus etapas iniciales, hecho que complica el diagnóstico y el tratamiento, y por lo tanto, es de vital importancia prevenirlo.

Investigadoras e investigadores han estudiado el efecto de la actividad física en la prevención del cáncer de ovario durante años, y sus conclusiones son alentadoras. Un estudio publicado en el “British Journal of Cancer” encontró que las mujeres que realizaban actividad física moderada o intensa durante al menos 150 minutos a la semana tenían un riesgo significativamente menor de desarrollar cáncer de ovario en comparación con las mujeres sedentarias.

Además, hacer ejercicio de forma habitual ayuda a mantener un peso saludable y regula algunas hormonas que contribuyen al desarrollo del cáncer y favorece la salud del sistema inmunitario. Sin embargo, mientras se realiza, no se pasa tiempo sentado y sentada, algo que aumenta la probabilidad de desarrollar diversos tipos de cáncer, de entre otras patologías.

Asimismo, un estudio de la Universidad de Tel Aviv descubrió que el ejercicio físico intenso podría actuar como “escudo protector” contra el cáncer metastático. Los expertos y las expertas combinaron datos de un estudio epidemiológico que monitorizó cerca de 3.000 personas sanas durante dos décadas con datos de un modelo animal (ratones) entrenados bajo un régimen de ejercicio estricto. Los resultados fueron coincidentes: los y las participantes que realizaban actividad aeróbica de alta intensidad regularmente, como correr, ir en bicicleta o andar por terrenos inclinados, tenían un 70% menos probabilidades de desarrollar cáncer metastático que aquellos y aquellas que no realizaban ejercicio físico.

El estudio observó que la intensidad del ejercicio aumentaba el número de receptores de glucosa en los órganos internos de los animales y humanos, haciendo que los órganos incrementaran la ingesta de glucosa y se conviertan en máquinas efectivas de consumo de energía. Eso implicaría una competencia mayor por la glucosa entre los órganos y las células cancerígenas, reduciendo la disponibilidad de energía para la metástasis.

Aunque esta investigación aporta datos relevantes sobre la prevención del cáncer mediante el ejercicio, los investigadores y las investigadoras advierten que el ejercicio físico no tiene que ser considerado un sustituto de los tratamientos médicos actuales, sino un complemento que mejora la salud y la calidad de vida de los y las pacientes.