Recorrer hacia arriba la carretera de Sarrià a Vallvidrera descubre poco a poco una vista espectacular de Barcelona desde arriba. En una noche de verano, la puesta de sol lo acaba de mejorar con colores pintorescos. Si se sigue avanzando, y después de unas cuantas curvas, ya en el corazón de Collserola, aparece la Masía de Can Calopa y sus viñas y olivos. Es en medio de este verde de campos y bosques donde los Diálogos en la era de Can Calopa permiten ver la ciudad realmente con perspectiva, reflexionar sobre su modelo alimentario y realzar el valor social y transformador del trabajo en el campo.
Es el jueves, 29 de junio, y se celebra la primera jornada de este ciclo que este año llega a su tercera edición. Pocos minutos antes de las siete de la noche, una cincuentena de personas van cruzando la puerta de la finca que se abre al patio donde se han dispuesto mesas, sillas y micrófonos. Con una copa del vino “Vinyes trobades”, elaborado por la cooperativa L’Olivera, escuchamos lo que se explica sobre este proyecto que, junto con el Espacio Consumo Responsable, el Plan estratégico metropolitano de Barcelona (PEMB), la Oficina Compartida de la Alimentación Sostenible y Alimentamos Collserola, es quien organiza el encuentro que hoy se centrará en proyectos de artesanía alimentaria e inclusión social. De hecho, es un embajador ejemplar, ya que hace más de cuarenta años que favorece la promoción personal y de integración social de personas con discapacidad a través de espacios asistenciales, terapéuticos, educativos y laborales con la agricultura.
Artesanía alimentaria e inclusión social
“Queremos que la agricultura social se entienda como un sector multidisciplinar más allá de la producción de alimentos”. Con esta declaración de intenciones, Martí Monfort, miembro de L’Olivera, contextualiza e introduce la conversación que está a punto de empezar. Los ponentes son Jorge Medina, de Cuina Justa (Fundación Cassià Just); Dolors Clotas, de Conreu Sereny; y Albert Moreno, de es im-perfect (Fundación Espigoladors).
Todos los proyectos agroalimentarios hoy presentes conjugan la promoción personal, la autonomía y la integración sociolaboral de personas en situación de vulnerabilidad con la elaboración de productos de origen y de calidad. Esta idiosincrasia centra el debate de hoy: ¿cómo poder ser competitivos en el mercado a la vez que se mantiene el objetivo social?
El ejemplo de es im-perfect
El primero en responder es Albert Moreno para explicar es im-perfect. Esta iniciativa de la Fundación Espigoladors vincula objetivos de sostenibilidad ambiental con el aprovechamiento de frutas y verduras de proximidad descartadas del circuito comercial por ser imperfectas para hacer patés vegetales, mermeladas y salsas con frutas, con la inserción sociolaboral de personas en situación de exclusión social. “Procuramos ser competitivos sencillamente ofreciendo productos de calidad, pero es evidente que no tenemos los recursos de las grandes empresas para llegar a todas partes. Eso hace que tengamos que distinguirnos del resto a través de explicar cómo hacemos las cosas y trabajar en red con los círculos de la economía social y solidaria, pero el reto es llegar a las personas que no forman parte de este circuito”, explica Moreno.
Conreu Sereny, respeto social y medioambiental
Por su parte, Dolors Clotas, de Conreu Sereny, expone que el respeto hacia el entorno social y medioambiental es irrenunciable en la actividad de esta cooperativa agroecológica que desde el 2010 cultiva tierras que hasta entonces estaban en desuso al lado del Monasterio de Sant Jeroni de la Murtra y en la Masía Coll del barrio de Canyet de Badalona, en el parque natural de la Serralada de Marina. “Todos venimos del campo”, apunta, para argumentar que “hace falta más implicación por parte de la Administración para facilitar y agilizar la tarea de proyectos agroecológicos que al mismo tiempo promueven el consumo de proximidad que la revolución verde se ha cargado a lo largo de los años”.
Cuina Justa, una clientela comprometida
En este sentido, Cuina Justa puede explicar que cuenta con una clientela fiel que entiende y acepta el precio que paga por sus productos. Desde hace veintisiete años, esta iniciativa de la Fundación Cassià Just elabora productos alimenticios procedentes del huerto de Cal Tudela, en el Parque Agrario del Baix Llobregat, y presta servicio de catering ofreciendo oportunidades laborales a personas con discapacidad. “Si bien es cierto que podemos tener algunas carencias en la eficiencia de la productividad, la inserción sociolaboral es esencial en nuestro proyecto y esta visión es compartida por muchas personas que empatizan con lo que hacemos y apuestan por nosotros precisamente por ese motivo. De todos modos, la calidad del producto es indispensable para mantenerlos a lo largo de los años”, explica Jorge Medina.
La inclusión social como valor de consumo
La conversación se alarga hasta que el sol ya prácticamente se ha puesto del todo y se encienden las farolas del patio de la era. Entonces, se abre un espacio para las intervenciones de quienes, hasta ahora, han escuchado los proyectos invitados. “Ya sabemos que tenemos que comer de forma saludable y sostenible con el planeta, pero debemos tener más conciencia y apostar por los proyectos que promueven la inclusión social, como valor de consumo en sí mismo, además de seguir trabajando contra el desperdicio y conseguir el derecho a la alimentación saludable para todo el mundo”, una reflexión de Medina que resume la esencia del encuentro de hoy.
Próxima cita el 13 de julio
“Activismo, campo y comunidad” es el título del segundo debate que se celebrará el 13 de julio para explicar la autoorganización vecinal del área metropolitana de Barcelona que impulsa alternativas de producción y consumo ante el modelo alimentario predominante hoy irrespetuoso con el planeta y las personas. Keras Buti, Ruralitzem y Can Pujades serán los proyectos invitados que podrás conocer en otra noche de verano justo en medio de Collserola.