La alimentación saludable que crea comunidad

03/03/2021 - 14:41 h

Acción comunitaria. El programa Cistelles del Plan de barrios del Ayuntamiento de Barcelona potencia las redes comunitarias en la Zona Nord, las Roquetes y la Trinitat Nova en torno a los buenos hábitos alimentarios

“Nunca en mi vida había comido tanta fruta y verdura”. Son palabras de Adela Mirete, vecina de la Trinitat Nova y una de las participantes en el llamado programa Cistelles, en el barrio de la Trinitat Nova. Se trata de un proyecto de alimentación saludable que se impulsó en julio del 2020 en el marco del Plan de barrios del Ayuntamiento de Barcelona en la Zona Nord, las Roquetes y la Trinitat Nova. Gracias a este programa comunitario, una cincuentena de familias pueden recibir semanalmente una cesta con frutas y verduras frescas, ecológicas y de kilómetro cero y, al mismo tiempo, trabajar aspectos relacionados con la alimentación saludable.

Para Adela, la cesta ha sido una “salvación” en un momento de necesidad. “Mi marido perdió el trabajo de conductor de autocares turísticos con la llegada de la pandemia y estuvo cuatro meses en ERTE sin cobrar, y yo estoy de baja por una discapacidad. En casa somos seis bocas que alimentar, porque vivimos con mi madre, mi hija y mis dos nietos.

Por lo tanto, poder tener productos frescos cada semana, además de yogures y leche, hace que nos ahorremos 30 o 40 euros que realmente son muy necesarios”, afirma.

“El hecho de que en el programa participen familias de varias nacionalidades enriquece al grupo”.

Diversidad culinaria

Además del ahorro económico, cada barrio tiene un grupo de WhatsApp en que cada uno comparte sus conocimientos culinarios. “Somos todas y todos grandes aficionados a la cocina y nos pasamos recetas diferentes; tengo el móvil lleno. El otro día cada familia enviaba fotos y consejos sobre cómo preparar la coliflor de mil maneras: hervida, gratinada, en tortilla de patatas… Aprendes mucho”, reconoce Adela. Una de las participantes en Cistelles en las Roquetes, Elisabet Casadó, destaca que el hecho de que en el programa participen familias de varias nacionalidades enriquece al grupo. “Es muy interesante conocer que en otros países, por ejemplo, se cocina el boniato estofado o hay otras tradiciones culinarias”, apunta la vecina, que forma parte también de la red de apoyo mutuo del barrio.

En un inicio, el programa preveía hacer talleres de cocina en los que poder compartir recetas, pero la COVID-19 obligó a cambiar el formato. “En lugar de eso, solo nos podemos encontrar en pequeños grupos de máximo seis personas para entregar la cesta, y después enviamos por WhatsApp recetas para cocinar los productos que han tocado esa semana y damos orientaciones para hacerlo de manera más saludable”, detalla Sara Alcalá, responsable técnica del proyecto en las Roquetes y la Trinitat Nova. Alcalá explica que en cada sesión trabajan también temas culturales ligados a la cocina. “Por ejemplo, cuando fue la castañada, Navidad o carnaval, la cesta llevaba productos frescos con recetas típicas de estas celebraciones. Pero también compartimos diferentes recetas ligadas a varias tradiciones o culturas, porque participan familias árabes, gitanas, latinoamericanas… Cada uno tiene su forma de cocinar”, añade.

El programa Cistelles fomenta también los hábitos que se promocionan desde el año de la capital mundial de la alimentación sostenible de Barcelona

Valores para una buena alimentación

El programa Cistelles fomenta también los hábitos para una alimentación saludable, un objetivo que se promociona también desde el año de la capital mundial de la alimentación sostenible de Barcelona. “A raíz de las diferentes recetas y consejos para cocinar más sano, nos hemos dado cuenta de que se tiene que equilibrar la dieta familiar y me fijo más, por ejemplo, en cómo están hechos los menús escolares de mi hija. Te das cuenta de que, muchas veces, engordar o ponerse enfermo está relacionado con comer mal”, explica Adela. Elisabet destaca que ha aprendido a sacar partido a los productos de temporada. “Si nos acostumbramos a cocinar el producto fresco y de temporada, favorecemos también el consumo local y de proximidad”, señala.

En los grupos se comparten también ideas para reaprovechar la comida. “En eso, las familias nos pueden enseñar más a nosotros que nosotros a ellas. No malgastan nada, son expertas en cocina de recuperación”, explica Aina Mir, técnica responsable del grupo de la Zona Nord, formado por el grupo de mujeres del barrio Nido de Colibrís.

El programa Cistelles es, además, un espacio de encuentro que, para las familias, va más allá de la alimentación.

Una red también de apoyo emocional

Las familias que participan en el programa Cistelles en los tres barrios están en situación vulnerable, y han sido especialmente golpeadas por la crisis económica de la COVID-19. Sin embargo, la mayoría participan también como voluntarias en las redes de apoyo mutuo y de alimentos de su zona ayudando a otras familias. Por ejemplo, Elisabet Casadó recibe la cesta de frutas y verduras cada jueves en el centro de la Asociación de Vecinos y Vecinas de las Roquetes, pero después los viernes participa en la recogida de alimentos para la Red de Apoyo Mutuo. “Hay muchas familias necesitadas que no han podido entrar en el programa de Cistelles, y es importante que encontremos vías para ayudarlas”, apunta.

El programa Cistelles es, además, un espacio de encuentro que, para las familias, va más allá de la alimentación. “Nos hemos dado cuenta de que, aparte de una gran necesidad de alimentos, las familias quieren que se las escuche y sentirse a gusto”, explica Aina Mir. Elisabet reconoce que el grupo de alimentación saludable le ha aportado un apoyo emocional fundamental, sobre todo en los momentos más duros de la pandemia. Ha sido como una vía para desahogarse y generar vínculos solidarios. Más allá de recoger una cesta, nos hemos convertido en una pequeña familia”, dice.

Adela comparte la sensación de estar generando una red comunitaria más allá de las frutas y las verduras. “No solo hablamos de alimentación, sino que nos ayudamos con situaciones que tengamos con Servicios Sociales, para presentar documentación para ayudas, para cuidar a los niños de otra familia si lo necesitan… Proyectos como este nunca deberían terminar”, concluye.