La jornada “Repensemos el espacio público”, abierta a la ciudadanía, tenía el objetivo de ser un espacio de reencuentro presencial en el que compartir las reflexiones que suscita el futuro del espacio público, con la participación de tres entidades con implicación en el espacio público y la experiencia del doctor y profesor Francesc Muñoz, así como las intervenciones del público del Canòdrom.
La bienvenida a la sesión fue a cargo de Óscar Rebollo, director de Servicios de Acción Comunitaria del Ayuntamiento de Barcelona, quien destacó que “nos emociona volver a salir, recuperar la relación cara a cara y vernos, pese al momento que estamos viviendo”. En su introducción, Rebollo planteó la consideración del espacio público como un equipamiento más de la ciudad, con su función de motor de relación y proyectos comunitarios.
Acto seguido, el periodista del medio digital Crític Roger Palà moderó la mesa redonda con la participación de Xavier Riu, portavoz de Camí Amic, entidad que fomenta un uso de la calle justo y respetuoso con todo el mundo; Sergi Brió, de Xamfrà, espacio de encuentro de procesos de desarrollo artístico comunitario; Tiphaine Leurent, en representación de “#Baixa a la plaça”, iniciativa ciudadana que reivindica el potencial comunitario de las plazas; y Francesc Muñoz, doctor en Geografía y director del Observatorio de la Urbanización de la UAB.
Muñoz destacó el hecho de reencontrarnos precisamente en el Canòdrom, “ejemplo de paisajes ordinarios como patrimonio emergente de los barrios”. A la pregunta de si todavía es posible recuperar el espacio público, afirmó que “todavía podemos proponer ideas innovadoras y rompedoras” y que “tenemos la oportunidad de repensar el espacio público como auténtica infraestructura urbana”. Muñoz define el espacio público con tres conceptos: la densidad de procesos, la intensidad en que se producen y la promiscuidad; a la frase de Kevin Lynch “la ciudad es el lugar donde pasan cosas interesantes de manera espontánea”, Muñoz añade: “Y eso pasa porque la ciudad tiene espacio público”. Muñoz defiende, sobre todo, los usos públicos del espacio y es crítico con la actual deriva de la ciudad que nos lleva a un espacio urbano donde cada vez tenemos menos tiempo colectivo.
Tiphaine Leurent, representante del grupo de vecinas del Gòtic “Baixa a la plaça”, aportó a la jornada el ejemplo de cómo la ciudadanía se organiza y actúa: “Justo después del confinamiento nos encontramos con que podíamos vivir en la calle y empezamos a organizar meriendas una tarde a la semana en la plaza Reial”. Leurent destacó que a la iniciativa se sumaron otros e “hicimos vínculo entre todas las vecinas”. Sin embargo, Leurent criticó la situación actual: “Hace solo un mes estamos igual o peor, ahora hay más mesas que ocupan no solo los porches, sino un tercio del espacio de la plaza”, y también puso sobre la mesa la falta de consideración inclusiva y feminista de la ciudad.
Otro colectivo olvidado a la hora de pensar la ciudad, tal como apuntaba Xavier Riu, maestro jubilado y representante de Camí Amic, es el de los niños y niñas: “Hay que cambiar los usos del espacio público y tener presente la mirada del niño”, consideración especialmente compartida por Muñoz: “Los niños quedan excluidos del ADN del urbanismo”. Riu también destacó que “en L’Eixample nuestra guerra es con los coches, donde el espacio público se considera una infraestructura, pero vial”, y celebró las intervenciones actuales de urbanismo táctico para ganar espacio para la gente: “Si tú ganas el espacio, la gente se lo hace suyo”. A esta consideración también se sumó Muñoz: “¿Cómo proponemos un discurso sexi de la ciudad sin coches? Un primer paso son las supermanzanas”.
Sergi Brió, de la escuela y centro social Xamfrà en el barrio del Raval, también ofreció una respuesta rápida: “El rol de la cultura en el espacio público puede ser el encargo para hacer sexi la ciudad”. Brió destacó que Xamfrà defiende “una actuación no violenta” y que la percepción de seguridad es compleja: “No pongamos a mossos con metralleta para hacernos sentir más seguros en las calles; llenémoslas de actividades”. Iniciativa compartida por Riu, de Camí Amic, que con las actividades organizadas en el parque de Joan Miró consiguen alejar las actividades delictivas.
Brió destacó que desde Xamfrà “en lugar de dar la espalda a las dinámicas negativas que se producen en el barrio, damos una oportunidad a la gente y les ofrecemos talleres gratuitos de música teatrera”. La escuela ha creado una red de actividades culturales en el parque (parada por la pandemia) y quiere programarla de manera estable. Para eso, Brió asegura que el cambio necesita una voluntad política, un atrevimiento: “A veces, solo gracias a la voluntad personal de la persona técnica de barrio se puede hacer una acción”.
Otros barrios de la ciudad de Barcelona, como Guinardó, las Roquetes, la Barceloneta o el Poble-sec, estuvieron representados por vecinos y vecinas que reivindicaban la no privatización de usos del espacio público, más presión ciudadana contra los lobbies o detener la contaminación acústica en la ciudad, entre otros.
Francesc Muñoz cerró la mesa redonda con la propuesta de repensar un espacio público desde el empoderamiento, la equidad de género, la economía reproductiva de la ciudad y la necesidad de una caja de herramientas diversa para dar soluciones diferentes a cada barrio. Y con una observación: “Yo puedo tener una verdad, y el espacio público siempre me da la oportunidad de cambiarla”.
El acto se cerró con un pequeño refrigerio donde todas las personas asistentes pudieron disfrutar de un espacio relacional de reencuentro y conexión presencial.