Hablamos con Eugenia Ureña Rojas y Anna Almirall Ferran, dos mujeres costureras que conocimos a raíz de la Guía de la costura comunitaria de Barcelona.
Son muchas mujeres y algunos hombres las interesadas por el movimiento de la costura comunitaria. ¿Cómo nació Entremujeres, el grupo del cual formáis parte?
Eugenia Ureña: Un grupo de personas nos reencontramos después de mucho tiempo e hicimos un grupo de WhatsApp. Una miembro necesitaba hacer unas cortinas, nos reunimos para hacerlas y, a partir de aquel día, ya nos empezamos a reunir en pisos para coser juntas. Algunas de nosotras vivían en el barrio de la Ribera y sabían que el Casal de Barrio Pozo de la Figuera ofrecía espacios para gente con proyectos. Y, efectivamente, nos cedieron un espacio y a partir del segundo encuentro en el casal ya éramos muchas más y de orígenes diversos.
Anna Almirall: La idea de encontrarse es compartir conocimientos de costura con la gente. El Pou de la Figuera es un espacio abierto a todo el mundo, como el grupo de costura: un espacio para que venga quien quiera a disfrutar de coser en compañía.
¿Cómo os organizáis?
Anna: A través de tres voluntarias dinamizadoras y el grupo de WhatsApp. Pero no funciona como una clase: las dinamizadoras o las que saben más ayudan a las otras, pero cada una se cose sus cosas.
Disponemos de mesas y de siete máquinas de coser. Antes las teníamos que llevar de casa, pero con la ayuda de una subvención y algún mercado (en La Clota Market conseguimos una máquina nueva de coser!) ya tenemos siete siempre fijas al casal. Como prácticamente siempre somos más de siete mujeres, nos turnamos con las máquinas.
¿Los grupos de costura en Barcelona son muy diversos, pero qué diríais que os caracteriza, a Entremujeres?
Eugenia: Queremos hacer costura de reaprovechamiento. Reutilizar y transformar prendas de ropa para darles una segunda vida. Nos gusta mucho el concepto de economía circular, de transformación no lineal y de no malbaratar.
Anna: También creo que nos caracteriza la calma. Venimos a relajarnos cosiendo. No queremos ni vender, ni crecer, ni nada nuevo. Lo que queremos es encontrarnos cada viernes y disfrutar cosiendo tal como lo estamos haciendo ahora.
Fem Filigranes es el proyecto del Ayuntamiento de Barcelona que pretende impulsar el conocimiento de los proyectos de costura comunitària y darles apoyo. Vosotras participáis; ¿qué hacéis?
Anna: ¡Ha sido una idea genial! Nos han reunido por distritos para hacer una lluvia de ideas para el encuentro del día 5 de octubre (donde se hará una jornada abierta en la Fabra i Coats de todos los grupos de costura de Barcelona que quieran participar). Ahora nos tenemos que distribuir para proyectos. Nosotros propusimos, entre otros, hacer una mesa redonda para mostrar la diversidad de gente: a todas nos une un hilo, pero todas tenemos edades, orígenes y planteamientos diferentes y pertenecemos en otros espacios, y nos parece muy interesante compartirlos.
Eugenia: Nos une que somos mujeres, la costura, que somos de orígenes diferentes y que queremos tener un espacio para nosotras. Queremos crear redes que nos ayuden a encontrar nuestro lugar, donde sentirnos cómodas y acogidas. Por ejemplo, María es una mujer del Perú que ha venido a Barcelona porque su hija vive aquí. Ella no tenía ninguna red y, en cambio, ahora es una de las que monta casi siempre el taller con Anna. Es una mujer mayor que ha encontrado su lugar y no falla nunca.
Y el grupo es diverso: gente que nos conoce, viene un día a arreglar sus piezas y no vuelve; gente que viene casi siempre, como María; gente que busca una actividad para los viernes … Es un grupo que tiene ilusión y buen ambiente, muy abierto, y que también genera actividades fuera del espacio de los viernes.
Y dejamos bien claro desde el principio como funciona: no hay una máquina para cada una, se tiene que recoger entre todas y venimos a pasar un rato agradable. No venimos a competir, sino a compartir.
Y vosotras dos: ¿cómo habéis llegado al grupo de costura?
Anna: Entré estando de baja del trabajo. Ya había cosido alguna cosa anteriormente, y vine para encontrar un entorno diferente de lo que tenía habitualmente. El primer día vine a mirar, y ya no me he marchado. Me he pasado la vida cuidando y trabajando (soy optometrista), y necesitaba este espacio para mí.
Eugenia: Yo quería encontrar un espacio para estar cómoda. Tengo un hijo, familia, trabajo (soy educadora ambiental), pero quería encontrar amigas con cosas más comunes. Y lo he conseguido: ahora tengo una red de muchas mujeres de todas las edades y orígenes.
¿Por qué creéis que la costura está siendo tan importante en la creación de apoyo mutuo entre mujeres? ¿Por qué no la cocina, la pintura o cualquier otro tema?
Anna: El vínculo que se crea es más comunitario. Es muy calmado, casi terapéutico y nos transporta al pasado. Quién más quién menos, todo el mundo ha tenido una abuela, una tía o una madre costurera.
Eugenia: Es un rato de calma, para hablar de nosotras. Vamos a comprar las telas y los hilos y encontramos una excusa para hacer cosas juntas. Y también nos pone a prueba la mente, la creatividad. Y todas tenemos algo para arreglar: unos bajos, una cremallera, un descosido. Cuidamos la ropa, pero es un espacio de cuidados para nosotras. ¡Yo me saco la hora de la comida en el trabajo para llegar a tiempo!
¿Cuál es el futuro d’Entremujeres?
Anna: Hay ganas de participar el día 5 de octubre. Nos gusta la idea de encontrarnos con otros grupos, aunque estamos muy tranquilas. Nuestro objetivo es seguir encontrándonos y estar en calma el viernes por la tarde. ¡Ni hacer mercados ni crecer …, pero tener, eso sí, una Overlock! (río).