Hablar de una vida ligada a la costura

24/07/2024 - 15:05 h

Los días 11 y 16 de julio dos grupos de mujeres, parte de los grupos de costura comunitaria, se reunieron para hablar de sus experiencias relacionadas con la costura.

Estos encuentros se enmarcan dentro del proyecto Memorias Textiles y tienen la finalidad de recoger tanto sus vivencias -la mayoría se han dedicado a ello de forma profesional- como los objetos significativos que atestiguan su relación con la costura.

 

El estuche con las agujas, las instrucciones de la máquina de coser o un dedal en forma de anillo. Estos son algunos de los objetos que compartieron un grupo de mujeres costureras en los dos primeros encuentros de Memorias Textiles, un proyecto nacido dentro del Fem Filigranes. En estos encuentros, una decena de mujeres relacionadas con el mundo de la costura hablan entre sí de sus experiencias personales y de cómo ha ido evolucionando el oficio. Además, se enseñan objetos que han utilizado para coser mientras trabajaban, o que siguen utilizando ahora que participan en los grupos de costura comunitaria.

Los encuentros sirven para ver que la gran mayoría de sus historias son similares. Aunque no es el caso de todas ellas, muchas se acercan a la costura como necesidad: puede que fuera la única manera de ganarse la vida y llevar dinero a casa, o bien que sirviera para tener ropa para en la familia. Varias dejan el trabajo cuando se casan y tienen hijos o hijas, y otras debido a la crisis del sector del textil de finales de los años setenta. Y da igual si trabajaban por firmas de alta costura o bien en fábricas: era mucho trabajo, mal pagado y poco reconocido y, además, era difícil poder conciliarlo con la vida familiar. Rosa, una de las mujeres reunidas, resume la situación en una frase: “Es la historia de la mujer: mal valorada, mal pagada; trabajabas el doble por la mitad de precio”. Belén también apunta a lo mismo, constatando que “la modista siempre cobraba menos que el sastre”.

Alrededor de una mesa, y después de unos minutos más dedicados a explicar su trayectoria vital y su relación con la costura, en el encuentro comparten los objetos que han llevado. Algunos les son conocidos, como por ejemplo los estuches con agujas y otros utensilios de costura, y otros les despiertan curiosidad, como es el caso de un puntímetro o de un dedal que tiene forma de anillo. También admiran y comparten las prendas que confeccionaban a lo largo de su carrera profesional: “¡Esto es una auténtica obra de arte!”, exclaman.

Los diferentes grupos de costura comunitaria de la ciudad, de los que forman parte todas ellas, han acabado siendo un espacio donde no sólo coser, sino también para tejer una red de soporte. Mientras cosen, “las preocupaciones desaparecen”, como dijo Margarita en el primer encuentro. “Es como meditación”, complementó Rosa.

Durante el mes de julio están previstos otros dos encuentros, y después del verano, se culminará el proyecto de Memorias Textiles con un par de eventos de carácter artístico.