El proyecto comunitario Vozes democratiza el acceso a los estudios musicales

28/02/2022 - 12:38 h

Educación. Hace unas semanas, el proyecto comunitario Vozes fue galardonado con el premio Ciudad de Barcelona, en la categoría de educación. Un galardón que reconoce la tarea de la formación musical con niños y jóvenes de entornos vulnerables.

Los sábados hay un ritual para muchos de los niños y niñas de Nou Barris. Cargarse su instrumento a la espalda y caminar por la calle Deià hasta llegar a la Escuela de Formación para Adultos. Hoy tendrán una jornada de ensayo, más larga de lo que es habitual, ya que están a las puertas de una actuación. Vozes se prepara, con la alegría de saberse poseedoras del premio Ciudad de Barcelona, para la actuación del próximo 19 de marzo en la Fabra i Coats.

Neus tiene 20 años, hace percusión y toca la viola. Para ella Vozes es “mucho más que una familia”. Con una situación familiar compleja y sin demasiado apoyo en su casa, se vio obligada a dejar su formación musical cuando tenía 16 años.

Hizo un segundo intento, pero tampoco pudo seguir. Un año después, escribió por mensaje privado al perfil de Instagram de la formación y la recibieron con los brazos abiertos. “Todos la recordábamos. Neus era una alumna muy buena y un ejemplo de lucha y superación”, dice Pablo González, fundador de Vozes.

Para Neus, la plataforma ha sido su “salvación”. Explica con orgullo las jornadas maratonianas que hace para memorizar y perfeccionar las partituras que tiene que tocar, la disciplina que ha incorporado en su día a día y el deseo de estudiar en el conservatorio: “Esto me lo dicen hace cinco años y no me lo creo.”

Un proyecto con más de… 700 personas

Tiene mérito que recuerden a Neus. Vozes no es una formación ni de veinte, ni de cien alumnos. Actualmente, hay más de setecientas personas participando en la formación musical, ya sea en la coral, en las diferentes orquestas, Amadeus, Beethoven y Corelli –clasificadas por edades y experiencia–, o en algunos de los talleres musicales que se distribuyen a lo largo del Eje Besòs y en el distrito de Ciutat Vella.

Vozes es como un “hormiguero de gente”, dice riendo Eva Pacheco, coordinadora de actividades académicas y profesora de oboe. Los sábados por la mañana los ensayos empiezan a las diez, y pueden alargarse hasta las diez de la noche. Eva, de hecho, ha empezado antes: “A las nueve he dado clase a una niña que viene desde Terrassa.”

En la escuela no solo están las orquestas en las aulas, también hay niñas y niños en las escaleras repasando partituras o mirando conciertos por YouTube y madres esperando en el patio y echando una mano en la organización.

“Aquí cooperamos y nos ayudamos entre todos y todas”

Compromiso, cuidados y comunidad

Pacheco destaca el compromiso del alumnado, pero también la importancia de la red familiar. “Tienen que seguir estudiando en casa, y hay a quien no le resulta tan fácil por la situación familiar”. Por eso, vinculan las familias al proyecto, ya sea participando en la coral de adultos, “trayendo comida los días de ensayo o cuidando grupos de niños los días de concierto”. “Aquí cooperamos y nos ayudamos entre todos y todas”, señala Pacheco. Pero también los hay para quien “venir aquí es un refugio”.

El sentimiento de pertenencia a un grupo “es fundamental para personas recién llegadas”. González recuerda la dureza de emigrar “y tener que dejar tu país de origen”. El hecho de tener una comunidad, una puerta donde llamar, cuando llegas “es un alivio”. Vozes, de hecho, nació en 2004 como coro multicultural. “Era una época en la cual habían incrementado los flujos migratorios en España y decidimos crear un espacio de convivencia, donde las diferencias nos unían y enriquecían la ciudad.”

Democratizar los estudios musicales como en Venezuela

La plataforma es una réplica del sistema nacional de orquestas y corales infantiles y juveniles de Venezuela, en que Pablo González fue mano derecha de su fundador. El éxito de Vozes recae en la democratización del acceso a estudios musicales, ya que “rompe la barrera elitista: un instrumento cuesta mucho dinero, que no todas las familias pueden permitirse”. Aquí los instrumentos los asume la plataforma, pero detrás hay un compromiso: “tienen que cuidarse porque son de todos”.

El acceso tampoco lo determinan los conocimientos que tengas de música. “No hacemos ninguna prueba de nivel”, remarca Eva. “Todo el mundo puede aprender música. Hay quien lo hace más rápidamente, otras personas que tardan más, pero aquí hay sitio para todo el mundo”.

Tras casi dos años con más clases telemáticas que presenciales y solo dos conciertos con público, el próximo 19 de marzo llegan al escenario de la Fabra i Coats con nuevo repertorio y el premio Ciudad de Barcelona bajo el brazo.