La fiebre amarilla de 1821, en tres imágenes
Fecha de publicación del documento: 26/04/2020
Año del documento original: 1822
A pesar del título que consta en el pie, no se puede decir que esta imagen (AHCB 04544) sea una representación objetiva de la epidemia de fiebre amarilla que afligió la ciudad de Barcelona entre los meses de agosto y noviembre del 1821. El autor, Nicolas-Eustache Maurin (nacido en Perpiñán el 1799 y muerto a París el 1850), no nos muestra ningún rincón real de Barcelona, que quizás no llegó a visitar nunca, sino que inventa un espacio urbano convencional, enmarcado por un arco con un rastrillo que tenemos que interpretar como una de las puertas de la muralla de la ciudad. En el interior, varios grupos de personas ilustran los efectos de la epidemia: bajo el arco de piedra un grupo de hombres y mujeres, con un religioso, velatorio una mujer yacente, a la izquierda, mientras que a la derecha un hombre y un mozo abandonan la ciudad, cargados con sus pertenencias; en el centro, más iluminada que los otros personajes, una mujer plañe la muerte de un niño; al fondo, más desdibujados, unos hombres cargan ataúdes y un grupo acompaña un sacerdote bajo palio, que va a llevar la extremaución a un moribundo. La estampa fue ejecutada por Jean-François Villain en su taller litográfico parisiense.
Se trata de uno de los dos grabados desplegables que se incluían en el libre Relation historique des malheurs de la Catalogne, ou Mémoires de ce quien s'est passé à Barcelone en 1821, pendant que la fièvre jaune y a exercé sus ravages, de D-M-J Henry, editado por Audort Bechet en París, el 1822. El otro grabado del libro era más esmerado topográficamente y mostraba el campamento establecido en la falda de la montaña de Montjuic, donde se instalaron todos aquellos que huían de la ciudad: estaba formado por 400 barracas con capacidad para diez personas cada una, y oficialmente se denominaba “Campamento sanitario de la Constitución”, a pesar de que popularmente fue conocido como la Ciudad d'en Nyoca, quizás haciendo referencia a cómo estaban de mezclados sus pobladores. El Archivo Histórico de la Ciudad de Barcelona conserva una versión diferente de este grabado (AHCB 02044, 04670), con el texto en castellano y grabado por Louis Vuillaume, procedente de París, especialista en esta técnica innovadora, que desde el 1820 encabezaba el taller litográfico de Brusi. Antoni Brusi, que fue una de las víctimas de la dolencia, era el editor del Diario de Barcelona, que hizo un seguimiento de la dolencia. La imagen, de dibujo ingenuo, muestra la ciudad efímera, bajo el castillo de Montjuic.
La Fiebre Amarilla fue una dolencia epidémica que visitó la ciudad de Barcelona en varias ocasiones a lo largo del siglo XIX. El brote del 1821, iniciado en la Barceloneta y causado por la llegada de un barco procedente de Cuba, se caracterizó por la diáspora de los ciudadanos, incluidas muchas autoridades, hacia varias localidades del entorno. Solo unos cuántos miembros del consistorio se mantuvieron en la ciudad, junto con personal médico y religiosos encargados de la asistencia a los enfermos. Muchos de ellos murieron víctimas de la fiebre amarilla, y para recordarlos se erigió un cenotafi o monumento conmemorativo en el centro del cementerio del Poblenou, renovado en el 1895 y todavía existente.
La epidemia barcelonesa atrajo la atención de muchos médicos franceses, quizás interesados en conocer la dolencia antes de que llegara a su país. Los más destacados formaron una comisión que se trasladó a Barcelona para estudiarla in situ y que aparecen representados en otro grabado (AHCB 18437), obra de Claude-Jean Besselièvre.