Los caminos del agua en Barcelona

15/01/2021 - 09:28 h

Desde tiempos antiguos, Barcelona y muchas otras ciudades han buscado sistemas de abastecimiento de agua potable a sus ciudadanos. Ya en tiempos del Imperio Romano, con la urbanización de la Barcino romana, la ciudad vio florecer todo un entramado de conductos y alcantarillado que alimentaban la ciudad de fuentes públicas. Justamente de esta época conservamos vestigios bien visibles todavía, a las puertas de la ciudad antigua: un doble acueducto que recogía el agua del río Besòs a la altura de Montcada, y que abastecía las viviendas de la ciudad.

A la Edad Media, después de los estragos causados por las diversas oleadas de pestes y carestías, como la de 1333 (dicho «Lo mal año primero») y la de la peste negra de 1348, la ciudad cogió conciencia de la importancia de la salud pública. Había que tomar medidas urgentes, y así fue como el gobierno municipal impulsó la mejora de la red de fuentes públicas para hacer llegar el agua potable a toda la ciudadanía.

El Rec Comtal (Acequia Condal) fue una de las grandes estructuras hidráulicas medievales, que no sólo llevaba el agua a Barcelona sino que, además, proporcionaba la fuerza motora a los molinos y agua en los campos por allí donde pasaba. Aunque actualmente sólo son visibles algunos tramos de las estructuras de esta acequia, como es el caso de Sant Andreu, podemos recorrer cada tramo de la estructura gracias a la documentación preservada en el Archivo Municipal.

La misma ruta que iba a buscar el agua del Besòs en tiempo de los romanos, lo volvía a hacer a principios del siglo XIX con las minas de agua de Montcada. Y es que en este momento histórico llegó la revolución en el suministro de agua en la ciudad, con la creación de la Sociedad General de Aguas de Barcelona en 1882, justo con el crecimiento urbanístico provocado por el Eixample. La ciudad veía como las fuentes públicas se multiplicaban y la mayor parte de hogares de nueva construcción contaban ya con agua potable en casa.