Los Bancos del Tiempo se reinventan para dar respuesta a la crisis de la Covid19

17/09/2020 - 16:58 h

La crisis sociosanitaria de la Covid19 ha obligado a escuelas, instalaciones municipales, locales comerciales y muchos otros espacios de apertura al público a reorientar su actividad ordinaria y dar respuesta a nuevas necesidades y retos de la ciudadana. Uno de estos proyectos son los Bancos del Tiempo, redes de confianza entre vecinos y vecinas de un barrio en las que sus miembros realizan intercambios entre sí: habilidades y servicios a cambio de tiempo que posteriormente se puede cambiar por otros servicios. Conversamos con los Bancos del Tiempo de Sants y Sant Antoni para valorar la trayectoria de los últimos meses y los retos de futuro.La actividad del Banco del Tiempo de San Antoni se acababa de reactivar sólo unas semanas antes del inicio de la pandemia y el confinamiento en Barcelona. Esto, pues, hizo que no se rompiera con la rutina habitual del banco pero sí que obligó al equipo de coordinación a «modificar lo que creíamos que era el funcionamiento normal» del proyecto, en palabras de Anaïs Folguera, una de sus coordinadoras. Su juventud les ha puesto difícil a la hora de poder dar respuesta a los efectos de la pandemia en su comunidad. «En momentos de urgencia se necesita una base sólida y un sistema que dé respuesta más rápida que nuestra manera de operar. Por otra parte, esta es una característica intrínseca nuestra (que sea un intercambio y no exactamente un voluntariado), y mientras vamos creciendo despacio, hemos visto que también podemos tener un papel », añade Anaïs. Pero a pesar de no dar asistencia directa por los efectos de la Covid, no han parado: han apoyado en la redacción de currículos y preparación para entrevistas de trabajo y han impulsado un grupo de conversación en inglés.

El caso del Banco del Tiempo de Sants ha sido diferente. Con una red consolidada y una programación de actividades estable llamaron «a las personas mayores de 65 años que tenemos en el grupo y a raíz de ello salieron algunos intercambios en referencia a llevar la compra a casa, por ejemplo», explica Maria Nikolopoulou, miembro del equipo gestor. También se tuvieron que modificar algunos talleres programados, se reconvirtieron otros a formato virtual y surgieron nuevos, como un taller de yoga en línea. Otra de las novedades fue la cooperación entre diferentes bancos del tiempo de Cataluña, España y América Latina. «Como la mayoría de actividades se convirtieron en formato virtual, las podríamos compartir con otros bancos del tiempo de todo el mundo. Ahora, nos gustaría mantener esta dinámica », explica María.

A pesar de las oportunidades que puede ofrecer la virtualidad, lo cierto es que ambos proyectos coinciden en la necesidad de ir recuperando los espacios presenciales, sobre todo en cuanto a la incorporación de nuevos miembros al banco. Cuando alguien se quiere unir, se realiza una entrevista personal para detectar habilidades e intereses personales que faciliten los intercambios. Durante el confinamiento, estos encuentros se han hecho a través de videoconferencia pero «hemos visto que se echaban de menos otros elementos que de alguna manera ofrecían seguridad y solidez, como el hecho de tener un punto físico donde los miembros o interesados ​​pudieran acudir y referenciar. Si algún evento hace disminuir la confianza interpersonal (como algunos podrían argumentar que provocó los inicios de la pandemia), representa un retroceso que debemos intentar salvar », explica Anaïs Folguera desde San Antoni. María, del Banco del Tiempo de Sants, coincide: «el primer filtro para hablar con la gente e intercambiar sensaciones no se puede sustituir por completo con una videollamada».

Lo cierto es que la crisis sociosanitaria de la Covid19 ha hecho que muchas personas se replanteen la importancia de las relaciones interpersonales y un modelo económico que, en la mayoría de casos, no vela por los cuidados y el bienestar personal. En este sentido, los Bancos del Tiempo pueden convertirse en espacios de intercambio y apoyo que no se fundamentan en transacciones económicas. Anaïs considera que los bancos «nos hacen revalorizar y redefinir el trabajo, ya que aquí las horas se ganan según el tiempo invertido y no según la actividad que se hace: las horas de unos no valen más que las de los demás. También facilitan tomar parte en actividades sin impacto económico directo y juntan grupos de personas muy diferentes, que quizás de otra forma no se habrían conocido ». María añade que «con el confinamiento hemos visto que es muy importante tener un vecino con quien poder contar. Durante la emergencia, la gente lo ha visto muy claro. Se han creado redes vecinales de ayuda mutua, un modelo más basado en el voluntariado, muy necesario en un momento de crisis. Pero lo que queremos con los bancos del tiempo es trasladar esto a un modelo más persistente y sostenible en el tiempo. No se trata sólo de ayudar en momentos de crisis sino crear una red comunitaria para compartir la vida cotidiana y experiencias lúdicas y no sólo en momentos de extrema necesidad».