El primer tren de la línea ferroviaria Barcelona-Mataró salió el 28 de octubre de 1848 desde una estación que estaba ubicada junto a la estación de Francia, en la avenida del Doctor Aiguader. Aquel día miles de personas se reunieron para ver salir el convoy entre gritos y vivas al nuevo medio de transporte. Fue un viaje inaugural en el que no faltó ninguna autoridad local ni estatal, pero su gran valedor, Miquel Biada, no pudo subir. Este industrial mataronense promovió la creación de la línea de ferrocarril después de volver de Cuba, donde quedó maravillado por la línea de tren trazada entre La Habana y Güines. Desgraciadamente, murió unos meses antes de poder ver su sueño hecho realidad.
En Cuba, Biada tomó nota de todos los detalles de los trenes de la línea, que estaban fabricados en Gran Bretaña. Se trasladó a Londres con el objetivo de encontrar financiación y los ingenieros para hacer posible la línea Barcelona-Mataró. En la capital británica, dispuso de la mediación de Josep Maria Roca i Cabanes para atraer el capital extranjero. Roca no tardó en sumarse al proyecto.
De vuelta en Barcelona, prepararon el proyecto ferroviario para solicitar la concesión al Estado. En junio de 1843 la solicitaron y empezaron un camino largo y costoso para hacer realidad la llegada del tren. Superaron reticencias sobre el medio de transporte, protestas por la expropiación forzosa de los terrenos por donde pasaría la línea y toda una serie de boicots durante las obras. Una vez resuelta la burocracia, el verano de 1847 empezaron las obras del trazado mientras en Inglaterra se fabricaban las primeras cuatro locomotoras, con los nombres de Mataró, Barcelona, Catalunya y Besòs, con 30 vagones y 62 coches de pasajeros.
Cuando la vía ya estaba construida y había llegado todo el material móvil de Gran Bretaña, los ingenieros comprobaron todo el trazado, los puentes, los túneles, las locomotoras y los vagones. Con los informes favorables, se fijó el 28 de octubre de 1848 como el día de la gran inauguración.