Alemania ha sido siempre un país con espíritu fuerte que le ha llevado a superar con éxito las situaciones más complejas. Es cierto también que este carácter identitario tan marcado ha determinado que haya sido uno de los protagonistas principales...
Sello de 50.000 millones de marcos, Alemania, 1923. Colección Ramon Marull
Justo al final de la Primera Guerra Mundial, Alemania estaba pasando por un momento muy bajo. Derrotada por las fuerzas aliadas, se vio forzada a firmar el Tratado de Versalles, acuerdo internacional que supuso el fin de la Gran Guerra (1914-1918). Alemania como nación perdedora debió asumir la reparación de los daños provocados por el conflicto. Los países vencedores no pasaban por una buena situación, ya que la guerra había dejado mucha devastación y tenían deudas con terceros países; no estaban en disposición de dar ningún tipo de respiro a los alemanes. Las cantidades y los vencimientos acordados por los pagos eran prácticamente imposibles de cumplir.
Otro elemento agravante fue el papel de la industria durante y después del conflicto. Durante el mismo, las actividades empresariales se orientaban principalmente al suministro de material bélico. Pero una vez terminada la contienda era necesaria una reconversión de la industria para satisfacer el día a día de la ciudadanía, aunque no se disponía de los recursos para llevarla a cabo. Los desajustes entre la oferta y la demanda incrementaban la tensión entre una economía volcada en el arte de la guerra y las necesidades de una sociedad ansiosa por recuperar la normalidad.
Este período convulso de profunda crisis económica fue asumido por la república de Weimar (noviembre,1918 – enero,1933) que tuvo que enfrentarse a los desajustes de las finanzas internas, la creciente inflación, la escasez de trabajo y las consecuencias derivadas de la Gran Guerra. El gobierno para afrontar las necesidades derivadas de la situación decidió emitir más papel moneda. Pero estas nuevas emisiones, llamadas papiermark, no estaban respaldadas por las reservas de oro del país. En aquel período histórico era imprescindible que toda moneda cumpliera el patrón oro para garantizar su valor.
A pesar de la devaluación monetaria durante la primera mitad de 1921, la moneda se mantenía relativamente estable, cada dólar tenía una correspondencia de 60 marcos. Pero la situación cambió a partir de agosto de ese mismo año, Londres exigió el pago anual de 2.000 millones de marcos en concepto de compensación por los daños ocasionados durante la guerra. La fuga masiva de golmarks al exterior obligó a emitir mucho más papiermark, provocando así una devaluación exponencial del marco. A principios de 1922 el dólar tendría un tipo de cambio de 320 marcos y a finales de ese mismo año aumentaría hasta los 8.000 marcos.
Las fluctuaciones económicas obligaban a desprenderse rápidamente del dinero. Un trabajador podía cobrar dos veces al día, e incluso tres. La enorme cantidad de billetes a menudo obligaba a transportar el salario dentro de maletas y a gastarlo rápidamente, antes de su devaluación. Para hacernos una idea, en 1923 una barra de pan llegó a costar 80.000 millones de marcos. Este fenómeno de incremento de los precios de los bienes en miles de millones es lo que se conoce en términos económicos como hiperinflación. El economista Xavier Sala-i-Martín identifica este fenómeno como los ataques al corazón de las economías
Los sellos no dejan de ser el comprobante del pago de una tarifa por un envío. Es decir, al igual que el papel moneda, también es otra forma de representar cantidades de dinero. Por tanto, es lógico que las emisiones filatélicas estén también afectadas por las fluctuaciones económicas
Durante un período de la República de Weimar los sellos fueron sobrecargados de manera continuada con importes cada vez más elevados, alcanzando los miles de millones de marcos. Estas sobreimpresiones se realizaban tanto en Berlín como en las oficinas postales de todo el país como Breslavia, Fráncfort, Hamburgo, Leipzig o Múnich. La colección Marull presenta una serie de emisiones de 1923 que ejemplifican esta situación. Puede consultarlas a través de la pestaña “Descubre la colección”, poniendo Alemania en “Lugar de procedencia” y filtrando por año.
El gobierno tuvo que buscar nuevas soluciones para detener la escalada de precios y la impresión descontrolada de billetes sin valor. La llegada de una nueva moneda, el reichsmark, se apoyaba en una hipoteca sobre las tierras y los bienes de la nación. Este cambio de referente facilitó la emisión de papel moneda con garantías y valor a sus espaldas. La nueva moneda tenía un valor fijo y sin fluctuaciones descontroladas. El reichsmark presentaba una nueva manera de sostener la economía sin necesitar el patrón oro, hoy en día abandonado a nivel mundial.
A finales de 1923 Alemania consigue enderezar su crisis monetaria. Sin embargo, la situación vivida afectó profundamente a la sociedad del país. No en vano, fue uno de los argumentos más utilizado por Hitler, 10 años después, para conseguir el poder.