Entre todas las fiestas de nuestro calendario, Sant Jordi es una de las más apreciadas por la población. A pesar de ser un día laborable, centenares de ciudadanos salen a la calle a pasear entre los puestos de libros, a comprar rosas o a asistir a algún acto del centenar que hay programados. Pero si algo diferencia a Sant Jordi de las demás fiestas, es que no tiene un origen remoto en absoluto. La fiesta, tal como es hoy en día, es fruto del catalanismo conservador del siglo XIX. Este movimiento político y cultural dotó a la jornada de un sentido de reivindicación cultural que todavía se mantiene muy vivo.
La leyenda. Aun así, hay elementos de la fiesta que sí que son antiguos, como la leyenda y el culto a Sant Jordi, que se remontan a la Edad Media. La historia del caballero que mata al dragón para salvar a la princesa aparece contada por primera vez en la Leyenda dorada, de Jacopo da Varazze, en el siglo XIII. Durante las cruzadas, el culto a Sant Jordi se hizo cada vez más frecuente entre los caballeros, y se sabe que en el siglo XVIII en Barcelona los nobles hacían cada año una misa en honor de su santo patrón. Con todo, en ese momento Sant Jordi no era una fiesta popular, porque solo la celebraba la nobleza.
La rosa. Otro de los símbolos destacados de la fiesta es la rosa. Sabemos que en la Barcelona del siglo XVIII cada primavera se instalaba una feria de flores donde los enamorados iban a comprar rosas para sus amadas. De hecho, las flores están muy presentes en varias festividades primaverales que desde tiempos inmemoriales rinden culto a la fertilidad, como enramadas por la Cruz de Mayo o el Corpus. Esto nos hace pensar que la costumbre podría tener raíces romanas, ya que antiguamente se hacían unas fiestas en honor de la diosa Flora que más tarde fueron cristianizadas.
El libro. El 23 de abril es el Día Mundial del Libro y de los Derechos de Autor porque es una fecha en que casualmente nacieron o murieron varios escritores destacados de la literatura universal. Así pues, la conmemoración del día del libro es una fiesta foránea que en Cataluña ha arraigado profundamente. Se empezó a difundir en los años veinte y coincidió con un momento de gran efervescencia social, política y cultural. Además, el hecho de que la fiesta estuviera prohibida durante la dictadura de Primo de Rivera y consentida pero muy controlada durante el franquismo no hizo más que consolidar Sant Jordi como una gran festividad de reivindicación de la cultura catalana.