CRISTIANISMO | La alimentación en el cristianismo católico
En el cristianismo católico, como en muchas otras tradiciones religiosas y espirituales, la alimentación no es solo un acto biológico o físico, sino también un lenguaje simbólico y un instrumento de vivencia espiritual. El comer y el beber se han vinculado a rituales, preceptos y costumbres que reflejan valores espirituales, penitenciales y comunitarios. En el cristianismo católico el comer y el beber están presentes en la Biblia, en la liturgia, en el calendario festivo o en las normas morales. A lo largo de la historia, la forma de comer de las personas de fe católica ha recibido la influencia de la doctrina, la disciplina eclesiástica, la cultura y los contextos creados con los años.
En general, en el catolicismo no existen alimentos prohibidos, pero sí hay un principio general: comer con moderación se considera una virtud (la templanza)[1] y comer en exceso es uno de los siete pecados capitales (la gula).
Fundamentos bíblicos y doctrinales
En el Antiguo Testamento, los libros de la Ley mosaica[2] contienen una clasificación de animales puros e impuros, así como restricciones sobre determinados alimentos. Estas leyes no son obligatorias para las personas cristianas, siguiendo las enseñanzas de Jesús y los apóstoles (Hch 10, 9-16), y no se mantienen las restricciones alimentarias judías, si bien han dejado huella en el imaginario religioso, sobre todo en la idea de que la comida puede tener implicaciones espirituales.
En la corriente principal del cristianismo niceno, o resultante del Concilio de Nicea,[3] no hay restricciones sobre los tipos de animales que se pueden comer. Esta práctica deriva de una interpretación del sueño de Pedro descrita en la Biblia (Hch 10,1-48).
En el Nuevo Testamento se otorga una dimensión simbólica a los alimentos, especialmente con la institución de la eucaristía, en la que el pan y el vino se convierten en el cuerpo y la sangre de Cristo. Igualmente ofrece una pauta sobre el consumo de la carne que todavía se practica hoy en día y que es no consumir alimentos ofrecidos a los ídolos paganos (1 Co 8,8-10). He aquí algunos apuntes sobre la alimentación:
- Jesús y la comida: Jesús comparte mesa con personas pecadoras y muestra que la alimentación puede ser ocasión de comunión y no de separación ritual.
- Purificación interior: según Mc 7,14-23, lo que contamina al hombre no es lo que entra por la boca, sino lo que sale del corazón.
- La eucaristía: institución del sacramento con pan y vino que se convierten, por la transubstanciación, en el cuerpo y la sangre de Cristo. Este acto da a esos dos alimentos un papel central en la fe católica.
Además, las personas cristianas más devotas tradicionalmente bendicen cualquier comida antes de ingerirla a la correspondiente hora (oración de gracias o benedícite) para agradecer a Dios la comida que reciben.
Normas y disciplinas alimentarias: ayuno y abstinencia
La disciplina alimentaria católica se basa en dos prácticas principales: ayuno y abstinencia.
- El ayuno consiste en reducir la cantidad de alimentos, tradicionalmente haciendo solo una comida completa al día y dos ligeras. Inicialmente esa comida completa se hacía a la puesta del sol; más adelante, se realizó a las tres de la tarde y finalmente al mediodía (llamada colación). Durante los días de ayuno se comían, sobre todo, pescado, verduras, legumbres y dulces, platos que saciaban y evitaban la tentación de comer carne. Era obligatorio principalmente durante la Cuaresma (Miércoles de Ceniza y Viernes Santo) y, antiguamente, también en las vísperas de grandes fiestas.
- La abstinencia implica no consumir carne de animales terrestres ni productos derivados (como embutidos). Se permite el pescado y otros productos como huevos, leche y miel. Según el Código de derecho canónico, es obligatoria:
- Todos los viernes de Cuaresma.
- El Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo (junto con el ayuno).
En total, hay cuatro días en los que está prohibido comer carne: Miércoles de Ceniza, Viernes de Concilio, Jueves Santo y Viernes Santo.
La costumbre de comer pescado en Semana Santa no aparece explícitamente en la Biblia, pero se mantiene como tradición para recordar la pasión y la muerte de Jesús. Algunos ven en esta costumbre un origen pagano relacionado con el culto a Venus o a Freyja, diosas asociadas al viernes y al pescado.
Sin embargo, la Iglesia justifica esta práctica con pasajes evangélicos donde Jesús multiplica los peces (Jn 21:5 y Lc 9:13), símbolo de compartición y alimento espiritual.
El calendario litúrgico y la comida
En épocas antiguas el Adviento, periodo de preparación de la época de Navidad, incluía también prácticas de ayuno y de cierta austeridad alimentaria, pero actualmente son menos estrictas. Durante la Navidad las comidas son abundantes, con carnes y dulces típicos; en Cataluña, con turrones, barquillos o mazapán.
Durante la Cuaresma, periodo de reflexión, penitencia y preparación para la Pascua, predominan los platos sin carne: bacalao, garbanzos, espinacas, buñuelos o crema catalana (en días festivos dentro de la Cuaresma).
Por Semana Santa, que se opone a la abundancia de la época del Carnaval, se pide mesura a la hora de comer y beber y, en Pascua, aparecen dulces típicos como las monas de Pascua, que simbolizan una vida nueva.
En la Edad Media, el calendario de abstinencias era muy extenso (hasta 150 días al año), lo que influyó fuertemente en la gastronomía europea: se desarrollaron recetas con bacalao, arenque, verduras, legumbres, huevos y derivados lácteos.
Alimentación, espiritualidad y práctica contemporánea
Hoy en día, la normativa eclesiástica sobre la alimentación es menos estricta que en siglos anteriores, pero mantiene su sentido espiritual: el alimento no es solo para nutrir el cuerpo, sino también para expresar fe, solidaridad y autodominio.
En contextos actuales, el ayuno y la abstinencia también se pueden vivir con una dimensión ecológica y solidaria, para evitar el despilfarro y ayudar a los más necesitados.
Hoy, aunque la normativa es más flexible, todavía hay personas creyentes que viven esta práctica con intensidad:
- Regla de san Benito (s. VI): establece una disciplina de ayuno durante toda la Cuaresma (40 días) e invita a los monjes a realizar un mayor esfuerzo de oración, lectura y austeridad.
- Otras órdenes: en la actualidad cartujos, trapenses y cistercienses mantienen todavía unas prácticas de ayuno y abstinencia mucho más estrictas que la norma general de la Iglesia.
[1] Cada una de las siete virtudes sirve para que la persona cristiana sepa cómo afrontar la tentación de cometer alguno de los siete pecados capitales, puesto que se contraponen, y, por ello, sirven para salvar el alma:
- La humildad se contrapone al pecado de la soberbia.
- La generosidad se contrapone al pecado de la avaricia.
- La castidad se contrapone al pecado de la lujuria.
- La paciencia se contrapone al pecado de la ira.
- La templanza se contrapone al pecado de la gula.
- La caridad se contrapone al pecado de la envidia.
- La diligencia se contrapone al pecado de la pereza.
[2] La Ley mosaica, también conocida como Ley de Moisés, es un conjunto de mandamientos o normas que, según la tradición bíblica, Dios entregó a Moisés en el monte Sinaí después de que éste liberara al pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto. Estos mandamientos o leyes forman la base del pacto entre Dios y el pueblo de Israel y se encuentran principalmente en los primeros cinco libros de la Biblia, más conocidos como la Torá o Pentateuco (son Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio).
[3] El paleocristianismo, iglesia primitiva o cristianismo primitivo es el periodo inicial del cristianismo, desde la crucifixión de Jesús de Nazaret (c. 30 d. de C.) hasta el primer Concilio de Nicea (325). Abarca, así, un período de aproximadamente trescientos años.