ISLAM | Halil Bárcena: “La música qawwali tiene muchas dimensiones; no solo es para ser escuchada, sino también para ser vista y participada” #Trànsits

La Oficina de Asuntos Religiosos (OAR) colabora con el ciclo “Trànsits”, organizado por el Museo de la Música de Barcelona. En este ciclo de conversaciones, conciertos y liturgias se explorará el papel que tiene la música en la práctica religiosa y la vida espiritual de diferentes comunidades religiosas presentes en la ciudad de Barcelona.

La OAR empezó la colaboración con el Museo de la Música de Barcelona, como lo hace desde el 2019 con otras instituciones culturales de la ciudad, a través de ciclos sobre temas que afectan transversalmente varias tradiciones religiosas. Este ciclo, “Trànsits, la música de l’esperit”, no se trata solo de una programación de conciertos, sino de facilitar la asistencia, la participación y la compartición de un conjunto de prácticas vivas.

QAWWALI. LA MÚSICA DEL SUFISMO

El músico, islamólogo, doctor en filología árabe y especialista en mística sufí Halil Bárcena conversó sobre el hecho musical y el hecho espiritual en torno al sufismo pakistaní y el qawwali con Hasnat Hashmi, abogado y practicante del sufismo de la asociación islámica Minhaj al-Qur’ân, de Barcelona, parte de la cofradía (tarîqa) Qâdiriya.

El qawwali es una de las expresiones musicales más claramente asociadas al islam en el subcontinente indio. Entendido como un canto de alabanza que impulsa el tránsito de la unión con Dios, configura uno de los rituales devocionales fundamentales de las comunidades sufíes del Punyab, tanto en el Pakistán como en el norte de la India. Este género musical consiste en el canto de poesía proveniente de la mística sufí por parte de cantantes solistas —los qawwal—, que en general son acompañados por tabla, armonio y un instrumento de cuerda pinzada sobre un entramado rítmico que sugiere la repetición constante del nombre de Dios —el dhikr—, en un camino que lleva al éxtasis a los oyentes y participantes: una fiesta para el alma y los sentidos.

Halil Bárcena y Hasnat Hashmi estuvieron de acuerdo en constatar: Qawwali no solo es una manifestación musical, sino que a través de ella también se pretende decir algo”. De hecho, el nombre qawwali (قوالی) viene del verbo árabe qaul (hablar); los cantantes —todos hombres— reciben el nombre de qawwal (قوال).

Hasnat Hashmi explicó que inicialmente, durante la niñez, “escuchaba el qawwali no desde el punto de vista religioso”, sino simplemente porque le gustaba la música, pero en su juventud, en el crecimiento hacia la madurez, empezó a comprender el mensaje que transmite esta música. Según él ,“el qawwali es un instrumento: tienes que saber utilizarlo bien para poder comunicarte. Es un instrumento religioso: el qawwali te permite conectar con Alá”.

Halil Bárcena comentó: “La música qawwali tiene muchas dimensiones; no solo es para ser escuchada, sino también para ser vista y participada, porque el qawwal no solo canta con la voz, sino también con el cuerpo, con las manos”. Es una música que nace en un contexto muy concreto de lugares de encuentro sufí, de conmemoración de cumpleaños o de muerte de maestros, muerte de amigos o familiares, etc. Este es el lugar propio del qawwali que se ha adaptado a los escenarios.

Hasnat explica: “La música qawwali no tiene un pentagrama, una rigidez, una forma codificada”. Y añade: “El maestro qawwal quiere conmover al público y repetirá lo que le parezca en función de la respuesta y la vibración espiritual que reciba del público, que domina el tempo. Se vive el momento. La repetición genera un hábito, y el hábito desemboca en un estado”. Un teólogo persa decía: “En la cámara del corazón se entra por la puerta del oído”. La gratitud del público se hace evidente. Hay una manera tradicional de expresar la gratitud, lanzando dinero a los músicos (lejos de ser un acto materialista, expresa la voluntad de renuncia al mundo material) o bien dulces.

También incorpora melodías con una sola letra, con alteraciones de voz, como se hace en la música flamenca. Se juega mucho con la poesía, las palabras, en persa, árabe, punyabí, urdu o hindú, siempre recordando el tránsito y la muerte en el sufismo. En el contexto pakistaní, el persa se considera una lengua culta. Hace falta tener en cuenta que no todas las músicas sufíes son iguales; el qawwali tiene una intención de impacto, de llegar a tocar fibras muy personales o sensibles de la persona.

Los dos comentan:“El qawwali, en muchas ocasiones, pone música a los grandes autores de la poesía persa”. Por ejemplo, los poemas de: Jalal-ad-Din Muhammad Rumi (poeta islámico-persa del siglo XIII. Los poemas y las odas amorosas de este autor son musicados y cantados, y Allama Muhammad Iqbal (poeta, pensador y filósofo persa-urdu del siglo XX), es como un despertador de conciencias. Halil afirma: “Se está musicando la mejor poesía, y esta tiene un simbolismo muy concreto. Se piensa en imágenes poéticas y en ritmos sonoros, que permiten muchas capas, muchos niveles de interpretación”. Es un lenguaje a menudo ambiguo, que tiene diferentes finalidades: romper la lógica mental de la persona que escucha, por ejemplo. Se tiene que conocer la naturaleza simbólica para entender del todo el qawwali.

A continuación, en la sala 4 de L’Auditori, Alicia de Larrocha, se presentó el concierto a cargo del reconocido conjunto Shuaib Aftab Qawwal, que ofreció al público asistente la oportunidad de adentrarse en este universo sonoro tan rico. Shuaib Aftab Qawwal es un conjunto reconocido internacionalmente en la tradición del qawwali. Está dirigido por Shuaib-Aftab-Ahmad Mushtaq, músico sufí de la tradición khayal y qawwali y séptima generación del gharana de Gwalior, formado bajo el magisterio de Ustad Sher Ali Meher Ali, con sus hermanos y sobrinos.