ISLAM | "Qawwali, la música del sufismo" #Trànsits
[NOTAS DEL PROGRAMA DEL CONCIERTO, EXTRAÍDAS DE LA WEB DEL AUDITORIO]
Las relaciones entre lo espiritual y lo musical en los ámbitos religiosos no siempre han sido fáciles. A menudo surgen tensiones entre la funcionalidad de la música y su exaltación de lo sensorial y lo emocional, tan intrínseca a las artes. Dado el potencial de la práctica musical para transmitir y recordar la palabra, convocar fieles o potenciar la liturgia gracias a su belleza, no es extraño que surjan contradicciones o desajustes con algunas finalidades propias de la liturgia.
El Islam, con su gran multiplicidad de comprensiones existentes en lugares tan diversos como Asia central, África, Asia oriental o Europa, es un caso interesante para observar esa tensión entre música y espiritualidad. Encontramos formas de gran belleza como la invocación vocal del almuédano en la oración -l'adhan-, que está claramente excluida de ser considerada como música por los practicantes de esta fe. Encontramos también formas devocionales no litúrgicas como el qawwali, muy representativo de la región del Punjab de Pakistán y la India. El qawwali surge en el seno del sufismo del siglo XIII, enmarcado en una orden que, lejos de proscribir la música, la elevó a la categoría de contemplación divina.
Más allá de las diversas corrientes de sufismo, el islamólogo Halil Bárcena nos acerca a su fundamento cuando dice: “La función cósmica del sabio sufí consiste en actualizar en el hombre el recuerdo y la presencia de lo divino, y posibilitar la experiencia unitiva representada por el amor.”
En el caso del qawwali, nos encontramos frente a una forma de canto devocional que otorga un rol central al texto, a través de poemas sufís y ghazal en lengua urdu, donde precisamente el amor es identificado como la base de la relación con Dios. Un amor espiritual a menudo descrito como si se tratase de un amor entre humanos, conteniendo imágenes mundanas como la mención de la taberna para referirse al corazón del místico o al sitio de encuentro sufí.
Esta importancia del texto dentro del qawwali sitúa a la voz en el centro. Una de sus principales características es la alternancia entre la figura de la voz solista y el acompañamiento formado por el resto de los intérpretes. Estos arropan y apoyan al solista con sus voces, palmas, percusión y un instrumento tan emblemático como es el armonio.
En esta ocasión tenemos la fortuna de escuchar al grupo Shuaib Aftab Qawwal, formado por siete voces, armonio y tabla: un conjunto reconocido internacionalmente en la tradición del qawwali. Esta agrupación, formada por la familia Mushtaq, está dirigida por Shuaib-Aftab-Ahmad Mushtaq, músico de la tradición Khayal y Qawwali y séptima generación del ghanara de Gwalior, formado con el maestro Ustad Sher Ali Meher Ali.
Si consideramos las palabras de Halil Bárcena cuando dice que “es común, entre los sufís, afirmar que todo lo que se puede expresar con palabras no es sufismo”, ¡qué más nos queda que entregarnos y dejarnos llevar en un viaje sonoro al que pocas veces tenemos acceso en nuestra ciudad!
“Tu rostro brilla como la luna, ¡oh tú, que enciendes los corazones!
Este pobre derviche ha perecido víctima de tu hechizo, amigo del alma,
lo cual es un gran honor para mí.
Si me miras, el mundo se vuelve cenizas.
Si me sonríes, todo sabe a miel.
Vivo prisionero en la celda de los dos mundos.
Si me dejaras sentarte a tu lado, me sentiría un hombre libre…”
Fragmento del ghazal de Amïr Jusro (1253-1325), utilizado frecuentemente en el qawwali.
Traducción al castellano de Halil Bárcena.
Horacio Curti
Doctor en Etnomusicología, es profesor de la Escuela Superior de Música de Cataluña (ESMUC) e investigador colaborador de INET en la Universidad de Aveiro desde donde investiga en temas de estética sonora de la música japonesa e investigación artística.