ISLAM | Para entender el calendario islámico

El calendario islámico sigue el ciclo lunar, en el que los meses comienzan y terminan con luna nueva, así como los días comienzan y terminan con la puesta de sol. Tratándose de dos astros con órbitas diferentes, los meses lunares no siempre coinciden con los meses solares, por lo que se produce un desfase retroactivo de unos diez días por año. O sea, los meses lunares van rotando por todas las estaciones en un ciclo de aproximadamente 36 años.

En época preislámica la duración del calendario no estaba fijada, es el islam que lo fijó en prohibir la práctica de intercalar ocasionalmente meses o días para ajustar o prorrogar (nasâ’) el calendario lunar al solar (Corán, IX, 36 y 37): el único criterio admitido a la hora de establecer el cómputo es el estrictamente lunar, tal y como se puede ver en la fijación propia del mes de Ramadán (Corán, II, 185).

El inicio del calendario islámico se establece en el año 638 del calendario gregoriano, en época del califa ‘Umar b. al-Ḫattâb, y a partir de un episodio clave en la historia del islam: el exilio (hijra o hégira) de los musulmanes hacia la ciudad de Medina el año 622. Aunque la comunidad islámica ya había sufrido otros exilios menores hacia tierras africanas, el exilio a Medina es el que se considera el más importante y decisivo.

El calendario islámico tiene doce meses, de los cuales cuatro son considerados inviolables: muḥarramrajabḏû-l-qa’da i ḏû-l-ḥijja. La palabra árabe utilizada para distinguir estos meses es harâm, concepto que se podría traducir como "inviolable" o "que conlleva limitaciones, prescripciones o prohibiciones", con referencia a los períodos de peregrinación y tregua preislámicos. El islam se hizo eco y los aceptó.

El año lunar islámico tiene entre 354 y 355 días, divididos en meses de 29 o 30 días (yawm). Los días se agrupan en semanas (usbû ') y toman el nombre de su orden numérico: el domingo es el primer día (yawm al-ahad) y el sábado es el séptimo y último (yawm as-sabt). La excepción es el viernes (yawm al-juma'), que toma su nombre de la oración del mediodía, cuando toda la comunidad (jamâ‘) intenta congregarse.

El islam sólo reconoce dos fiestas: la "pequeña fiesta" de la ruptura del ayuno (‘îd al-fiṭr) que marca el final del Ramadán (primer día del mes de šawwâl) y la "gran fiesta" del sacrificio (‘îd al-aḍḥa) que marca el final de la peregrinación anual a la Meca (décimo día de ḏû-l-ḥijja). Si la tradición judeocristiana ponía énfasis en el sentido liberador y "sabático" de la festividad, el islam añade el sentido de regeneración cíclica (iâda), como expresa, por ejemplo, la tradición profética (sunna) de ir y regresar de la oración de las fiestas por caminos diferentes.