¡En el caso del Distrito de Sant Andreu, el “Extra, Extra”! se ha implementado en el Instituto-escuela Acequia Condal y al Instituto-escuela El Tilo. La finalidad era que niños y niñas pudieran disfrutar, a lo largo del curso, de una serie de actividades extraescolares artísticas y científico-tecnològiques de manera gratuita.
La iniciativa buscaba, por una parte, ampliar la oferta de actividades extraescolares en los barrios y reforzar las actividades que se llevan a cabo fuera de las aulas; y de otra, mostrar, a través de estas actividades, la diversidad de los lenguajes artísticos a partir de cuatro grupos de actividades: artes plásticas, escénicas, visuales y música. Durante este primer año se pretendía que los niños se familiaricen con estas disciplinas, y por este motivo han podido hacer una cata de todas (un trimestre por actividad). La finalidad a medio-largo plazo, sin embargo, es crear un itinerario.
Actualmente, el proyecto consta de unos quinientos participantes entre los barrios de la Trinitat Vella, el Bon Pastor y Besòs-Maresme. ¡Hemos hablado con tres de los talleristas del “Extra, Extra”! para saber cómo ha ido esta primera edición, qué cosas les han gustado y qué aspectos del proyecto mejorarían.
¡Pol Guillen tallerista de cuentos y cómics Pol es ilustrador y al “Extra, Extra”! hace un taller de cómics y cuentos, dentro del itinerario de plástica y visual. Su objetivo a lo largo del curso ha sido trabajar la narrativa visual con el alumnado y el resultado ha sido la elaboración de un fanzine hecho con las mismas ilustraciones de los niños y niñas Cada alumno se ha podido llevar su ejemplar junto con las historietas de todos los compañeros y compañeras. “Desde el inicio tuve claro que quería plantear el trabajo del taller a través del cómic, porque para la chiquillería, todo es iconográfico e instantáneo, y el cómic te permite trabajar estos dos aspectos”, explica. Asegura que a los pequeños y pequeñas, los fascina más al cómic que el cuento y que a él, también le funciona muy bien trabajar éste formado: “Piensan y dibujan al mismo tiempo. Por una parte, es una manera fácil y directa de entrar en el mundo de la ilustración; de otra, es una buena forma de fomentar la lectura y el hábito lector. Finalmente, también trabajamos la escritura. Poder abordar todas estas dimensiones es importante y útil sobre todo para la chiquillería que se muestra reticente a la lectura”.
En el taller también se han trabajado valores y actitudes como la paciencia. “Tronco militante de luchar contra la inmediatez”, bromea. “Yo los enseño mis dibujos y les explico también el proceso de trabajo. Hace falta tiempo: con un papel y un lápiz se puede hacer casi de todo, pero hace falta ser paciente. Aprender a equivocarse y volver a intentarlo”. Pol también explica que, para él, el cómic es el formato perfecto para trabajar la narrativa y hacerlo, sobre todo, desde una mirada crítica. “Hay mucha ficción y consumimos mucha, pero no desde una perspectiva crítica”.
Una cosa que lo ha sorprendido al tallerista ha sido darse cuenta de cierta “individualidad” del alumnado y la dificultad, en algunas ocasiones, de trabajar en equipo. También el poco uso que se hace del catalán cuando la chiquillería para entre ella: “(…) Lo he encontrado dramático, porque sus relaciones son casi exclusivamente en castellano, aunque algunos alumnos hablan en catalán con las familias”, explica.
Su valoración de todo es muy buena. “Algunos de estos críos no habían visto nunca un cómic y ahora tienen el carné de la biblioteca del barrio. ¡La única pega que tengo es que se me ha hecho corto”! Pol ha hecho talleres al Instituto-escuela de Acequia Condal y a las bibliotecas de Bon Pastor y de la Trinitat Vella, con chicos y chicas tanto primero y segundo de primaria como de primero de la ESO.
Virgínia Escudero, tallerista de actividades escénicas La Virgínia, que es vecina de Sant Andreu, ha sido de tallerista en el Centro Cívico de Bon Pastor y el Instituto-escuela El Tilo. Asegura que está contenta porque “a veces cuesta una cantidad de trabajo arrancar una iniciativa de esta envergadura que dialogue con las instituciones y que funcione”. ¡Una de las cosas que más la atrajo de la “Extra, Extra”! fue su dimensión social. “En Barcelona sufrimos el barnacentrisme y nos pensamos que todo pasa en cuatro barrios del centro; y no es así. Yo siempre tengo un ojo que mira hacia los barrios periféricos, donde se hacen muchísimas cosas. Hasta que no aterrizas, no te das cuenta, pero estos barrios a quien nadie mira están llenos de actividades muy potentes que se remolcan con la vocación del vecindario y el tejido asociativo del territorio. ¡Lo que más me gusta del “Extra, Extra”!, precisamente, es esta dimensión social; la voluntad de hacer crecer los barrios. Oigo fascinación por las cosas que pasan en estos lugares y el tejido tan potente que hay”, dice. Y añade: “Es muy importante acercar la cultura a estos barrios periféricos, porque son espacios donde hay cierta necesidad de crear conexiones; y el arte puede ayudar mucho”.
Una vez inmersa en la puesta en marcha y el desarrollo del proyecto, la Virginia valora la plasticidad de lo mismo y la capacidad de ir adaptándose según las necesidades de los niños. “A lo largo de todo el curso, aparte de los contenidos propios del taller, hemos cuidado mucho la dimensión humana y de seguridad. He trabajado para hacerlo encajarlo todo de manera saludable; y eso es una tarea lenta que requiere mucha vocación. ¡Intentar seducir desde la cultura no es fácil”! , explica. Algunas de las dificultades que ha encontrado haciendo su taller ha sido la diferencia de ritmos entre el alumnado o la diversidad de idiomas o de preferencias, entre otros. “A veces y por muchos motivos, la gestión del grupo se puede hacer complicada; entonces toca bajar el nivel de exigencia y confiar en el alumnado. Cuando bajas el nivel de exigencia, te das cuenta de que la complejidad se reabsorbe de manera orgánica. Ha sido un gran proceso de descubrimiento y de aprendizaje recíproco”.
Con respecto a la próxima edición, a la tallerista le gustaría “estar más presente en la agenda del Distrito, poner en relación el proyecto con el Plan de Barrios y poder utilizar más infraestructuras. Me gustaría hacer crecer las sinergias entre los diferentes equipamientos. También me gustaría que se nos reconociera como aparte de la comunidad educativa”, destaca.
Marta Vigo: ¡hagamos música!
La sensación global de Marta, ahora que ya puede hacer una valoración del proyecto piloto, es que se lo ha pasado muy bien dinamizando los talleres del “Extra, Extra”!. Ella ha sido de tallerista en la Escuela Concepción Arenal y la Escuela Eduard Marquina (barrio Besòs-Maresme) y en el Instituto-escuela El Tilo (Bon Pastor). Para la tallerista, antes de llevar a cabo las actividades de música de las sesiones, ha sido fundamental crear un espacio seguro para todos los niños. “Quería ofrecer un espacio de seguridad, de tranquilidad y de juego que nos permitiera crear vínculos de grupo; siempre a través de la motivación y la escucha”. Ha trabajado de lo lindo por poder llevar a cabo el proyecto musical que había diseñado adaptándose al contexto de cada momento. “A medida que ha ido adelantando el curso también he notado un incremento de motivación entre el alumnado. A veces están desmotivados porque no saben qué harás, pero cuando lo van conociendo se crea una relación muy bonita”.
Marta asegura que en todo momento se ha sentido muy apoyada por las coordinadoras del proyecto y que se ha generado una buena red y un buen flujo de trabajo, pero reconoce, como en Polo, que un trimestre con cada grupo se le ha hecho corto: “Cuando ya conoces el grupo es cuando toca cambiar. Si los talleres se alargaran todo el año, se podrían seguir trabajando las diferentes disciplinas y fortalecer los vínculos. A pesar del poco tiempo, ha sido una experiencia bonita y enriquecedora (…) De cara al curso próximo también me gustaría poder trabajar de manera más fluida con las escuelas, que no seamos una seta, porque a veces he tenido esta sensación”, concluye.