La Escena Piloto, el proyecto promovido por el ICUB y el Teatre Lliure, celebra este año su cuarta edición con la participación de 110 jóvenes y 13 docentes de cinco institutos públicos de diferentes barrios: instituto Barri Besòs, instituto Joncar, instituto Montjuïc, instituto Caterina Albert e instituto Puigvert, éste último perteneciente al Distrito de Sant Andreu. Hoy queremos adentrarnos en las interioridades de este proyecto tan enriquecedor.
Los inicios Escena Piloto nació hace cuatro años con el objetivo que el alumnado tuviera la oportunidad de vivir la experiencia del teatro en un entorno profesional y acercar la creación a las aulas, también con la finalidad de ofrecer una formación específica en artes escénicas al profesorado implicado en el proyecto. “Antes estaban las Jornadas jóvenes de teatro, un proyecto del cual participaba el Teatre Lliure; pero era una colaboración. Entonces, siguiendo el modelo de Todo Danza, el Libre se planteó dar un paso adelante y se implicó mucho más: que la colaboración no quedara sólo reducida a una cesión de los espacios. Cuando estuvo el cambio de dirección y entró Juan Carlos Martel (2019) él tenía claro que quería a un público más joven y que quería tener más impacto en el ámbito educativo”. Quien habla es Montserrat Potrony, junto con Alícia Gorina, una de las ideólogas y responsables de la Escena Piloto. “En un principio trabajábamos el proyecto con tres cursos: 3º, 4 t de la ESO y 2º de Bachillerato, pero decidimos agacharlo porque nos dimos cuenta de que en 2º de Bachillerato, el alumnado tiene la cabeza en otro lugar, a la selectividad,” explica. “El objetivo era, y sigue siendo, poder llegar a los jóvenes que no tienen formación específica en lenguaje teatral; permitir el contacto de los niños con el teatro desde el ámbito profesional y desde la creación, no desde la asistencia como público”.
Escena Piloto vincula el lenguaje teatral con el alumnado a través de una experiencia vivencial y de creación colectiva. “Como pasa con Todo Dansa, el proyecto se articula a partir de una dirección artística que trabaja con una serie de institutos para llevar a cabo procesos de creación colectiva. En el caso de Escena Piloto, los cinco centros escolares escogidos acaban trabajando juntos”. El proyecto, además, tiene otra pata: la de la formación del profesorado implicado. “Ofrecemos una formación a los docentes porque queremos que la experiencia sea tanto para los alumnos como para el profesorado. Es necesario que los docentes tengan las herramientas necesarias por poder llevar a cabo el proyecto”.
El funcionamiento Escena Piloto, según explica Montserrat Potrony, está basado en un aprendizaje en cadena: se hace nueve sesiones de formación de dos horas cada una al profesorado inscrito y cuando se han hecho dos o tres sesiones, los docentes empiezan a trabajar con el alumnado. “Carla Rovira, que es la dramaturga del proyecto de este año, visita los institutos de manera regular: dos veces en el mes. Los institutos tienen el compromiso de trabajarlo dos horas a la semana. Igualmente, se hacen encuentros al Libre con el objetivo que el alumnado se conozca con el resto de institutos participantes. En función del desarrollo del trabajo de los diferentes grupos también se llevan a cabo encuentros parciales a lo largo del año”. El proyecto culminará con un espectáculo que se presenta al Teatre Lliure abierto al público general.
Carla Rovira, la dramaturga al frente del proyecto La encargada de Escena Piloto de este año es la dramaturga Carla Rovira, que ha trabajado con el alumnado un proyecto que lleva como título: “La ciudad es nuestra”. El proyecto quiere radiografiar la ciudad de Barcelona a partir de las experiencias y vivencias del alumnado, con un proceso de investigación sobre los espacios visibles e invisibles de los barrios donde están situados los centros educativos que participan. “Pensé que las personas que son menores de edad y que son adolescentes transitan la ciudad por un lugar diferente de por dónde la transitamos las personas adultas. Pregunté: ¿cuál es vuestra ciudad y cuáles son vuestras experiencias? A lo largo del curso han surgido diferentes ideas y ahora estoy intentando plasmarlas. Son una generación muy marcada por la irrupción de la pandemia y durante mucho tiempo, momentos claves de su vida, no han podido transitar la ciudad. Ahora lo empiezan a hacer, pero durante los últimos tres años han tenido que vivir de una manera muy concreta”, comenta.
La dramaturga hace énfasis con la idea de que “estos niños el año 2020 tenían 12 años y ahora tienen 15 o 16. Hay niños que a raíz de la pandemia no quieren salir a la calle o que están inmersis en las dinámicas de las redes sociales relacionadas con la estancia en la calle. Para ellis, estar en la calle significa estar con más gente en las redes sociales, hablar o hacer un TikTok. Me ha sorprendido mucho saber que hay niños con el Family link instalado en el móvil. Se trata de una aplicación para geolocalizar a las personas. ¿Cómo vives las experiencias de juventud y libertad si sabes que te están geolocalizando a cada paso que das? Y también hay otra cosa muy interesante. Escena Piloto es un proyecto a escala de ciudad, por lo tanto, participan centros de diferentes barrios; y es evidente que las realidades de los barrios son muy diferentes, en consecuencia, el tráfico por el territorio también lo es”. Todas estas ideas son las que Rovira está intentando plasmar en la pieza final, que tendrá un formato de “collage”. Rovira valora muy positivamente la experiencia, ya que asegura que tanto los grupos de alumnado como el profesorado encargado le ha puesto mucha energía y muchas ganas al proyecto.
Una experiencia transformadora y enriquecedora La valoración que hace Montse Potrony también es mucho positiva: “Escena Piloto siempre ha sido una experiencia muy transformadora, porque los procesos de creación colectiva son muy enriquecedores, ya que los niños se pueden presentar desde diferentes lugares y mostrarse diferentes. Eso también pasa con el profesorado implicado. También sucede en programas como Todo Danza o En Residencia: se trabaja con el mismo cuerpo, con el entorno más próximo —los compañeros y las compañeras— y con alguien desconocido que no forma parte de nuestro día a día. Esta confluencia resulta enriquecedora y positiva”. El proyecto también resulta muy positivo para los docentes implicados, ya que los sitúa en una posición de aprendices. “Los docentes aprenden al ritmo del alumnado y, aunque se mantienen coma figura de referencia, pueden establecer otras relaciones con el alumnado, porque quedan situados en otro espacio,” explica Potrony.
Éste es el segundo año que la Escena Piloto se ha podido llevar a cabo tal como había sido pensado en un inicio. El nacimiento de este proyecto coincidió con el estallido de la pandemia ocasionada por la aparición de la Covid-19 y durante los primeros años de existencia se tuvo que llevar a cabo de manera fraccionada. “Puede parecer negativo, pero aquello nos sirvió para coger experiencia. El año pasado fue cuando lo pudimos hacer de manera completa”, concluye Montserrat Potrony.