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Barcelona en posguerra 1939-1945

Nacionalcatolicismo

Con la victoria franquista, la religión católica quedó situada en el centro de toda la vida colectiva del país. La Iglesia, convertida en un actor principal de la dictadura, consiguió un control acaparador de la vida educativa, social, moral y cultural del país.

Durante los primeros años de la posguerra, Barcelona vivió una proliferación de actos religiosos, tanto en el espacio público como en las escuelas, edificios institucionales y culturales o monumentos históricos. El Auxilio Social se dedicó a organizar actos masivos de confirmación y comunión de niños y niñas en la Plaza de Sant Jaume, delante de la Catedral y en la iglesia del Pi, entre otros. El retorno del Cristo de Lepanto a la Catedral, en el recorrido entre la Plaza de Cataluña y la sede catedralicia, fue una demostración masiva de la alianza entre poder político, Iglesia y Falange. Las renovadas celebraciones del Corpus, la Semana Santa, las múltiples celebraciones de la Santa Misión y los Congresos Eucarísticos provinciales, eran un recordatorio permanente de la nueva Barcelona, nacida de la «liberación» del 26 de enero de 1939.