En el marco de las actividades vinculadas al 8 de marzo (Día Internacional de la Mujer), el pasado miércoles, 16 de marzo, a las 18:00 h, el Grupo de Diálogo Interreligioso de Gràcia organizó la mesa redonda “La aportación de las tradiciones religiosas y espirituales al debate sobre la discriminación hacia las mujeres y la violencia de género”. El acto tuvo lugar en la Sala de Plenos del Distrito de Gràcia.
Los grupos de diálogo interreligioso (GDI) son espacios de encuentro en los que personas vinculadas a creencias y convicciones diferentes de un territorio concreto se reúnen con el fin de reivindicar y visibilizar el pluralismo religioso en la ciudad, defender el derecho a la libertad religiosa, de pensamiento y de conciencia, combatir prejuicios entre tradiciones religiosas y espirituales y mejorar la cohesión social del territorio. Los objetivos de los GDI son: fomentar el conocimiento mutuo, dialogar entre confesiones y creencias, establecer alianzas y proyectos comunes en el territorio y darse a conocer al resto de la ciudadanía. El programa de los grupos de diálogo interreligioso (GDI) está impulsado por el Ayuntamiento de Barcelona y gestionado por la Asociación UNESCO para el Diálogo Interreligioso e Interconviccional.
Actualmente, en Barcelona hay cinco GDI en varios territorios de la ciudad: Gràcia, Sants-Hostafrancs, Nou Barris, el Besòs i el Maresme y Zona Nord. El GDI de Gràcia es uno de los más antiguos y activos de la ciudad. Se puso en marcha en 2010 bajo el nombre de Grupo Abrahámico. En una primera etapa se constituyó con personas de la tradición judía y de las diversas tradiciones cristianas e islámicas. En una segunda etapa, que se inició en abril de 2017, tras una serie de entrevistas a una quincena de personas, el grupo se reconstituyó tal y como es ahora. En él participan personas que pertenecen a comunidades de tradición católica, evangélica, cristiana ortodoxa, musulmana, budista o bahá’í, a la Iglesia de Scientology y a la Federación de Familias por la Paz y la Unificación Mundial.
El acto del pasado miércoles fue conducido y moderado por Marina López, socióloga y coordinadora del GDI Besòs-Maresme. Se inició con unas palabras del comisionado de Diálogo Intercultural y Pluralismo Religioso del Ayuntamiento de Barcelona, Khalid Ghali. Seguidamente, intervinieron varias mujeres vinculadas al GDI de Gràcia: Anna Maria Constant (Drukpa Barcelona – Druk Rangshar Kyipe Ts’el), Mercedes Gómez (Església de Scientology), Noemí Cortés (Església Evangèlica Assemblea de Germans del carrer Terol), Dolça Balil (Federació de Famílies per la Pau i la Unificació Mundial) i Ana Gimeno Cristóbal, teóloga católica.
En el acto se habló de cómo se conceptualiza la inferioridad o no de las mujeres en las tradiciones religiosas y espirituales. En muchas tradiciones, mujeres y hombres son iguales desde el punto de vista espiritual o en relación con la divinidad. Por ejemplo, para las personas practicantes de la Iglesia de Scientology, se entiende que tanto mujeres como hombres son seres espirituales y que el espíritu no tiene género. A pesar de ello, dicha igualdad no siempre se refleja en la práctica en las comunidades y organizaciones religiosas, ni en la sociedad en general.
En el caso del budismo, por ejemplo, Anna Maria Constant explicó com el Buda histórico, que nació en una sociedad patriarcal, se dirigía explícitamente a hombres y mujeres, ordenó monjas y monjes y especificó que las monjas no debían estar al servicio de los hombres. En el budismo vajryâna (una de las ramas o etapas del budismo) no existe ninguna prohibición para que las mujeres puedan acceder al liderazgo o alcanzar los máximos niveles de realización u ordenación. Pero en la realidad conocemos históricamente pocas mujeres realizadas espiritualmente y pocas maestras; esto no es porque no haya habido sino porque han sido invisibilizadas. También los monasterios femeninos fueron discriminados y recibieron prohibiciones: entre otros, por ejemplo, las monjas no podían dirigir rituales, no podían realizar ejercicio físico o, también, los monasterios femeninos recibían menos recursos que los monasterios constituidos por una comunidad masculina. Pero en la actualidad esto está cambiando. Pone como ejemplos, la Asociación Internacional Sakyaditha, una asociación de mujeres budistas, que tiene sede también en Barcelona. También está el caso de las monjas Drukpa Kung Fu, que no solo hacen ejercicio físico, sino que viajan por Nepal e India enseñando a las mujeres técnicas de autodefensa para protegerse de agresiones sexuales.
En el caso del cristianismo evangélico, Noemí Cortés explicó que la situación de las mujeres depende de cada iglesia. A menudo, sin embargo, estas iglesias han reflejado los valores de una sociedad machista. Las iglesias han sido un reflejo de la sociedad. Las mujeres tenían que callar y perder la voz. Los textos eran interpretados desde un prisma patriarcal. Salvo contadas excepciones, eso dificultaba que las mujeres pudieran acceder a puestos de mayor responsabilidad. Las mujeres estaban sometidas a discriminación y abuso, aunque a veces fuera de forma sutil. La violencia de género no es solo la violencia o la agresión física más grave, sino que la pirámide de esta violencia se sustenta en acciones sociales que someten y discriminan a las mujeres, en el abuso psicológico y en la violencia verbal o simbólica. Actualmente, sin embargo, cada vez hay más mujeres en puestos dirigentes, y también como pastoras. No hay tope a la hora de estar en un puesto de liderazgo o dirección; depende de cada comunidad. Las mujeres se han ido empoderando y adquiriendo el rol que les corresponde, pero todavía queda mucho camino por hacer.
En el caso católico, Ana Gimeno explicó que en la jerarquía católica las mujeres tienen un papel de inferioridad y están excluidas del ministerio. Es necesaria una reforma profunda, porque se habla de fraternidad, pero la fraternidad no puede existir sin igualdad. El patriarcado se ha hecho legítimo como divinamente ordenado, pero, según Gimeno, eso no tiene nada que ver con el auténtico mensaje del evangelio de Jesús. Habló de la importancia del papel de la teología feminista y la necesidad de deconstruir el patriarcado en la interpretación de los textos bíblicos, que han servido para justificar la opresión y el sometimiento de las mujeres. También explicó que las mujeres tienen muchos papeles y tareas en la Iglesia (mantenimiento de los ornamentos litúrgicos, catequesis, actividades de tiempo libre, Cáritas, atención a las personas enfermas, formar parte de los consejos parroquiales, etcétera), pero a menudo sin reconocimiento. Hay mujeres que llevan a cabo muchas tareas, a menudo gratuitamente, pero hay pocas profesoras de teología o mujeres en espacios de responsabilidad. Recientemente, el papa Francisco ha nombrado a algunas mujeres en cargos de responsabilidad en el Vaticano, pero todavía son pocas. La Santa Sede es una institución patriarcal. Afirma que la Iglesia no reconoce la dignidad de las mujeres y acepta como normal el machismo, la misoginia y la discriminación de las personas LGTBI, y eso es violencia. Muchas mujeres tienen muy interiorizado este sistema patriarcal, y es necesario que tomen conciencia de su dignidad. Estos comportamientos están muy lejos del carisma original de Jesús, según Gimeno. No se trata de dar permiso, sino de reconocer derechos.
Las últimas intervenciones aportaron algunas ideas para seguir trabajando en la lucha contra la discriminación de las mujeres y la violencia de género. Entre otras cosas, se habló de la necesidad de buscar referentes femeninos. También es necesario que los hombres compartan las tareas de cuidados y que se dé valor a las tareas que tradicionalmente han sido consideradas femeninas. Es necesario que las mujeres puedan acceder a puestos de autoridad, pero también hay que cambiar la forma de ejercer la autoridad.
*Si queréis saber más sobre el diálogo interreligioso, consultad este artículo.
*Si queréis saber más sobre las actividades que la OAR ha organizado en relación con las mujeres y la lucha por la igualdad de género, consultad AQUÍ.