“Las finanzas éticas nos consideramos instrumentos de cambio social”

Entrevistamos a Pedro M. Sasia, Presidente del Consejo directivo de la Federación europea de banca ética (FEBEA).

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11/05/2022 - 11:23 h - Empresa Ajuntament de Barcelona

Pedro M. Sasia, Presidente del Consejo directivo de la Federación europea de banca ética y alternativa (FEBEA), nos da los detalles del encuentro anual de FEBEA, y el papel transformador de las finanzas éticas.

 ¿Cuál es la situación actual de las finanzas éticas a nivel estatal y europeo?

En este momento podemos identificar un cambio de escala en términos de adquirir influencia, reconocimiento, reputación por el propio desempeño que han tenido las finanzas éticas las últimas décadas y su comportamiento en momentos en los que el tema financiero se ha puesto muy bajo análisis, como fue la crisis financiera del 2008 o las respuestas financieras a la pandemia.

Las finanzas éticas se consideran ya, con ese nombre y con esa caracterización, interlocutores habituales en los programas europeos de desarrollo. Estamos citadas explícitamente en el Plan de Acción para la Economía Social para inyectar dinero al desarrollo de la economía social desde la Unión Europea. Y ahí se reconoce, y en otros ámbitos, que las finanzas éticas somos intermediadores muy valorados por las propias características que tenemos como entidades de finanzas éticas.

¿Qué papel tienen las administraciones y, sobre todo, las locales como el Ayuntamiento de Barcelona, en este fortalecimiento del reconocimiento y de las propias finanzas éticas?

Las finanzas éticas nos consideramos, desde nuestro propio nacimiento, instrumentos de cambio social, y en ese proceso de cambio social, no somos autosuficientes, no podemos hacerlo solas. Existe todo un contexto que puede ser más o menos facilitador o que dificulte su desarrollo.

Los ayuntamientos son socios potenciales importantísimos para las finanzas éticas. Para los ayuntamientos donde el impacto social es una de sus prioridades de gestión, somos socios con los que se pueden establecer alianzas de mutuo beneficio, sin ninguna duda. Y eso ocurre en muchísimas políticas municipales; de vivienda, sociales, de cooperación, de desarrollo económico… En todas estas políticas, es muy importante contar con intermediadores financieros fiables, que sean capaces de alinear esas políticas con su propia misión. Las finanzas éticas funcionan y pueden conceder crédito, crédito muy bien evaluado desde el punto de vista económico, financiero y socio ambiental.

¿Cómo se define desde las finanzas éticas este concepto de sostenibilidad?

Nuestras sociedades actualmente son extremadamente desiguales y con brechas muy graves en muchísimos aspectos. Entendemos que sostenibilidad tiene un componente medioambiental que es mucho más que cambio climático. Es un componente medioambiental que incide en muchos otros aspectos, pero también tiene un componente social indisoluble del componente medioambiental. Y, además, hay un componente relacionado con la gobernanza cuando hablamos de sostenibilidad financiera. Las finanzas tienen que cambiar radicalmente su manera de relacionarse como organizaciones con la sociedad.

¿Qué otras diferencias ves entre las finanzas tradicionales y las éticas en este sentido?

A partir de la crisis del 2008, aparecieron buenos deseos para acabar con la opacidad en las operaciones financieras, con negociación de alta frecuencia de títulos, con los paraísos fiscales, con etcétera, etcétera. Aparecieron un montón de cuestiones que debieran ser afrontadas. Promesas rotas, todas ellas. Nada de eso ha conseguido embridar adecuadamente al sistema financiero. De tal manera que en estos momentos el reto de sostenibilidad es un reto que también tiene que ver con cómo se gobiernan las propias organizaciones financieras. No es solo cuánto invierto en huella climática, o en huella de carbono, o en reciclado, o en energías renovables. Eso son situaciones o circunstancias que las finanzas éticas desde hace mucho tiempo llevan reclamando como componentes indisolubles del concepto “sostenibilidad” y así nos comportamos.

¿Qué implican las finanzas éticas para la ciudadanía, sea cliente o no?, ¿cómo permean otras áreas de la sociedad?

Hay todo un nicho de alternativas económicas que tienen una función que no está únicamente vinculada al circuito económico al que pertenecen. Tenemos un reto cultural político que está indisolublemente unido a nuestra actividad económica. Somos herramientas de acción política que tratan de transformar nuestra sociedad y cambiar la manera en que se relaciona.

Desde ese punto de vista, la proliferación de alternativas económicas lanza mensajes a la ciudadanía que van mucho más allá de “consume banca ética”. Es un mensaje de “construye banca ética y entiende, sobre todo, las consecuencias no económicas de tus decisiones económicas”.

A mí me parece que ese mensaje es muy potente. Nuestras decisiones de consumo tienen incidencia política. Y en estos tiempos, ser una persona ciudadana responsable tiene necesariamente que incluir preguntas sobre qué consumimos y a quién. Eso también incluye a un ayuntamiento que públicamente se compromete a desarrollar un proyecto determinado de la mano de un actor social de esta naturaleza de economía alternativa. Está lanzando otra vez ese mismo mensaje. Es decir, “atención, atención, que no es lo mismo consumir a determinados proveedores que a otros porque los efectos sobre la justicia social son diferentes”.

Los próximos 23 y 24 de mayo, FEBEA se reúne en Barcelona. ¿Puedes contarnos un poco más sobre este encuentro anual y la asamblea de federación?

Nuestra federación tiene una gobernanza extremadamente cooperativa. Es una federación con 33 miembros (bancos y financiadores, fundaciones de finanzas éticas) de 17 países europeos distintos. El 24 de mayo es nuestra asamblea anual en Barcelona, la primera presencial desde hace tres años. Aprobaremos el nuevo plan estratégico, la entrada de tres nuevos miembros y aprovecharemos para hacer talleres con el Fondo Europeo de Inversiones y con otras instituciones para reforzar las capacidades de nuestros miembros.

Siempre que organizamos las asambleas, el día anterior celebramos una conferencia abierta, también este año en Barcelona. El día 23 de mayo, hay una conferencia que se titula “Credit and Beyond” que reunirá al quién es quién de las fianzas éticas de las finanzas europeas.

¿Qué hay detrás de ese beyond? ¿Qué formaciones y talleres incluiréis en la sesión abierta?

Las finanzas éticas es que somos laboratorios de experimentación. A nosotros nos interesan aquellos nichos de actividad en los que está claro el impacto social, medioambiental y que muchas veces están, como se suele decir, fuera de mercado. Los grandes operadores no están interesados porque son complicados, porque no los entiende.

Así, vamos a compartir varias experiencias interesantes de financiación innovadora. Hay buenas prácticas que tienen que ver con acuerdos público-privados para el desarrollo de circuitos microfinancieros, con la financiación de las energías renovables o con la financiación de proyectos agroecológicos. Otros tienen que ver con la financiación de los proyectos de empresas recuperadas, el “workers’ buyout”. Traeremos también el know how importante que tiene en este caso uno de los miembros de FEBEA, que es Banca Ética, de la que soy vicepresidente. En concreto, vamos a traer nuestra experiencia en la financiación del co-housing, que algo que para el Ayuntamiento de Barcelona es muy cercano porque ha puesto en marcha proyectos de co-housing muy innovadores y frescos y nosotros participamos como financiadores.

Banca Ética, a finales del 2021 presentó la nueva oficina de Barcelona, que ya estaba en funcionamiento durante la pandemia. ¿Qué implica tener una oficina a pie de calle de esas características?

Banca Ética es una cooperativa con base social en los Estados Italiano y Español. Tenemos 46 mil socios y socias en ambos Estados. Comenzar un proyecto de finanzas éticas es muy complicado. Hay factores de escala que son claramente demoledores para la sostenibilidad de un proyecto como el nuestro y, en nuestro caso, el ser capaces de abrir oficinas en Barcelona, ha supuesto la consolidación de un proyecto internacional.

Los proyectos de finanzas éticas no crecen haciendo inversiones en distintos lugares pensando en oportunidades de mercado. Crecen porque primero se genera un tejido social suficiente y después, sobre ese tejido social, se van estableciendo las estructuras financieras adecuadas. La construcción del tejido social catalán ha sido un proceso de construcción riquísimo, por la propia riqueza que tiene Catalunya, y particularmente Barcelona; la riqueza que tiene en alternativas económicas, una tradición de militancia y de compromiso social en relación con las alternativas económicas. Esa construcción de base social ha hecho que sea coherente y consistente la apertura de la oficina en Barcelona.

Cuando comenzamos a crear el proyecto Fiare Banca Ética no sabíamos si realmente existía esa demanda social lo suficientemente interesada en las alternativas económicas y comprometida, o si estaba todo el mundo encantado de la vida con su banco, su toalla, su bicicleta y su calendario. Se ha demostrado que, efectivamente, cuando estás sobre el terreno, cuando tienes una base social suficiente, como ocurre en Barcelona, la demanda existe, y es amplísima.

¿A qué retos se enfrentarán las finanzas éticas?

La incidencia de las finanzas éticas como una herramienta que parte siendo económica y se inserta en el sistema financiero, que es el corazón del sistema económico, tiene que ser capaz también de fertilizar el contexto. Tiene que ser capaz de transformar o colaborar en la transformación de políticas hacia objetivos claramente vinculados con el auténtico sentido de la sostenibilidad (social, medioambiental, de gobierno de las organizaciones, de los grandes actores económicos) y ese es el reto más importante que tenemos.

En cuanto a los reguladores y las normativas que regulan el mercado bancario, éstas deberían adoptar normativas específicas que tratasen de apoyar y facilitar el crecimiento de lo que, claramente, es un bien social: entidades no lucrativas. La Unión Europea proclama que la biodiversidad en el ecosistema financiero es muy bienvenida, pero luego no hay ninguna medida que promueva dicha biodiversidad sino todo lo contrario.