En la escuela damos mucha importancia a los espacios exteriores, porqué creemos que generan por sí solos un sinfín de oportunidades de aprendizaje: motrices, relacionales, de descubrimiento, de autonomía. Queremos fomentar el contacto con la naturaleza para que los niños y niñas puedan experimentar y vivir en contacto con el mundo real, viendo sus cambios, olores, temperatura, colores ... Pasar ratos al aire libre proporciona nuevas e inesperadas vivencias que ni siquiera estaban contempladas, pero no por ello menos valiosas: ver pasar un gato, el vuelo de un pájaro, aviones que pasan, la luna que ya se puede ver, la aparición de una abeja o de una mariquita, la transformación de la flor en fruto, el descubrimiento de las sombras ... Todo son motivos de conversaciones y / o inicios de nuevas indagaciones.
"En una sociedad cada vez más urbanizada (también mentalmente), ofrecer un jardín de secretos no es un accesorio opcional, sino un deber educativo urgente"
Ritscher, P. (2003). El jardín de los secretos.