El servicio de Bomberos de Barcelona, tal y como se conoce actualmente, nació en 1865 cuando el Ayuntamiento de Barcelona asumió como propia la Compañía de Bomberos, creada años atrás por la Sociedad de Seguros Mutuos contra Incendios. Tiempo atrás, la ciudad disponía de diferentes organizaciones, generalmente formada por voluntarios gremiales que, de una manera más o menos exitosa, intervenían en la extinción de los fuegos.
Albañiles, carpinteros y cerrajeros del distrito eran llamados por el toque de fuego con un insistente repique de campanas que alarmaba del incendio, y eran dirigidos por el primer regidos de obras del Ayuntamiento que llegaba hasta el lugar del siniestro. Los vecinos también intervenían, pero la carencia de medios (cubos, bomba manual y escaleras), la poca preparación de los cortafuegos y la propia urbanística de la ciudad – calles estrechas, casa pequeñas y apretadas e industrias dentro del casco urbano- dificultaban el éxito de las intervenciones. El fuego se acababa extinguiendo, pero a menudo arrasaba edificios enteros, bienes particulares y algunas vidas.
Reglamento de la sociedad de Seguros Mutuos de Barcelona 1836
Para minimizar los daños de los fuegos, se constituyó en el 1835 la Sociedad de Seguros Mutuos contra Incendios, una organización filantrópica impulsada por propietarios de edificios y miembros del gobierno municipal. La quema de conventos de la noche de San Jaime de 1835 dio el impulso final a la constitución de La Mutua que, junto con el Ayuntamiento de Barcelona, creó la primera Compañía de Bomberos.
Ramon Soley Cetó. Archivo Histórico de la Ciudad de Barcelona. 1835
La compañía la formaban 30 peones, 8 carpinteros y 2 cerrajeros a las órdenes de un comandante y 4 capataces. Disponía de un presupuesto de 1.000 libras catalanas al año, además de las mensualidades y de los jornales de cada incendio. El arquitecto Josep Mas i Vila fue su primer jefe.
Grabado procedente de La Ilustración. Periódico Universal (Madrid), 7, 15 febrero 1851, p. 49. La descripción de los hechos en la mismo revista, número 6, 8 febrero 1851, p. 41-42. Archivo Histórico de la Ciudad de Barcelona. 1851
En 1851, momento en que la Mutua tenía plena responsabilidad de la Compañía de Bomberos, el arquitecto Antoni Rovira y Trias fue nombrado jefe de Bomberos. Rovira publicó en 1856 el «Manual para la extinción de Incendios«, un tratado donde teoriza sobre la mejor manera de organizar la gestión del servicio de bomberos según su propia experiencia y tomando de referencia la organización de las compañías de bomberos de Francia. En este tratado teórico sobre la gestión del servicio de bomberos, Rovira indica que la gestión puede ser municipal, militar o privada – tres modelos por los cuales la ciudad había pasado -, pero defiende la gestión municipal. Insiste en la necesidad de que los gobiernos municipales se comprometan en la extinción del fuego a través de una compañía bien preparada, equipada y dirigida y de una política de prevención, especialmente en los espacios más concurridos como los teatros y las salas de fiesta de la ciudad.
Seis años más tarde les llamas destruyeron por completo el Teatre del Liceu.
Sanz, F. Archivo Histórico de la Ciudad de Barcelona. 1861 Incendio del Gran Teatre del Liceu el 9 de abril de 1861. Las llamas salen de detrás del edificio. En primer término, los bomberos apagando el fuego.
El incendio del Liceu en 1861 fue el punto de inflexión para que se iniciara una década de cambio y modernización en la ciudad y en el servicio de los bomberos. Barcelona derruye sus murallas, la ciudad respira y se ensancha con en Pla Cerdà. El Ayuntamiento recoge las insistentes peticiones y propuestas cívicas del reglamento del servicio de bomberos y en 1865 adquiere la gestión de la Compañía de Bomberos para proteger la seguridad de los ciudadanos de Barcelona.
Imágenes y recuerdos, p. 18
En este momento empezó una etapa de innovaciones y avances en el Servicio de Bomberos de Barcelona que lo convirtió en un referente y modelo en el ámbito nacional e internacional.
Bonet, Pere Joan. Archivo Histórico de la Ciudad de Barcelona. 1888
El atentado del Hipercor de la Avenida Meridiana el 19 de junio de 1987 fue el siniestro más trágico de la década. Fue provocado por la organización terrorista ETA al dejar a primera hora de la tarde un coche bomba en el aparcamiento subterráneo del centro comercial. Era un momento de gran afluencia de público y el atentado provocó 15 muertos y 28 heridos grave. Los bomberos tuvieron muchas dificultades para realizar las tareas de rescate a causa de la gran cantidad de humo que llenaba el aparcamiento y que fue la causa de asfixia de muchas víctimas. Fue el atentado más grave que había sufrido Barcelona y supuso una verdadera conmoción ciudadana.
La Navidad de 1932 se declaró un incendio en los almacenes El Siglo situados en la parte alta de Les Rambles. Esos almacenes, los más grandes y populares de la época, eran considerados por los bomberos como uno de los edificios de mayor peligrosidad en caso de incendio como también lo eran El Liceu, el Teatre Principal u otros lugares públicos donde se podía concentrar mucha población y donde había grandes cantidades de materiales inflamables. Por este motivo, los bomberos habían hecho unos años antes los planos de las diferentes plantas del edificio con la localización de las bocas de agua más cercanas.
A principios del siglo XIX, Barcelona no disponía de un servicio profesional de bomberos. En otras ciudades los fuegos eran sofocados por albañiles, cerrajeros, carpinteros y voluntarios dirigidos por el regidor de obras. La carencia de un equipo preparado suponía que solo los pequeños incendios se pudieran sofocar sin muchas pérdidas mientras que la mayoría de incendios se acababan apagando por el derrumbe que el fuego provocaba en el edificio.
El año 1926 se aprobó un reglamento municipal para pagar unos pequeños sueldos, jornales y gratificaciones, y equipar con unos mínimos una compañía de bomberos de 25 hombres dirigida por el maestro de obras municipal. A pesar de la buena voluntad de los bomberos, sus habilidades eran escasas y muchos edificios se tenían que acabar derribando para que el fuego se apagara. En los años siguientes se sucedieron diversos reglamentos hasta el año 1933 cuando el capitán general de Cataluña, Manuel de Llauder, recuperó la propuesta de constituir una sociedad de seguros de mutua contra incendios que finalmente se fundó en 1935 con el nombre de Sociedad de Seguros Mutuos contra Incendios y que fue conocida como La Mutua.
La Mutua tenía un carácter filantrópico y junto con el Ayuntamiento de Barcelona crearon la primera compañía de Bomberos de Barcelona. La compañía era formada por 30 albañiles o peones, 8 carpinteros y 2 cerrajeros a las órdenes de un comandante y 4 capataces. Disponía de un presupuesto de 1.000 libras catalanas al año, además de las mensualidades y de los jornales de cada incendio. El arquitecto Josep Mas y Vila fue el primer jefe.
En 1851, momento en que La Mutua tenía plena responsabilidad de la Compañía de Bomberos, el arquitecto Antoni Rovira y Trias fue nombrado jefe de bomberos. Rovira publica en 1856 el Manual para la extinción de incendios, un tratado donde teoriza sobre la mejor manera de organizar la gestión del servicio de bomberos según su propia experiencia y tomando como referencia la organización de las compañías de bomberos de Francia. En este tratado teórico sobre la gestión del servicio de bomberos, Rovira indica que la gestión puede ser municipal, militar o privada – tres modelos por los cuales la ciudad había pasado-, pero defiende la municipal. El Ayuntamiento recoge las insistentes peticiones y propuestas cívicas de reglamento del servicio de bomberos y en 1865 la Compañía de Bomberos se convierte en una entidad municipal con el fin de proteger la seguridad de los ciudadanos de Barcelona.
La celebración de una nueva Exposición Internacional en Barcelona en el 1929 fue decisiva para dar un empujón a la modernización del cuerpo de bomberos. Aprovechando el presupuesto extraordinario, el Ayuntamiento adquirió una flota completa de 14 coches de la casa alemana Magirus.