Como colectivo humano, los bomberos han vivido siempre marcados por el riesgo y la incertidumbre implícitos en su trabajo. La disciplina organizativa interna, con cargos jerárquicos de nomenclatura militar, convive con los vínculos que se establecen entre bomberos basados en el compañerismo, el aprecio y unos estilos de liderazgo a partir del respeto, como no puede ser de otra manera cuando un compañero puede salvar la vida a otro en cualquier momento. Pero, ¿qué define a un bombero?
El Cuartel de la calle Lleida fue inaugurado en septiembre de 1928 con motivo de la Exposición Universal. Fue el primer cuartel de los Bomberos de Barcelona diseñado y edificado para este fin.
Durante varias décadas, su torre ha sido el símbolo de Bomberos de Barcelona y, por lo tanto, del cuidado de la ciudad y de su gente.
Estuvo en funcionamiento como Parque del Poble Sec hasta el año 2000 y albergó el Laboratorio de el Fuego. En 2017 el edificio de la calle Lleida se devuelve a la ciudadanía como sede del Espacio Bomberos-Parque de la Prevención.
Los bomberos crean fascinación, especialmente en los niños: ¿qué niño no se ha imaginado alguna vez con las botas, la chaqueta, el casco y sosteniendo la manguera a punto de apagar un fuego o encima de una larga escalera para hacer un rescate?
La complicidad viene de lejos: los Bomberos de Barcelona a lo largo del tiempo han contribuido en mantener viva esta ilusión a través de las visitas escolares orientadas a dar consejos de prevención, participando en las fiestas populares o acompañando a los Reyes Magos a llevar regalos a los niños hospitalizados.
Los bomberos se arriesgan para ayudar a los demás. Les hace felices y les enorgullece acabar un servicio con éxito. El mejor regalo es siempre el agradecimiento de las personas.
El momento más emocionante de los bomberos ocurre cuando «tocan luces» y salen veloces hacia un servicio. Aunque los bomberos dan lo mejor de ellos, no siempre hay finales felices. La muerte de compañeros o los accidentes con víctimas, especialmente niños, son los golpes más duros de la carrera de un bombero.