Se trata de la última cabina telefónica con techo, puertas y recubrimiento de vidrio, de las más de 500 cabinas que quedan en la ciudad de Barcelona. Esta semana la Comisión de Gobierno ha aprobado la aceptación de la donación, que será formalizada en los próximos días.
El Ayuntamiento de Barcelona siempre ha tenido inquietud por poner en valor los elementos singulares históricos que enriquecen el paisaje urbano de la ciudad, lo que ha provocado que se hayan buscado soluciones en el marco de una estrategia global de recuperación de la calidad de la imagen urbana, a través de la recuperación de elementos singulares. En este contexto, el Gobierno municipal manifestó a Telefónica su interés por esta cabina, dado su carácter simbólico, histórico y paisajístico y el pasado mes de febrero la compañía manifestó su voluntad de darla a la ciudad para convertirla en un elemento de memoria colectiva de Barcelona.
Así, este lunes, 8 de marzo, los equipos técnicos del distrito de Horta-Guinardó han procedido a la retirada de la cabina de la vía pública con el fin de trasladarla a un depósito municipal. En los próximos meses el Instituto Municipal de Paisaje Urbano procederá a rehabilitarla y, posteriormente, la cabina se instalará ya de manera definitiva en la plaza Meguidó, en el mismo barrio de Sant Genís dels Agudells, donde pasará a tener un uso de punto de intercambio de libros.
Este uso se decidió en una consulta vecinal, realizada en 2017 entre los residentes del barrio, a partir de la cual se determinó cuál debía ser su futuro. En total se presentaron 93 ideas de usos, entre las que hubo propuestas para que la cabina ofreciera una línea directa con el teléfono del civismo o con el 112, para que se convirtiera en un punto Wifi o para que continuara siendo una cabina. Finalmente, la propuesta que más votos obtuvo fue la de convertirla en un punto de intercambio de libros.
La última cabina de Telefónica del modelo con puerta salió del anonimato gracias a Anna Farré, antigua profesora de instituto y vecina del Eixample que inició una campaña para preservarla. De este modo, propiciado por el interés de la ciudadanía y por el Distrito de Horta-Guinardó, se puso en marcha este proceso para convertirla en patrimonio histórico y urbanístico del barrio y de la ciudad. De hecho, en 2018 el Centro Cívico Casa Grogaa organizó un festival de cortometrajes llamado La última cabina, en la que este elemento urbano era el gran protagonista. Puede ver todas las obras en este enlace.