La Gertha / Javi (Sabadell, 1994)
Mis amigos de toda la vida siempre me preguntan lo mismo cuando estoy montada: “Te importa si te llamo Javi? Es que me sale natural”. Y la gente que me ha conocido primero como Gertha y posteriormente como Javi en muchos casos no conocen mi verdadero nombre, y directamente me llaman así, Gertha.
Mi respuesta es siempre la misma. Son dos nombres que engloban un mismo cuerpo, una misma mente, dos personalidades que coexisten en el mismo cerebro. Simplemente, una le gana protagonismo a la otra dependiendo del contexto en el que me encuentro, así que si me llamas Javi estando de “Gertha” o me llamas Gertha estando de “Javi” SIEMPRE me sentiré identificado, y SIEMPRE contestaré con la misma sonrisa.
Recuerdo que desde pequeño he tenido inquietudes que socialmente se le otorgan a un papel más femenino, y que por otro lado me sentía igual de cómodo con mi parte masculina, simplemente no me planteaba nada, me sentía bien siendo yo. Hasta que empiezas a crecer y tu familia, amigos y conocidos empiezan a meterte en la cabeza pensamientos tóxicos, diciéndote que es lo que se espera de ti como “niño”. Ahí es donde realmente se genera la controversia, empiezas a esconder intereses, a construir una fachada que impida sentirte desprotegido ante la sociedad que te envuelve. Y únicamente ocurre porque hay una falta de interés cultural y social enorme. La negación es más fácil que la aceptación o la normalización.
En mi caso, el hecho de que ahora viva en el centro de Barcelona, digamos que ha impulsado de una forma bestial la manera en la que me expreso como persona. Me siento cómodo vistiendo de una forma determinada, maquillándome si me apetece o simplemente ser yo mismo.