Virginia Ice (Badalona, 1996)    

Desde pequeña me costó integrarme con el resto de niños. No me gustaban las cosas que deberían gustarle a un niño pequeño. Nunca me entusiasmó el fútbol, prefería dibujar o jugar con muñecas.

Durante muchos años mi género me separó del mundo en muchos sentidos. Sentía que solo podía ser yo misma cuando estaba sola, así que hice lo posible para que me dejaran en paz.

Entender mi género y mi identidad me ha llevado a la gente que sí me ha entendido. También el mudarme a Barcelona, porque un pueblo pequeño no es lugar para una persona queer. En Barcelona he florecido, poco a poco, y he ido aceptando la complejidad y la belleza de la persona que soy en realidad. He dejado de huir de mi poder y de lo que el mundo me brinda. Por fin he podido enamorarme, hacer amigues y vivir la juventud que siento que se me robó. 

Creo que mi trabajo artístico ha hecho que mi entorno se replantee cosas. Algunas de las personas más especiales para mí quisieron conocerme por mi arte y cuando me dicen que se han replanteado su identidad o su manera de ver las cosas me emociona. A la vez que mi género es parte de mi arte, siento que no lo es más que ninguna otra cosa, simplemente es imposible para mí no hacer arte desde la perspectiva de una persona transfemenina.

Para mí, mi trabajo artístico es la manera de entender y abrazar mis emociones, mis procesos vitales. En gran parte es mi terapia. Si puedo convertir algo en arte, se convierte en positivo. Con el tiempo he entendido que mi meta con todo esto es un homenaje a la gente que amo, retratar un momento, un sentimiento, todo este amor.