La contradicción como criterio: transcender y transgredir

En la actualidad, el prefijo trans ocupa un espacio cotidiano, del transgénero a la transreligión o el transhumanismo. Entendido como ir más allá de lo establecido, la idea, sin embargo, no es nueva: si miramos las cosmovisiones y religiones tradicionales, muchas de estas cuestiones ya se plantean en ellas. El ser humano parece no resignarse a su finitud corporal.

Tanto la transcendencia como la transgresión, dos términos intemporales, siguen interpelándonos. Si pensamos en dos ámbitos, el espiritual y el material, podríamos emparentar la transcendencia con el primero y la transgresión con el segundo. Pero, en realidad, ambos términos, como todo lo que contiene el prefijo trans, implican la noción de movimiento, de una fuerza que empuja.

Así pues, ¿transcendencia y transgresión se contradicen entre sí? Simone Weil escribió que “la contradicción con la que topa el espíritu es el criterio de lo real”, y es en esta contradicción donde, si la empleamos como criterio de indagación, podemos entrever algo más amplio. El mismo prefijo trans nos lleva a ir más allá de la lógica binaria.

Pensemos, por ejemplo, en el supuesto binario vida-muerte. Las religiones, tradicionalmente, se han ocupado de romper esa dualidad con la transcendencia, mientras que otros ámbitos, como los diversos utopismos ideológicos, lo han hecho con la transgresión: en todo reside el inconformismo. Y si en el ámbito religioso a menudo la transgresión se ve como herejía, los inicios fundacionales de la mayoría de las tradiciones espirituales se basan en esa transgresión (de valores, de paradigmas) que buscan la transcendencia.

Reflexiones y película

En este acto del sábado 15 de octubre, titulado explícitamente “Transcender, transgredir” y enmarcado en la Bienal de Pensamiento, queríamos, incluso, transcender y transgredir el pensamiento: no hacer un acto puramente reflexivo, de debate intelectual o académico, sino incluir otras narraciones.

La primera parte fue una conferencia del antropólogo Carles Salazar en que, más allá de ofrecernos un discurso cerrado, nos planteó unas hipótesis: ¿de dónde viene esa religiosidad que vemos, desde siempre, surgir en todos los rincones del planeta? ¿Es una disposición natural, biológica? ¿Podemos vivir sin reconocerla? ¿Qué nos empuja, profundamente, a transcender y a transgredir?

El lenguaje poético es el más utilizado para articular estas nociones de transcendencia y transgresión, una transgresión que empieza por hacerlo con el mismo pensamiento discursivo y prosaico. Poetas védicos, taoístas y griegos, el lenguaje de Buda o de los profetas semíticos y las místicas que se derivan de estos tienen en común ese recurso del lenguaje poético. Por eso, nos parecía importante que la segunda parte del acto empezara con la proyección de Les dormants, un poema audiovisual del cineasta Pierre-Yves Vandeweerd, que después de la proyección explicó más detalles de su obra acompañado de la antropóloga Sandra Anitua.

Les dormants nos habla de hombres y mujeres que se mueven en el terreno donde transcendencia y transgresión se dan la mano: dos mundos que pueden ser uno solo (el de los ausentes y el de los vivos) y también entre dos estados de conciencia, el de la vigilia y el del sueño. A partir de un uso de la tecnología que busca volver a encontrar el encanto de la experiencia física (por ejemplo, utiliza la película analógica para captar mejor la ambivalencia y una cámara sin zoom para acercarse a las personas que filma), Vandeweerd nos ofreció un modo de aproximarnos a las cuestiones formuladas por Salazar de una forma poco habitual para un debate, pero, precisamente por eso, en sintonía con lo que queríamos desde el inicio: un encuentro para probar, pensar, poetizar la existencia.

 

Dídac P. Lagarriga

Comisario de la acitivdad "Trascender, transgredir. La tecnología como modeladora de utopías y espiritualidades"