Entrevistamos a Gerard Lillo, técnico de Dirección de Democracia Activa en el Ayuntamiento de Barcelona y referente del proyecto de Presupuestos Participativos y del distrito de Sants-Montjuïc.
Por primera vez en Barcelona, se promueven unos presupuestos participativos para el conjunto de la ciudad para decidir una parte de las inversiones municipales en los distritos. ¿Cómo surge la idea de poner en marcha esta iniciativa?
Es una reivindicación histórica del movimiento vecinal y asociativo de la ciudad. La ciudadanía estaba acostumbrada a participar sobre la hoja de ruta del gobierno municipal, pero no directamente sobre las inversiones. Ahora podrán decidir en qué proyectos se invertirán 30 millones de euros del presupuesto municipal.
¿Qué referentes habéis tenido?
Hemos tenido presente lo que hizo Manuela Carmena durante su mandato en Madrid, cuando se introdujeron los primeros presupuestos participativos, pasando por ciudades como Nueva York, París u otros municipios catalanes, que por dimensión son poco comparables con Barcelona (Badalona o Sant Cugat), pero que ya lo habían puesto en práctica.
¿Qué objetivos os habéis marcado?
El primer gran reto era que la ciudadanía entendiera cómo funciona el presupuesto del Ayuntamiento, qué tipo de proyectos se podían presentar, cuál era su coste y cómo se priorizaban unos en detrimento de otros. Tenía que ser un proceso comprensible y pedagógico. El objetivo era que fuera la ciudadanía quien decidiera qué se haría en sus barrios. Queríamos apostar decididamente por la construcción colectiva de la ciudad.
¿Qué crees que ha funcionado?
Lo que ha funcionado claramente es la respuesta ciudadana que ha tenido el proceso: se han pensado propuestas, ha habido movilizaciones y se han activado los entornos y espacios próximos para que sus proyectos salieran adelante. Después ha habido reuniones con el personal municipal y se han ajustado las expectativas para que el proyecto fuera viable tanto técnica como económicamente. Y sobre todo, nos ha sorprendido mucho su capacidad de innovación, de imaginación y creación de propuestas para visibilizar sus proyectos y así conseguir que sean los más votados de cada distrito y los que finalmente se acaben ejecutando.
¿Qué se tendría que modificar?
La duración del proceso. Se ha hecho excesivamente largo. De las 2.000 propuestas iniciales, solo se votarán 184. Muchos proyectos se han quedado por el camino por motivos de inviabilidad técnica o económica. Y seguramente hemos generado expectativas que no se han acabado cumpliendo. Por eso es importante que los esfuerzos de la ciudadanía no queden en nada.
En las reuniones para debatir y presentar los proyectos, ¿hubo momentos de tensión?
No lo definiría así. En algunas sesiones, la gente estaba acostumbrada a hacer una propuesta para la hoja de ruta del gobierno municipal y ahora tenían que pensar más en clave de barrio y en proyectos concretos. Tenían que ser proyectos de inversión, tenían que poder ejecutarse en un mandato, tenían que ser proyectos finalistas y de competencia municipal. Y a veces cuesta entender que te digan que tu proyecto no se ajusta a los requisitos. Eso, probablemente, generó frustración, malestar o un choque de realidad.
¿Cómo ha afectado a la pandemia a los Presupuestos Participativos?
En primer lugar, con una reducción de la partida presupuestaria de 75 a 30 millones de euros, ya que el Ayuntamiento tenía que hacer frente a un montón de gastos que no tenía previstos antes de la COVID-19. También se tuvo que ajustar el calendario y adaptar las metodologías, porque era un proceso muy pensado para hacer sesiones presenciales que, finalmente, han acabado siendo digitales.
La parte positiva es que la gran mayoría de los proyectos que se habían presentado en contexto previo a la COVID no han dejado de tener sentido, sino que han reforzado su vigencia y los hemos mantenido. Como por ejemplo: propuestas para reforzar el espacio público, para mejorar los entornos escolares, los espacios verdes, para potenciar la movilidad sostenible…
Barcelona inicia hoy la votación final de los Presupuestos Participativos, que se alargará hasta el 20 de junio. ¿Cómo pueden participar los ciudadanos?
La votación es digital y la hemos simplificado. No hay que registrarse en la plataforma Dedicim.barcelona, sino rellenar una serie de datos personales como son el DNI, la fecha de nacimiento, el código postal y el distrito de empadronamiento, verificamos la identidad, enviamos un SMS al móvil consignado y automáticamente se puede proceder a la votación. Y a partir de aquí, cada ciudadano empadronado en Barcelona mayor de 14 años puede decidir si vota en un distrito o en dos. En caso de que vote en dos, uno tiene que ser donde está empadronado. En cada distrito se pueden seleccionar como mínimo dos proyectos hasta agotar presupuesto.
¿Por qué decidisteis que se podría votar a partir de los 14 años?
Es una apuesta para intentar fomentar la participación de la ciudadanía más joven, que en procesos electorales se quedan fuera. Por otra parte, éramos conscientes de que muchos proyectos saldrían vinculados a mejorar instalaciones y entornos escolares. Justamente, buena parte de esta población está escolarizada en estos centros. Por lo tanto, pensábamos que tenía todo el sentido que fueran protagonistas de la concreción, de la configuración del proyecto y de la votación.
¿Se han determinado sitios públicos donde se pueda informar y dar acceso a las personas con pocos recursos digitales?
Se han habilitado 19 puntos de apoyo, con exposiciones con paneles informativos de todos los proyectos y el importe de la inversión. Desde el día 14 de junio hasta el 18 también habrá soporte técnico para hacer la votación de manera presencial por las tardes (de 17 a 20 horas). Y el último fin de semana se mantendrá la posibilidad de votar presencialmente (el sábado por la mañana y el domingo todo el día). Aparte hay más de 150 puntos móviles de asistencia a la votación por toda la ciudad.
¿Por qué es importante la participación ciudadana?
La participación pone en valor la inteligencia colectiva de la ciudadanía, no tan solo por el hecho de votar, sino por poder plantear proyectos que desde los despachos técnicos y políticos del ayuntamiento nunca se hubieran concebido o sacado adelante. Es una nueva manera de construir ciudad, en la cual la ciudadanía participa en todo el proceso: desde la idea de proyecto, su selección y ejecución.
¿Es la nueva democracia?
Es un instrumento de democracia directa que el Ayuntamiento nunca había aplicado. Y, por lo tanto, estamos experimentando nuevos modelos de participación que seguramente irán en auge en los próximos años en la ciudad de Barcelona.
¿Qué retos tenéis de cara al futuro?
El principal reto es que esta nueva forma de participación de la ciudadanía en los presupuestos municipales haya venido para quedarse. Y esperamos que cuando se ponga en marcha el próximo mandato se consolide esta apuesta por la democracia directa.