El 2 de febrero es la Candelaria, una festividad en pleno invierno que cierra el ciclo navideño. Pero ¿qué se celebra?
La Candelaria es una fiesta religiosa que se hace cuarenta días después de Navidad y conmemora la presentación de Jesús en el templo de Jerusalén. En la tradición judía, las madres tenían que esperar cuarenta días después del parto para purificarse y, hasta entonces, no podían presentar al bebé ante las autoridades religiosas. Este ritual se materializaba con una oferta y bendición de velas de cera. Es una de las fiestas más antiguas entre todas las que tiene dedicadas la Virgen durante el año: la introdujo el papa Gelasio I en 496.
Pero, como ocurre muy a menudo en el calendario festivo, esta fiesta religiosa tiene un trasfondo anterior, pagano. Hay quien cree que podría ser heredera de antiguas costumbres romanas que se hacían durante las Parentalia, en las que había procesiones con velas. No obstante, parece que el sentido de la fiesta era totalmente diferente: servía para rendir una especie de culto a las almas de los difuntos.
Hasta hace pocos años, en las iglesias se recreaban procesiones muy similares a las que debió hacer María una vez pasada la cuarentena. Se encargaban de ellas mujeres, sobre todo las que habían sido madres hacía poco, y llevaban grandes candelas encendidas. Por eso, es una de las muchas fiestas de la luz que se celebran, y se cree que las velas bendecidas ese día tienen virtudes protectoras.
Por todos estos motivos, y porque cierra el ciclo navideño, la Candelaria es un día importante del calendario festivo. Por esta razón, asimismo, los más puristas de la tradición dictan que no se puede quitar el belén —ni los adornos de Navidad— hasta que no llegue esa fecha.