San José Oriol (1650-1702) es un santo barcelonés genuino que tuvo una vida llena de vicisitudes —fue el único de ocho hermanos que no murió de niño—, austeridad —era conocido popularmente por doctor pa i aigua (doctor pan y agua) porque solo se alimentaba de eso— y completamente entregada al cuidado de los demás —dedicó gran parte de su vida y todos los ahorros a atender a los enfermos más pobres de la ciudad—. Como buen santo, también se le atribuyen milagros, la mayoría relacionados con la curación de enfermos.
Pero el más famoso de todos se recuerda todavía por la Fiesta Mayor del Pi: es el de los rábanos y las monedas, que ilustra muy bien el talante del santo. Cuenta la leyenda que, en 1698, san José Oriol decidió que quería ir a misiones y emprendió un peregrinaje hacia la Santa Sede. El primer tramo del viaje lo hizo acompañado de un obrero llamado Buenaventura Ballescà. Se detuvieron en un hostal situado en el actual término de Montcada i Reixac porque Ballescà tenía hambre. Famélico y confiado de que José Oriol, que siempre ayudaba a los pobres, le pagaría lo que consumiera, Buenaventura se atiborró tanto como pudo. Pero, cuando llegó la hora de pagar, se dio cuenta de que, como ya era costumbre, José Oriol no llevaba ni una moneda encima. Al ver el problema, el futuro santo, según explica la leyenda, tomó un rábano y lo hizo rodajas, que se convirtieron en las monedas necesarias para pagar la comida.
Esta escena, conocida como el milagro de las monedas, cada año se recuerda por la Fiesta Mayor del Pi, el barrio de san José Oriol. De hecho, las monedas son la comida por excelencia de las fiestas: por la celebración se acuñan unas de chocolate con la imagen del gigante del Pi por una cara y la de san José Oriol por la otra. Estas monedas tan especiales se pueden conseguir en algunos actos de las fiestas: el pregón —en el momento del recuerdo del milagro de las monedas—, el paseo de los Oriols —la parte culminante, cuando se sube la ofrenda floral— y los atracos e historias de Perot lo Lladre.