Historia de Sant Gervasi-la Bonanova
El antiguo término de Sant Gervasi de Cassoles estaba situado en las vertientes del Tibidabo, entre la sierra y el llano. Su geografía accidentada, con torrentes y colinas, explica que se mantuviera con una población escasa durante muchos años y que no tuviera un núcleo potente. El nombre proviene de una pequeña iglesia rural bajo la advocación de Sant Gervasi. Con respecto al topónimo Cassoles, se ha interpretado como una contracción de cases soles (casas solas). En el siglo X formaba parte del término de Sarrià, hasta que en 1714 fue declarado municipio autónomo. Su primer ayuntamiento se constituyó en 1727 y, en 1897, se anexionó a Barcelona.
A mediados del siglo XIX, Sant Gervasi fue descubierto por la burguesía barcelonesa y empezaron las primeras urbanizaciones. Propietarios como Mandri o Ganduxer pusieron sus nombres a algunas de las calles que abrían. En poco más de cincuenta años dejó de ser un pequeño pueblo campesino y se convirtió en una zona residencial con antiguas casas solariegas, villas de veraneo, casas de menestrales, conventos y colegios religiosos, artesanos y pequeños rentistas.
Este carácter se mantiene todavía en buena medida en la parte alta del barrio, conocida como la Bonanova, si bien muchas torres se han sustituido por bloques de pisos de alto nivel. Algunos de los edificios destacados del barrio son el de la Rotonda, el del Frare Blanc y el de Bellesguard, este último obra de Gaudí. Otros elementos urbanos destacables son el cementerio de Sant Gervasi, los jardines de La Tamarita, diseñados por Rubió i Tudurí en 1918 en una finca privada e inaugurados como parque público en 1994, o la antigua fábrica Casacuberta, obra de Josep Domènech i Estapà, rehabilitada y complementada recientemente con un nuevo edificio como museo de la ciencia.