El nombre del barrio tiene su origen en el convento de Sant Antoni Abat, levantado en el siglo XV, junto a la muralla de Barcelona. De aquel lugar salía el camino de Fraga, que iba hacia Esplugues y Martorell; era uno de los principales y el más transitado. Se dirigía al sitio conocido como de la Creu Coberta, donde se encontraba la cruz de término de la ciudad, antes de entrar en el pueblo de Sants. En 1806, el convento pasó a manos de los escolapios, que tomaron posesión de él en 1815, y en 1839 nació la Escuela Pía de Sant Antoni.

El origen del Mercado de Sant Antoni se remonta a mediados del siglo XIII en el mercado de los Encants, que era muy marginal. Estaba situado fuera de las murallas y se trasladó, hacia 1850, a la calle del Consolat. Cuando en el periodo 1872-1882 Rovira i Trias construyó el gran mercado de hierro, casi no había ninguna casa a su alrededor y servía como mercado del barrio obrero del Raval. Poco a poco, aquel mercado y los puestos que lo rodeaban se fueron consolidando como una gran feria, y otorgaron personalidad y vida al barrio que se desarrolló en sus inmediaciones. Esta tradición comercial popular se mantiene todavía con fuerza en la actualidad, y se potenciará con la rehabilitación y renovación del edificio histórico del mercado.

La fisonomía del barrio es fruto de las reformas vinculadas a la Exposición Universal de 1929, con motivo de la cual se impulsó la urbanización y el arreglo de los accesos a Montjuïc, con la eliminación de las chabolas que había entre el Paral·lel y la Gran Vía y la urbanización de la avenida de Mistral. Este antiguo camino medieval de salida de la ciudad es hoy una vía para peatones que aglutina la vida de barrio de su entorno.

De la época dorada del Paral·lel son el Teatre Talia, inaugurado en 1900, y que alternó teatro y zarzuela hasta que se cerró en 1987, así como el Gran Price, donde se hacía desde boxeo hasta mítines políticos, cuyo local fue derribado en 1973.