El edificio del Palau de la Mutualitat, con una superficie edificada de 1.461,80 metros cuadrados, estaba formado, en 1927, por tres cuerpos o pabellones aislados y unidos por la fachada que da al mar.

Como en el momento de construirlo se optó por situarlo en el centro de la manzana, ganó un pequeño jardín a su alrededor. Además, la distancia de este pequeño jardín  sumada a la de los viales garantizaba tener sol unas cuantas horas al día.

El cuerpo central de fachada más avanzada englobaba, en el sótano, los servicios de cocina, despensa, bodega y las calderas de la calefacción central. En la planta estaba el vestíbulo de entrada por el que se accedía a la escalera, la galería de los convalecientes, las direcciones administrativa y técnica, además de las salas de billar, desayuno y comedor.

En el piso principal había un salón de actos para trescientas personas, así como el habitáculo del médico e internos de guardia, la farmacia, una sala de operaciones con luz artificial y con cámara oscura para exploraciones, un departamento para preparar las gasas, compresas y ropa blanca de las salas de operaciones y curas, un lugar para guardar los objetos ortopédicos y una sala para operaciones asépticas, que también se utilizaba para atender a enfermos que no necesitaban hospitalización. En el primer piso, además de las cuatro habitaciones donde pasaban la noche y se preparaban los enfermos la víspera de la operación, estaba también la sala de los rayos X, el laboratorio fotográfico, el departamento de esterilización del agua y del material de curas.

Según recoge La Veu de Sant Martí, el segundo piso del cuerpo central acogía a los enfermos de pecho, al lado de la galería, para aprovechar el sol. Además, había tres habitaciones de dos camas cada una para personas que necesitaran o quisieran estar solas.

El Palau de la Mutualitat disponía también de estufa para la desinfección, lavadores, secaderos, habitación de planchar la ropa y un montacargas que unía la cocina con los diferentes pisos para distribuir las comidas.

Las habitaciones de los enfermos, dispuestas en torno a las galerías de los diferentes pisos, que formaban los patios centrales de los pabellones extremos, tenían dos camas, balcón o ventana al exterior, calefacción central, agua corriente en los lavamanos y luz eléctrica.

En el año 1925, se abrió una escuela de enfermería en el Palau de la Mutualitat con el fin de dotar el centro de personal auxiliar sanitario formado en la misma casa, hecho que se convirtió en un hito importante en nuestro país. Al final de los años veinte, y segregado del edificio principal, se construyó el pabellón anexo, junto a la calle de Los Castillejos, destinado principalmente a enfermos infecciosos y otros servicios, que fue inaugurado por el ministro de Trabajo, el 6 de abril de 1930, quien descubrió también, en el jardín, el monumento en memoria de Eduardo Dato, benefactor del centro y fallecido años antes, el 8 de marzo de 1921, en un atentado en Madrid, cuando era presidente del Consejo de Ministros. Casi un mes después, el 30 de mayo, visitaba el hospital el rey Alfonso XIII, en un momento en que el edificio se había convertido en un centro confortable y moderno de 270 camas.

La Aliança fue perdiendo, poco a poco, su carácter obrerista y fue abriéndose hacia la pequeña burguesía, que encontraba, en aquellas instalaciones y con su cuerpo facultativo, un buen referente sanitario. En 1933, los asociados a la Aliança llegaban a los cien mil. Un hito que fue sobradamente celebrado con la presencia del presidente de la Generalitat, Francesc Macià, del alcalde de Barcelona, Jaume Aiguader, y del gobernador civil. Pocos días después de la elección de Lluís Companys como presidente de la Generalitat, también visitó la Aliança, acompañado de diferentes consejeros.

Durante la Guerra Civil, la Aliança pasó a manos de la Generalitat de Catalunya. Acabada la guerra, la entidad retornó a sus antiguos gestores, momento en que empezó una expansión de la mutualidad por toda Cataluña. En 1954 se cumplieron los cincuenta años de la institución. En este periodo se había atendido a 242.000 enfermos, y en aquellos momentos la institución había llegado a la cifra de 131.000 socios. Con la aparición del seguro obligatorio de enfermedad, la Quinta de Salut l’Aliança pasó a ser colaboradora.

Para completar el complejo hospitalario del Palau de la Mutualitat, en 1956 se construyó un nuevo edificio, de planta baja y tres pisos, en el lado de la calle de Padilla, que ha sido sustituido no hace mucho por uno nuevo que engloba diferentes facultades de la Universidad Ramon Llull. Los años han ido pasando y la Aliança ha cumplido cien años, pero el Palau de la Mutualitat sigue siendo el emblema de la Aliança.

Autor: J. M. Contel

Fotografía: El Palau de la Mutualitat a principios de los años veinte. (Archivo de la Aliança)

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