Según recoge La Veu de Sant Martí, el segundo piso del cuerpo central acogía a los enfermos de pecho, al lado de la galería, para aprovechar el sol. Además, había tres habitaciones de dos camas cada una para personas que necesitaran o quisieran estar solas.
El Palau de la Mutualitat disponía también de estufa para la desinfección, lavadores, secaderos, habitación de planchar la ropa y un montacargas que unía la cocina con los diferentes pisos para distribuir las comidas.
Las habitaciones de los enfermos, dispuestas en torno a las galerías de los diferentes pisos, que formaban los patios centrales de los pabellones extremos, tenían dos camas, balcón o ventana al exterior, calefacción central, agua corriente en los lavamanos y luz eléctrica.
En el año 1925, se abrió una escuela de enfermería en el Palau de la Mutualitat con el fin de dotar el centro de personal auxiliar sanitario formado en la misma casa, hecho que se convirtió en un hito importante en nuestro país. Al final de los años veinte, y segregado del edificio principal, se construyó el pabellón anexo, junto a la calle de Los Castillejos, destinado principalmente a enfermos infecciosos y otros servicios, que fue inaugurado por el ministro de Trabajo, el 6 de abril de 1930, quien descubrió también, en el jardín, el monumento en memoria de Eduardo Dato, benefactor del centro y fallecido años antes, el 8 de marzo de 1921, en un atentado en Madrid, cuando era presidente del Consejo de Ministros. Casi un mes después, el 30 de mayo, visitaba el hospital el rey Alfonso XIII, en un momento en que el edificio se había convertido en un centro confortable y moderno de 270 camas.
La Aliança fue perdiendo, poco a poco, su carácter obrerista y fue abriéndose hacia la pequeña burguesía, que encontraba, en aquellas instalaciones y con su cuerpo facultativo, un buen referente sanitario. En 1933, los asociados a la Aliança llegaban a los cien mil. Un hito que fue sobradamente celebrado con la presencia del presidente de la Generalitat, Francesc Macià, del alcalde de Barcelona, Jaume Aiguader, y del gobernador civil. Pocos días después de la elección de Lluís Companys como presidente de la Generalitat, también visitó la Aliança, acompañado de diferentes consejeros.
Durante la Guerra Civil, la Aliança pasó a manos de la Generalitat de Catalunya. Acabada la guerra, la entidad retornó a sus antiguos gestores, momento en que empezó una expansión de la mutualidad por toda Cataluña. En 1954 se cumplieron los cincuenta años de la institución. En este periodo se había atendido a 242.000 enfermos, y en aquellos momentos la institución había llegado a la cifra de 131.000 socios. Con la aparición del seguro obligatorio de enfermedad, la Quinta de Salut l’Aliança pasó a ser colaboradora.
Para completar el complejo hospitalario del Palau de la Mutualitat, en 1956 se construyó un nuevo edificio, de planta baja y tres pisos, en el lado de la calle de Padilla, que ha sido sustituido no hace mucho por uno nuevo que engloba diferentes facultades de la Universidad Ramon Llull. Los años han ido pasando y la Aliança ha cumplido cien años, pero el Palau de la Mutualitat sigue siendo el emblema de la Aliança.
Autor: J. M. Contel
Fotografía: El Palau de la Mutualitat a principios de los años veinte. (Archivo de la Aliança)