Un punto de especial interés militar fue Mas Guinardó, situada sobre una pequeña colina, denominada Cogoll, con muy buenas vistas sobre el llano barcelonés. Este lugar fue la atalaya desde donde los mandos atacantes dirigieron los dos asedios que sufrió Barcelona en el siglo XVII.

El primer asedio tuvo lugar del 4 de agosto de 1651 al 11 de octubre de 1652, durante la Guerra de Separación o de los Segadores. Durante aquellos 14 meses, la ciudad sufrió las calamidades de la guerra. Las tropas españolas, dirigidas por Juan José de Austria (hijo bastardo del rey Felipe IV), forzaron la rendición de la ciudad condal, que en aquellos momentos formaba parte de la corona de un joven Luis XIV, rey de Francia, a quien se había otorgado el título de conde de Barcelona. El virrey francés, el mariscal Philippe de la Motta, se oponía a la rendición, pero sus consejeros lo veían como la salida más razonable. El 4 de octubre empezaron las negociaciones, y el día 11 del mismo mes, el consejero jefe, Rafael Casamitjana, se dirigió a Mas Guinardó a prestar fidelidad al rey español en la persona de su representante, Juan José de Austria: “demanant postrat a sos Reals Peus perdo general de tots els errors comesos des del any 1640, per esta Ciutat... sie servit sa Alteza fer gratia y mercè a esta ciutat de restituhirla en raho de sos privilegis del modo y manera se trobave antes del any 1640 [sic]”. El Tratado de los Pirineos, del 7 de noviembre de 1659, firmó la paz entre españoles y franceses al precio de que Cataluña perdiera los condados del Rosellón y la mitad de la Cerdaña.

Durante el segundo asedio, los protagonistas fueron los mismos, pero desde bandos diferentes. Las tropas francesas, bajo las órdenes del duque de Vendôme, circunvalaron Barcelona, en el último capítulo de la denominada Guerra de los Nueve Años (1688-1697). La poca decisión del virrey austracista Francisco Ramón Fernández de Velasco hizo que se entregara la ciudad tras un corto asedio (del 4 de junio al 9 de agosto de 1697), aunque muy violento, que causó numerosos destrozos y muertes en la ciudad. El ejército francés continuó en Cataluña hasta principios de 1698, año en que se aplicó el Tratado de Rijswijk. Aún se conserva una importante cartografía militar de este asedio, de mucha calidad, donde se puede ver claramente el papel estratégico que tuvo Mas Guinardó. Los catalanes criticaron duramente la actuación negligente del virrey Velasco. En febrero de 1698, el rey Carlos II fue sustituido por el príncipe Jordi de Darmstadt, personaje que tuvo un gran protagonismo en la Guerra de Sucesión.