Los ejércitos borbónicos ocuparon oficialmente Barcelona el 13 de setiembre. Desde el primer momento, sus ciudadanos emprendieron la compleja labor de reconstrucción. El precio pagado en vidas y bienes era inconmensurable. Aproximadamente un tercio de los edificios habían quedado derribados o gravemente dañados. La imagen era dantesca.

A pesar de todo ello, las tiendas y los negocios abrieron pronto. Un extraño sentido de supervivencia se había apoderado de todo el mundo, viudas y niños incluidos. Las instituciones de gobierno tradicionales quedaron abolidas y Berwick creó la Real Junta Superior de Justicia y Gobierno, donde figuraban destacados colaboracionistas, como Francesc Ametller, Josep de Marimon, Josep d’Alòs... Una junta de administradores regiría Barcelona, un miembro de esta fue Joan d’Alòs i de Rius. Estos organismos fueron provisionales hasta la promulgación del Decreto de Nueva Planta de la Real Audiencia del Principado de Cataluña, aparecido el 16 de enero de 1716.

Las grandes familias de la nobleza catalana y las de los ciudadanos honrados de Barcelona sobrevivieron a la guerra de maneras muy diferentes, en función de su fidelidad a los Borbones o a los Habsburgo. Muchos de estos últimos se vieron obligados a marcharse al exilio, y se refugiaron en Viena, con sus bienes confiscados. Otros, menos señalados, quedaron medio clandestinamente en el país. Los ganadores acapararon cargos y prebendas. Con el tiempo, las barreras entre los dos bandos se fueron desvaneciendo, y el contrato matrimonial sirvió para unir a personas de ambos lados.

Un caso bien significativo es el de las familias Llupià y Desvalls. El colaboracionista Carles de Llupià i de Roger estaba casado con Isabel Fernández de Velasco, familiar del temido virrey, hecho que reforzaba su afinidad borbónica. Una sobrina suya, Manuela d’Ardena i de Llupià, sexta marquesa de Llupià, se casó en 1739 con Francesc Desvalls i d’Alegre, hijo de Antoni Desvalls i de Vergós. Antoni Desvalls, capitán de migueletes durante la guerra de Sucesión, recibió en 1706 el título de marqués de Poal de manos del archiduque Carlos. Su actividad lo llevó al exilio en Viena, desde donde nunca volvió a Cataluña. Su hijo aprovechó la amnistía decretada en 1725 para recuperar algunos bienes y el marquesado de Poal. El patrimonio de su mujer era más importante, de modo que Francesc Desvalls antepuso el título de marqués de Llupià a los suyos propios. Dos familias antagónicas se unieron por vínculo del matrimonio. Un hijo suyo, Joan Antoni Desvalls i d’Ardena, hizo construir los jardines del Laberint y el palacio de la Torre Sobirana. Se casó con la marquesa de Alfarràs, con lo que incrementó mucho más sus propiedades.

Otro caso curioso es el de la familia D’Alòs. Josep d’Alòs i de Ferrer, jurista de prestigio, pagó su fidelidad a Felipe V con la persecución y el saqueo de sus bienes en 1705, después de la victoria austriacista. Se salvó huyendo a Castilla. A partir de 1712, se convirtió en asesor del estado mayor del ejército borbónico que preparaba la invasión de Cataluña, e infiltró confidentes en la retaguardia aliada. Su hijo, Antoni d’Alòs i de Rius, con 21 años, era ayudante de Berwick durante el asedio de Barcelona. En 1736, Felipe V, en agradecimiento, le concedió el título de marqués D’Alòs. Muchos años después, hacia mediados del siglo XIX, un descendiente suyo, Lluís Ferran d’Alòs i de Martín, se casó con Gertrudis de Dou i de Moner. Un antepasado de esta señora, Jacint Dou, fue magistrado de la Real Audiencia durante el reinado de Carlos III en Barcelona, en 1705. Mientras los D’Alòs huían, los Dou ocupaban cargos. Lluís Ferran d’Alòs heredó, en 1882, la Torre Garcini, en el Guinardó. Lo más interesante de esta historia es el hecho de que en esta torre estaban colgados en la pared dos cuadros correspondientes al archiduque Carlos y a su esposa Isabel Cristina. Del pretendiente austríaco y de su esposa se han conservado en Cataluña pocas imágenes y, curiosamente, estos dos cuadros se salvaron en una casa de raíces borbónicas. La explicación la encontramos en el probable hecho de que estas dos obras procedían del legado Dou. El hermano mayor de Lluís Ferran d’Alòs i de Martín heredó el marquesado D’Alòs, y él, a través de su boda con Gertrudis de Dou, una rica familia, consiguió, en 1880, el título de marqués de Dou y acaparó toda la herencia de su esposa. Fuera como fuera, estos dos cuadros de los pretendientes austriacistas se conservaron en la Torre Garcini, hasta que sus propietarios la abandonaron en el 2010. El Ayuntamiento de Barcelona adquirió las dos pinturas, que se exponen en El Born Centro de Cultura y Memoria.

Fuentes consultadas:

  • Clapés i Corbera, Joan. Fulles històriques de Sant Andreu de Palomar IV. Barcelona: Llibreria Catalonia, 1930-1931
  • Torras i Ribé, Josep M. La guerra de Successió i els setges de Barcelona (1697-1714). Barcelona: Rafael Dalmau, 1999.
  • Torras i Ribé, Josep M. Felip V contra Catalunya: testimonis d'una repressió sistemàtica (1713-1715). Barcelona: Rafael Dalmau, 2005.
  • Kamen, Henry. Felipe V: el rey que reinó dos veces. Madrid: Temas de Hoy, 2010 (Hospitalet de Llobregat: Book Print Digital).
  • Garcia Espuche, Albert (et al.). Política, economia i guerra: Barcelona 1700. Barcelona: Ayuntamiento de Barcelona: Instituto de Cultura, DL 2012.
  • Garcia Espuche, Albert (et al.). Història dels Llupià (1088-1771) i dels seus llinatges incorporats: Icard, Roger i Vallseca. Perpiñán: Trabucaire, 2007.
  • www.11setembre1714.org

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