Es bastante conocido que durante la guerra civil española se instaló sobre el Turó de la Rovira una batería antiaérea de cuatro cañones Vickers 105 para defender la ciudad de los ataques de la aviación franquista.

En cambio, bien poca gente sabe que uno de los servidores de estos cañones los últimos meses de la Guerra Civil fue el escritor Joan Perucho. Fue movilizado dentro de la leva de 1941, más conocida como la del Biberón, el 28 de abril de 1938, con solo 17 años. Una leva que se incorporó casi toda al frente del Segre, donde muchos “biberones” murieron nada más llegar. Pero Perucho, que sufría tifus a la hora de incorporarse a filas, fue hospitalizado en Barcelona unos cuantos meses, pues esta era una enfermedad larga.

Una vez recuperado, fue destinado a la batería antiaérea del Turó de la Rovira, donde pasó dos o tres meses. Su tarea en esta posición defensiva era solo la de hacer trabajos subalternos. Pero desde este excelente mirador del Turó de la Rovira, según explicaba, admiraba las nieblas fluctuantes que producían los derribos de las casas entre el polvo y la humareda que se escapaba de algún avión enemigo tocado, etcétera.

El último día de la guerra en Barcelona, cuando los camiones llegaron a la cima de la colina para llevarse todo lo que se podía transportar, uno de los mandos, dirigiéndose a él, le preguntó si era de Barcelona. Ante la respuesta afirmativa, le dijo que podía irse a casa. Años después, Joan Perucho recordaba que aquel día llegó a su casa, en la calle de Ramón y Cajal con Torrent de l’Olla, en calzoncillos, porque fue dejando por el camino toda la ropa militar.

Autor: J. M. Contel

Pie de foto: Cañón Vicker del 10,5, sobre el Turó de la Rovira, tras la Guerra Civil. (Fotografía: ANC-Brangulí [Fotógrafos])