Desde la irrupción de la COVID-19 se ha observado un impacto más intenso de los ERTO, el paro y la precariedad laboral en la población joven. Según los datos del último trimestre del año 2020, la tasa de paro juvenil —en la población de 16 a 24 años— es del 26,9 %, más del doble de la media de la ciudad, que es de un 12,6 %. En el último año, el paro juvenil en la ciudad se ha incrementado en un 53,8 %, llega así a las 14.890 personas, y la franja de edad en que hay un grado de paro más alto es la de menos de 25 años, un 54,2 %.
Con el nuevo plan de empleo juvenil se podrá incrementar la capacidad de los servicios de atención y acompañamiento para poder atender a unas 15.000 personas jóvenes, cifra que prácticamente equivale al total de personas jóvenes desempleadas registradas en la ciudad. El plan también quiere abrir el paso a las nuevas generaciones que quieren emprender nuevos proyectos y empresas y les pone al alcance todas las herramientas y los recursos para impulsar los negocios.
Medidas principales para frenar el paro y la precariedad
El nuevo plan de empleo juvenil incluye un paquete de medidas para mejorar la calificación profesional y la inserción de los jóvenes con nuevas líneas adaptadas a la pandemia y sus consecuencias económicas, o bien para reforzar programas ya existentes.
El plan apuesta por sectores estratégicos de futuro como el tecnológico o el digital, que son los que pueden crear un empleo de calidad en la ciudad. Las medidas principales del nuevo Plan de fomento del empleo juvenil consisten en reforzar el acompañamiento, el asesoramiento y la orientación; fomentar la formación, las competencias digitales y los idiomas, así como la contratación y el emprendimiento; ampliar la atención a colectivos vulnerables y precarios, y recuperar el empleo con unas condiciones laborales dignas.
El plan se ha elaborado con diferentes actores de la ciudad teniendo en cuenta los puntos de educación de calidad, trabajo decente y crecimiento económico correspondientes a la Agenda 2030.