El principal obstáculo son los coches que se detienen en el carril bus y obligan a los autobuses, vehículos largos de 12 o 18 metros, a esquivarlos. Además de moderar la velocidad del bus, aumentan el riesgo de accidente por las maniobras que tienen que realizar los conductores de los autobuses para cambiar de carril o bien impiden que el bus se detenga en el lugar destinado a hacer subir y bajar el pasaje.
El vehículo, que empieza a funcionar en fase de pruebas, sancionará las infracciones estáticas (parada o estacionamiento) que se cometan en los carriles bus y será un sistema complementario a la acción de la Guardia Urbana. La fase de pruebas durará dos meses y se prevé que la fase sancionadora empiece en mayo.
Cuando el coche detecte vehículos privados o de distribución de mercancías estacionados o parados en el carril reservado para el bus, los fotografiará y enviará las imágenes al Instituto Municipal de Hacienda (IMH), que gestionará la sanción correspondiente. Las multas oscilan entre los 60 y los 200 euros según el caso.
El coche circulará de manera planificada por las zonas en las que estas infracciones tienen más impacto en la circulación, durante el horario de servicio de los autobuses. Dispone de dos cámaras situadas en el exterior de la carrocería, una habilitada con el lector de matrículas y otra que hace la lectura del contexto.
Carriles reservados para el transporte público de superficie
El carril bus es una medida que prioriza el transporte público de superficie y lo segrega del resto de la circulación. Aumenta la comodidad de los usuarios, la velocidad comercial y la seguridad en la conducción, mejora la accesibilidad en las paradas y ayuda a mantener la regularidad del servicio. Actualmente la ciudad dispone de una red de 221,8 kilómetros de carril bus.