El escenario es nuestro

13/04/2021 - 20:04

Cuando rompemos barreras todo el mundo gana, dicen. Y debe ser verdad si vemos lo que está pasando en algunos barrios de Barcelona donde los centros educativos están abriéndose a todo el vecindario. De forma literal y también metafórica, las paredes de institutos y escuelas se están volviendo más porosas y, más allá del clásico binomio de alumnado y familia, se están desarrollando nuevos lazos entre entidades, asociaciones y grupos de personas. Son nuevos espacios abiertos que generan nuevas relaciones sin tantos límites de tiempo o jerarquías, donde el aprendizaje se convierte en disruptivo, continuo y comunitario.

Un ejemplo de esta línea pedagógica es el circuito de nuevas salas de diversas escuelas que ahora son de uso y disfrute para el alumnado y también para el vecindario. Antes eran gimnasios o pequeños teatros de escuela. Ahora estos equipamientos, remodelados de arriba abajo, tienen en común que ofrecen un espacio transversal para las actividades habituales del centro clases de educación física, extraescolares, reuniones de AFA, etc. pero también acogen actividades de entidades del barrio ensayos de música, formaciones o encuentros de asociaciones o talleres y, además, hacen oferta de programación cultural estable y gratuita abierta a todo el mundo. Éste es el caso de la Sala Maremar, ubicada en la Escuela Bàrkeno de la Marina.

De espacio viejo a sala de espectáculos

Hace no tanto, la sala de la Escuela Bàrkeno era un poco vieja y no se le sacaba mucho provecho. En el año 2018 se remodeló el espacio de arriba abajo. Se instalaron equipos de sonido y de iluminación, proyector, pantalla, escenario y butacas. Aquel viejo espacio se transformó en la Sala Maremar y fue uno de los primeros equipamientos multidisciplinares del nuevo circuito educativo y cultural, un proyecto de perfil comunitario donde trabajan conjuntamente centros educativos, entidades de barrio y servicios culturales. La Maremar es ahora un reluciente y nuevo equipamiento para la escuela, pero también una sala de espectáculos para el vecindario de la Marina en horario no lectivo y los fines de semana.

Las propuestas culturales y artísticas de esta sala de la Marina como otras salas de escuelas renovadas en los distritos de Sant Martí y Nou Barris a través del programa municipal Plan de Barrios- forman parte del circuito Barcelona Distrito Cultural. En el caso de este equipamiento, es el Centro Cívico Casa del Rellotge, del mismo barrio, quién gestiona y ofrece, de manera gratuita, espectáculos profesionales de teatro, circo, danza, música o cine. Por ejemplo, el viernes 30 de abril por la noche la sala ofrece Los días mentidos, una obra de teatro de la joven autora Marta Aran, Premio Max 2019 a la Mejor Autoría Revelación.

Lidia Pérez, técnica gestión de proyectos del Distrito de Sants -Montjuïc, es una de las muchas personas del equipo multidisciplinar que ha hecho posible el proyecto de la Sala a Maremar. «El espacio estaba en desuso, y diferentes comisiones y grupos motores plantearon en Distrito y Plan de Barrios su renovación y puesta en marcha», explica. La demanda del vecindario fue atendida y el espacio, completamente renovado, se ha convertido en un nuevo polo cultural en el barrio que ya lleva una docena de espectáculos programados con éxito de público. Lidia pone en valor el esfuerzo de desarrollar un proyecto común y transversal con diferentes instituciones detrás. Y encuentra muy interesante esta «nueva dualidad de espacio escolar, por sus posibilidades pedagógicas y de disfrute por el barrio», que puede dar impulso y oportunidad a grupos escénicos y artistas incipientes del territorio.

Nueva oferta cultural, mejora educativa

Sergi Díaz, de la Dirección de Ciudad Educadora y Cultura en los Barrios que pivota entre el Instituto de Cultura de Barcelona (ICUB) y el Instituto Municipal de Educación (IMEB), destaca que el binomio educación y cultura es una línea estratégica del Plan de Barrios. El embrión de la idea es el modelo de gestión del Auditorio Sant Martí, un espacio compartido y gestionado entre dos institutos y el Centro Cívico Sant Martí. Un trabajo que requiere un alto grado de coordinación entre distrito, las áreas de Cultura, Educación y Plan de Barrios, y la implicación directa de los equipamientos culturales de proximidad del territorio. Éstos hace falta que contemplen la gestión de la sala conjuntamente con la escuela dentro del proyecto de dinamización cultural y comunitaria de su entorno.

La puesta en marcha de este proyecto transversal de proximidad se ha priorizado en barrios con poca oferta cultural donde se quieren hacer llegar programaciones de espectáculos de calidad de pequeño formato. Sergi subraya que se trata «no tanto de una operación de gestión de un espacio, sino de un proyecto conjunto que soluciona diversas carencias y ofrece nuevas oportunidades: carencia de un espacio cultural, adecuación y mejora de un equipamiento para usos educativos e implicación de la comunidad educativa. De esta manera, se consiguen diversos hitos y diversos usos con una inversión relativamente pequeña».

Desde el Consorcio de Educación, Anna Vera Rigo subraya que el objetivo de este tipo de proyecto es la transformación educativa, impulsando la relación y retroalimentación entre la escuela y su entorno, abriéndose unos y otros. «El de fuera tiene que darse a conocer a dentro, y el de dentro de la escuela tiene que traspasar el edificio», reflexiona. Bajo este concepto, el proyecto de las salas es clave porque da visibilidad y refuerza la tarea de los centros educativos. Anna destaca que la programación muchas veces se hace conjuntamente entre miembros del centro y las familias, y recuerda que «está demostrado que repercute en la mejora educativa de los niños si sus familias están involucradas en actividades de la escuela». Más allá del Plan de Barrios, desde el mundo de la educación, la idea de abrir las escuelas en su entorno «es un modelo a seguir, y este tipo de espacios híbridos, de salas polivalentes de uso mixto, son una muy buena fórmula para conseguirlo», concluye.