Se quiere poner en valor e impulsar proyectos arraigados en el territorio, que practiquen la intercooperación, garanticen la democracia interna, incorporen la economía feminista y de los cuidados a sus prácticas, promuevan la diversidad en la composición y participación y tengan en cuenta el impacto ambiental de su actividad. En definitiva, proyectos que pongan a las personas en el centro de su actividad.
Pueden optar a los premios otorgados en el marco de esta convocatoria las asociaciones, los proyectos comunitarios, los colectivos de economías informales y otras iniciativas sin afán de lucro que quieran desarrollar actividad económica según los criterios que marca la economía social y solidaria (ESS) y que el 19 de mayo todavía no hayan solicitado la escritura pública de la notaría. Los proyectos solicitantes tendrán que contar como mínimo con dos personas físicas, que se convertirán en socias fundadoras de la cooperativa.
Para presentarse, las candidaturas tienen que respetar estrictamente el formato del formulario disponible en la web de Coòpolis, completando todos sus apartados según las instrucciones propuestas. Se puede presentar tanto en catalán como en castellano, pero siempre subiéndolo completdo a través del formulario web hasta el 22 de mayo.
En la edición pasada de los Premios Micaela Chalmeta, los proyectos galardonados fueron El Occulta, sociedad artística que nace con el objetivo de empoderar artistas; Ökollective, un estudio dedicado al rediseño de residuos textiles; Relab Studio de diseño e interacción en la comunicación digital. Además, el jurado mixto consideró hacer una mención especial a Melrose SCCL, un proyecto de covivienda con apoyo para 25 personas con discapacidad intelectual.
Nacida en 1858, Micaela Chalmeta fue una importante cooperativista, activista feminista y socialista, miembro de las cooperativas obreras La Economía Social de Hostafrancs y del Modelo del Siglo XX en Sants. Dirigente de la Agrupación Femenina de Propaganda Cooperativista, incentivó la participación de las mujeres en las cooperativas de consumo, que entendía como un “arma para secar en su origen una de las fuentes del capitalismo dominador” y como “el embrión de la sociedad futura”. Mujer proletaria («no pertenezco a la clase de la gente bien nutrida»), fue redactora –bajo el nombre de Amparo Martí- de La Guerra Social (1903) y de La Internacional (1908).