Dice Saskia Sassen que “la sociabilidad y el contacto físico que ofrece la ciudad es insustituible”. La ciudad ofrece espacios de encuentro entre personas de orígenes sociales y geográficos diversos. Espacios de convivencia y de conflicto en los que se desarrolla una parte de las actividades cotidianas y de las relaciones humanas.
Este número de la revista Barcelona Sociedad está dedicado abordar problemáticas sociales que se expresan en las calles, en las plazas, en los parques, en las estaciones, en las playas... La mayor parte de estas problemáticas tienen un trasfondo oculto y son ignoradas hasta que se manifiestan en el terreno que llamamos espacio público. En Barcelona, realidades como el sinhogarismo, los asentamientos irregulares, la venta ambulante no autorizada o la mendicidad atraen el interés de la opinión pública cuando se hacen visibles. La pobreza, la exclusión del mercado laboral, la falta de vivienda o la exclusión administrativa perpetua de muchas personas migrantes son problemas con causas estructurales que son tratados como conflictos en el uso del espacio público cuando emergen en las calles.
Son problemas que no dejan a nadie indiferente y que provocan debates sobre los límites de la convivencia y la libertad, sobre el papel de las administraciones, o bien sobre su capacidad de transformación de la realidad. ¿Qué actores definen el uso del espacio público? ¿Cuál tiene que ser el papel de la Administración municipal? ¿Qué actividades ponen en riesgo a las personas? ¿Cuáles son los límites de la intervención social?
Barcelona, ciudad de paso y de llegada, con una actividad económica que genera oportunidades para vivir y para sobrevivir, con dificultades crecientes de acceso a la vivienda y con una de las mayores densidades de población del mundo –unos 16.000 habitantes por kilómetro cuadrado–, tiene un espacio público extremadamente dinámico sometido a muchas tensiones.
Hemos pedido a varios autores y autoras que reflexionen y aporten evidencias sobre los conflictos derivados de la privatización del espacio urbano, sobre las dinámicas de criminalización y estigmatización de la pobreza, sobre cómo se expresan las desigualdades de género en el espacio público, sobre experiencias exitosas de intervención social en realidades como los asentamientos o la atención a mujeres sin hogar.
Unas reflexiones que se suman a los aprendizajes acumulados por los servicios de intervención social en el espacio público del Área de Derechos Sociales del Ayuntamiento de Barcelona, que con una trayectoria de dos décadas se han convertido en un referente en Europa.
Un espacio urbano inclusivo es el que no penaliza a las personas por su situación de vulnerabilidad económica y social y el que facilita que todos y todas podamos desarrollar nuestra vida cotidiana con autonomía y libertad. Por eso, este número recoge experiencias y reflexiones en torno al papel de la Administración y los vecinos en la transformación del espacio público para evitar la mercantilización y hacerlo respetuoso con las diversidades funcionales, así como para facilitar el cuidado y el encuentro entre vecinos y vecinas.
Laia Ortiz
Teniente de alcaldía de Derechos Sociales
Ayuntamiento de Barcelona