"El hecho de convivir lleva a la mezcla de las diversas identidades y a su transformación en la cultura popular", Dvarka Das
La Casa de los Entremeses acogió los días 18, 19 y 20 de junio las jornadas "Cultura popular, fiesta y religión: las religiosidades populares en Barcelona", organizadas por la Oficina de Asuntos Religiosos (OAR) y comisariadas por el grupo de trabajo Cultura Popular y Conflicto del Instituto Cultural Catalán de Antropología (ICA). En este marco, tuvieron lugar cuatro mesas redondas, un cinefórum y dos rutas, todo con el objetivo de reflexionar sobre la pluralidad cultural de la ciudad y las maneras en que se materializa en las manifestaciones públicas y celebraciones religiosas y espirituales de las diferentes comunidades.
La fiesta es una manifestación polimórfica de la identidad de una comunidad. Es una celebración pública con un alto componente ritual. Esto es especialmente cierto en el caso de las festividades explícitamente religiosas o espirituales. En Barcelona, el paisaje urbano refleja la amplísima variedad de culturas, creencias y religiones de su ciudadanía y ocupan los espacios públicos en sus muchas y diversas manifestaciones festivas. Esta fue la cuestión en torno a la cual giraron las jornadas “Cultura popular, fiesta y religión: las religiosidades populares en Barcelona”, organizadas por la Oficina de Asuntos Religiosos (OAR) y comisariadas por el grupo de trabajo Cultura Popular y Conflicto del Instituto Catalán de Antropología (ICA).
Las jornadas tuvieron lugar en La Casa de los Entremeses, y comenzaron la tarde del 18 de junio con una presentación a cargo de la conductora del acto, Salwa L’Aouaji El Gharbi, jurista experta en migración y diversidad, y el parlamento inicial de Sara Belbeida Bedoui, comisionada de Relaciones Ciudadanas y Diversidad Cultural y Religiosa del Ayuntamiento de Barcelona. Salwa L’Aouaji El Gharbi comenzó señalando la importancia de celebrar unas jornadas como estas, que ponen el foco en la pluralidad de celebraciones públicas que vehiculan las creencias y convicciones de las comunidades que conviven en Barcelona. Sara Belbeida continuó la bienvenida institucional subrayando el peso identitario de las celebraciones populares, y el componente común y comunitario que cogen las religiosidades a través de estas: “la diversidad religiosa y cultural es un tesoro que nos recuerda la belleza de la comunidad en toda su complejidad”.
Seguidamente, tuvo lugar la conferencia inaugural “Cuando Dios viene de fiesta a Barcelona” a cargo de Amadeu Carbó, donde el folclorista abordó el fenómeno de la dimensión festiva de la religiosidad popular que emana de la tradición barcelonesa, para plantear, después, la necesidad de ponerlo en cuestión críticamente atendiendo a la realidad de la ciudad. Porque, si bien el calendario festivo barcelonés, explicaba, tiene un fundamento totalmente católico que había sido compartido históricamente por la ciudadanía, hoy “el perfil de las personas que habitan la ciudad ha cambiado de manera considerable y ostentosa”. En este marco, la fiesta mayor, “la máxima expresión de sociabilidad o de pertenencia del pueblo, la ciudad, el barrio o la calle” es un potente elemento comunicativo de la realidad social, y debe ser capaz de ponerse al día. Y sentenciaba: “ya estamos llegando tarde a las nuevas realidades festivas que emergen en la ciudad, fruto del cambio de perfil de los barceloneses, y es necesario que desde los poderes públicos se aborde desde una perspectiva valiente que sume y nunca reste”.
La conferencia de Amadeu Carbó fue complementada por la discusión a cargo de Maria Garganté, historiadora de arte e investigadora en religiosidad popular y patrimonio cultural. Garganté subrayó, como Carbó, que la religiosidad impregna muchos ámbitos de la vida, y sobre todo de la vida pública, donde se convierte en una expresión comunitaria de la identidad, pero a la vez un espacio donde se disuelven las identidades.
Barcelona, ciudad plurireligiosa
Las jornadas continuaron el mismo día 18 de junio con la primera mesa redonda, bajo el título “Barcelona, ciudad plurireligiosa”, moderada por Ángela Aparicio-Blackburn, fundadora de Cultura en Vivo Barcelona. Intervinieron Núria Borraz, presidenta de la Asociación de Cofrades de Barcelona; Guillem Correa, secretario general del Consejo Evangélico de Cataluña (CEC) y miembro del Grupo de trabajo Estable de Religions; Khalid Ghali, coordinador de la OAR, y Xantal Genovart, de la Asociación de Mujeres Musulmanas de Cataluña.
Fue un espacio de reflexión alrededor de las implicaciones de la pluralidad religiosa en la ciudad y la recuperación de la vida pública por parte de determinadas expresiones religiosas en una realidad urbana cambiante. De hecho, Núria Borraz empezó subrayando este componente compartido de la identidad y señalando la importancia de reconocerla como tal mediante el diálogo. Un diálogo donde debe participar toda la ciudadanía, también aquella que se diferencia de lo hegemónico. Decía Xantal Genovart que se trata de “conocernos para reconocernos”, y de avanzar así hacia una normalización que ya se ha dado en celebraciones como los ‘iftar’ públicos que ya tienen lugar en muchos barrios de la ciudad, casi como una “cena de hermandad”.
Guillem Correa corroboraba este posicionamiento y mencionaba que esta normalización pasa “no solo por poner sobre el papel esta igualdad, sino por hacer acciones concretas que hagan públicas las confesiones”. Porque, tal y como retrató Khalid Ghali, “en Barcelona hay muchas y varias celebraciones públicas, y estas las realizan personas barcelonesas. Extranjerizarlas es un error”. Sin embargo, señalaba Correa, de lo que se trata no es solo de reconocer la pluralidad, sino también la singularidad: “trabajar específicamente el relato y la terminología y caminar hacia una narrativa compartida”.
Visualizando las celebraciones públicas: cinefórum
Tras la primera mesa redonda, el primer día de las jornadas concluyó con un cinefórum donde representantes de comunidades diversas de la ciudad presentaban grabaciones audiovisuales de algunas de sus celebraciones públicas. Moderó el espacio Juan Francisco Díaz, doctorando del proyecto Visual Trust de la Universidad de Barcelona (UB). Esta sesión fue un espacio donde “continuar, a través del medio visual, la visibilización de las prácticas de las diferentes comunidades de la ciudad. Porque ésta es necesaria para su reconocimiento”, tal y como apuntó Díaz. El primer vídeo, presentado por Shufen Chen, de la Asociación Cultural Popular China y la Asociación de Artistas Huaxing, fue un resumen de la celebración del año nuevo chino que tiene lugar en el barrio de Fort Pienc, donde se pudo observar que participan no solo entidades chinas, sino también otras asociaciones y grupos que manifiestan esta identidad común y plural que se discutió en la primera mesa.
La siguiente visualización, presentada por Geraldine Lamoste de la Asociación Visayas-Mindanao Cataluña, también retrató las dinámicas plurales de las celebraciones públicas. Fue en una grabación de la celebración del Sinulog, una festividad filipina que conmemora la conversión del pueblo filipino al catolicismo, y que no solo combina tradiciones precatólicas de las islas con el culto católico, sino que es una festividad profundamente arraigada también en Barcelona. Seguidamente, se proyectó un vídeo recopilación de diferentes prácticas espirituales comunes y públicas de la comunidad sikh, presentado por Dharam Paul Singh Ackoo, del Gurdwara Guru Darshan Sahib de Barcelona. Para cerrar las visualizaciones, Díaz presentó un vídeo grabado en el marco del proyecto Visual Trust en colaboración con la Asociación Internacional por la Conciencia Krishna (ISKCON) Barcelona que muestra la celebración del Ratha Yatra, una procesión en honor a Jagannath, una representación de Krishna.
Todo fueron casos de ocupación del espacio público por parte de confesiones minoritarias, que a su vez crean sinergias con las dinámicas barcelonesas. Esto, por supuesto, no se lleva a cabo sin algunos conflictos. Singh Ackoo explicaba entre risas que “cuando hay fútbol, la Administración pone la estructura necesaria para la celebración en cuestión de horas, a nosotros nos cuesta más”. También se explicita en estas celebraciones públicas el choque cultural, como mencionaba Chen en el caso del año nuevo chino: “El dragón, que para nosotros es un símbolo muy positivo, para la comunidad cristiana es algo malvado”. No obstante, concluía Díaz, se trata de un proceso vivo de adaptación común entre tradiciones y espacio público.
Hacia un nuevo calendario festivo
El día 19 de junio por la mañana, tuvo lugar la segunda mesa redonda de las jornadas, titulada “Hacia un nuevo calendario festivo”. Moderada por Romina Martínez, miembro del grupo de trabajo Cultura Popular i Conflicte del ICA, abordó las perspectivas y predicciones que diferentes ámbitos de la Administración pública local tienen sobre las apropiaciones del espacio público por parte de las manifestaciones religiosas y su gestión. Participaron Núria Serra, jefa del Departamento de Interculturalidad y Pluralismo Religioso del Ayuntamiento de Barcelona; Francesc Fabregat, jefe de Cultura Popular del Ayuntamiento de Barcelona; Esteve Caramés, jefe de programas del Instituto de Cultura de Barcelona (ICUB), y Ariadna Solé Arraràs, técnica de la OAR.
Arrancó Francesc Fabregat presentando el llamado “protocolo festivo”, que en Barcelona aparece en 2008 y es aprobado en 2011. Se empezó a construir en colaboración con las entidades con el objetivo “de establecer un calendario de las celebraciones propias de Barcelona”, e incorpora celebraciones como Santa Eulàlia, el corpus o La Mercè. El protocolo, además, define la cultura popular como “aquella que una comunidad considera como suya”. En paralelo, la Administración empezó a introducir discursos de interculturalidad e intereligiosidad, y hay muchas celebraciones que tienen lugar fuera de este protocolo, como, citaba el ponente, la Feria de Abril. Aun así, decía “el protocolo es un pacto entre el Ayuntamiento y la ciudadanía, y un elemento vivo y dinámico”.
Esteve Caramés le tomó el relevo a Fabregat hablando del calendario festivo, apuntando que “no se puede decidir qué comunidades tienen lugar y cuáles no, sencillamente están ahí, y la diversidad no es un hecho a decidir, sino una realidad”. Así, defendía Caramés, Barcelona tiene una cultura popular que le es propia y que hay que preservar y visibilizar, pero también una realidad diversa, de ahí que propusiera “la construcción de un calendario festivo, independiente del protocolo, que incluya toda esta riqueza, para ofrecer una visión plural de todo aquello que pasa en Barcelona”. Completando esta perspectiva, Núria Serra, a su vez, ofreció un retrato de cuál es exactamente esta riqueza: “Según los datos de 2024, un 33,6% de las personas que viven en Barcelona han nacido en otro país, y conviven 180 nacionalidades diferentes, cerca de 300 lenguas y 36 convicciones”. Por esta razón, explicaba Serra, ya hace años que el Ayuntamiento ha llegado al consenso de adoptar una perspectiva intercultural, que básicamente implica tres principios: igualdad y no discriminación, reconocimiento de la diversidad y participación. “Nuestro trabajo como Departamento”, señalaba, “es aterrizar esto, de manera que todo el mundo pueda sentir la ciudad como suya”.
La OAR es uno de los órganos que fueron creados con este objetivo, y trabaja siguiendo precisamente estos tres principios para garantizar el derecho a la libertad religiosa que es intrínseco a la adopción de una perspectiva intercultural. “Porque”, explicaba Ariadna Solé, “que la Administración sea aconfesional no quiere decir que no se puedan establecer diálogos con las convicciones. Se trata de sumar y dar valor a toda la cultura popular, sea más o menos nuestra”.
Expresiones religiosas en el espacio público
La mesa redonda siguiente, titulada “Expresiones religiosas en el espacio público”, se centró en recorrer los diferentes usos que algunas comunidades religiosas hacen del espacio urbano y la adecuación de este uso al ejercicio del derecho a la libertad religiosa. Fue moderada por Youssef Sultan, de la Cooperativa Reflexes, e intervinieron Dvarka Das y Ashi Devi Dasi, miembros del templo hindú ISKCON Barcelona; Daniel Santillo, de la comunidad judía Jabad Barcelona, y Andreu Bernadàs, presidente de la Federación Catalana de Els Tres Tombs.
La mesa arrancó con la definición de cultura popular y el espacio que tiene la espiritualidad. Andreu Bernadàs la defendió como una construcción social, donde “se mezclan todos los colores, y toda espiritualidad, religiosa o laica, tiene cabida”. En esta construcción, defendía Dvarka Das, el tiempo tiene un papel primordial: “la migración enriquece la cultura autóctona, el hecho de convivir lleva inevitablemente a la mezcla de las diversas identidades y a su transformación en la cultura popular“. Y la mezcla solo tiene lugar en el espacio público, en la calle. Porque, apuntaba Daniel Santillo, “la sociedad espera que no conozcamos las religiosidades de los demás, que sean privadas, pero llevar las religiosidades a la calle implica hablar y entenderse”.
Las tendencias al intercambio, sin embargo, solo pueden tener lugar si las “culturas populares mayoritarias”, como lo llamó Youssef Sultan, son inclusivas y abren un espacio para la transformación y la reconstrucción cultural. En este sentido, Ashi Devi Dasi señaló que el obstáculo no está en la actitud de la cultura mayoritaria, que en general siempre tiene una actitud de bienvenida, sino en los posicionamientos de las autoridades: “No hay una rivalidad con las otras religiones, pero hay creencias a las que ponen más facilidades para ocupar los espacios, mientras que a nosotros nos han denegado peticiones, y eso nos impide salir a la calle”. Andreu Bernadàs y Dvarka Das coincidían con ella: “La sociedad barcelonesa asume todo lo que es novedad, llega y se lo hace suyo. Al mismo tiempo, sin embargo, la autoridad tiene una tendencia a coger solo los proyectos que le interesan, por una razón económica, pero también por miedo al movimiento en la calle, a la espontaneidad de las celebraciones que unen a la gente“, comentaba Bernadàs. En este sentido, Dvarka Das, mencionaba el caso de la celebración del Ratha Yatra: “Hace 31 años que lo celebramos, y la gente participa activamente, aprecia los espectáculos, nuestras exhibiciones y tradiciones, hasta el punto de que yo diría que sí que es parte innegable de la cultura de Barcelona. Y sí que se hace con la colaboración del Ayuntamiento, pero eso no quiere decir que no tengamos ninguna traba con respecto a los permisos”. Daniel Santillo, en cambio, afirmaba no haber tenido esta clase de obstáculos: “Nosotros hace más de 13 años que hacemos actividades en la plaza Sant Jaume y yo nunca he sentido ninguna presión ni traba. Tampoco hacemos demasiadas acciones públicas, pero por ejemplo a mis hijos les han movido exámenes por festividades judías. Creo que hay una normalidad dentro del espacio público“.
Aun así, el encuentro en este espacio público tiene un rol primordial en la visibilización de una cultura popular religiosamente diversa, haciendo el papel que deberían tener los medios de comunicación, que a menudo relegan tanto la cultura popular como la religión: “Los medios ven la religión como algo fanático, pero las calles dan normalización: nos encontramos todos, nos respetamos y nos reconocemos en las respectivas identidades”, expresaba Santillo. “Los medios tienden a una monotonía que se debe paliar, y la cultura popular que se trabaja en esencia en la calle, es eso”, confirmaba Bernadàs. Finalmente, para vencer esta tendencia, concluía Dvarka Das, “se debe entender la responsabilidad compartida entre comunidades religiosas, medios y Administración”.
Rutas: espacio urbano y religiosidades
El 19 de junio por la tarde, tuvieron lugar dos rutas, “El Born, Santa Caterina y Sant Pere”, y “El Raval”, ambas dedicadas a ejemplificar cómo interactúan las transformaciones urbanas y la diversidad religiosa en los barrios indicados en los títulos. Ambas las condujo Víctor Albert-Blanco, doctor y miembro del ISOR (Investigaciones en Sociología de la Religión).
La primera ruta se inició en La Casa de los Entremeses, donde Albert calificó la plurireligiosidad de Barcelona como endémica, pero diversificada en los últimos años por el aumento de la migración: “La misma trama de la ciudad se construye según esta diversidad”. La primera parada fue la plaza de Sant Pere, que permitió mostrar el papel de los monasterios y conventos en la estructuración de la expansión urbana de la ciudad. Seguidamente, Albert condujo al público por la calle Sant Pere Mitjà para ver el exterior del Centro Islámico Al Qaim, el único centro chiita de la ciudad. “Es representativo”, explicaba Albert sobre el centro, “de los espacios musulmanes de la ciudad, que suelen ser talleres o tiendas reconvertidas, por lo que son espacios pequeños, precarios materialmente”. La última parada fueron la plaza del Pou de la Figuera, “testimonio de la transformación urbana de los noventa” y la Comunidad Musulmana Assafa que hay en la misma plaza, donde la comunidad invitó al público a entrar.
La segunda ruta salió de la plaza de Vicenç Martorell, donde Albert-Blanco explicó las claves de la construcción del barrio del Raval, entre la segunda y la tercera muralla de la ciudad, muy estructurada durante la época medieval según los edificios religiosos, y reestructurada en la era moderna y la industrialización por las desamortizaciones y la pugna por el espacio urbano. El primer centro de culto de la visita fue la Iglesia Protestante de Barcelona Centre, en plena calle Tallers. La pastora del templo, fundado en 1869 en otra localización, explicó cómo el edificio actual sigue las directrices de la Ley de libertad religiosa promulgada en 1967, en plena dictadura franquista: “La iglesia como tal está lejos de la puerta, después de un gran pasillo, porque se quería evitar que si alguien pasaba por delante viera qué había dentro”. La parada siguiente fue en la plaza de Sant Agustí y la parroquia de Sant Agustí, construida en 1728 como un convento de agustinos y hoy uno de los principales puntos de encuentro de la comunidad filipina barcelonesa, que celebra sus festividades como el Sinulog. La ruta terminó con la visita a la mezquita Tariq Bin Ziyad, en la calle de San Rafael, que tiene las mismas características que la que se pudo observar en la primera ruta.
Experiencias hacia un calendario festivo intercultural
La última mesa redonda de las jornadas, “Experiencias hacia un calendario festivo intercultural”, fue un espacio donde diferentes entidades e iniciativas sociales y municipales presentaban sus acciones en perspectiva de diversidad cultural y religiosa en sus entornos en la ciudad. La sesión de intercambio fue moderada por Laura Villaplana, técnica del Programa BCN Interculturalidad, y participaron Marta López, miembro del Grupo Interreligioso del Raval (GIR) de la Fundación Tot Raval; Sergio Arévalo, de la Asociación UNESCO para el Diálogo Interreligioso (AUDIR); Toni Estopiñà, técnico de interculturalidad del distrito de L’Eixample, y Noemí Ayora y Sònia Montes, técnicas del distrito de Nou Barris.
Comenzó Sergio Arévalo presentando la AUDIR como una asociación “pluriconviccional, pero laica”, donde entienden que “la religión es cultura, y no solo en sus expresiones artísticas, sino como conjunto, con la espiritualidad y las creencias”. Y, en este sentido, es también patrimonio de toda la humanidad, porque “los cultos y las celebraciones son elementos de conocimiento y reconocimiento”. Para caminar hacia este reconocimiento, la AUDIR quiere visibilizar la pluralidad religiosa, y lo hace, entre otros, con dos herramientas: su Calendario Interreligioso e Interconviccional y una guía didáctica para secundaria que describe varias tradiciones religiosas, sus festividades y algún aspecto destacable de todas ellas.
Seguidamente, Marta López presentó el GIR y su calendario de celebraciones: “El GIR es un grupo que busca el conocimiento del otro en el ámbito vecinal, y en este sentido el calendario busca un ‘nosotros’ diverso, que es lo que es el barrio”. La edición de este año es la número 13, y hay, como siempre, festividades culturales, religiosas y sociopolíticas. “Todas tienen la misma importancia, porque celebrar juntos y convertirnos en un ‘nosotros’ es siempre el objetivo”. Después, Toni Estopiñà expuso el calendario intercultural de L’Eixample, una acción que, explicaba, “vino desde arriba, porque tenemos pocas entidades como tal, en L’Eixample, y muy poca interacción con las que hay”, pero, sin embargo, fue construido cooperativamente, entre Administración y asociaciones.
Acabaron Noemí Ayora y Sònia Montes, técnicas del distrito de Nou Barris, compartiendo experiencias “que quizás nos pueden conducir a la construcción de un calendario festivo más diverso, porque todavía no lo tenemos“, explicaba Montes. Aunque en el distrito de Nou Barris hay 138 comunidades extranjeras, el 21,5% de las vecinas no tiene nacionalidad española y ahí conviven 7 tradiciones religiosas. El objetivo de las acciones sería dar reconocimiento a todas estas comunidades y tradiciones, “haciendo un trabajo colectivo con ellas”, señalaba Ayora.
Cierre y verbena de clausura
Las jornadas cerraron con unas palabras de Manuel Delgado, miembro y coordinador del grupo de trabajo Cultura Popular y Conflicto del ICA. Apuntó a la complejidad de los conceptos que estructuraron las jornadas. “¿Es espiritual ir a Montserrat una vez al mes a buscar OVNIS, esperando ver nada que nunca se ha visto? ¿Y qué hay de la procesión de los 15+1 de Hospitalet de Llobregat, una procesión religiosa laica?”, preguntó, para después proclamar que “la diferencia entre lo religioso y lo que no lo es, es complicada de establecer”. Por eso, Delgado defendía que “debemos acercarnos a los fenómenos religiosos como lo que son, fenómenos sociales, o culturales, si se quiere, solo una forma ideológica más”, e ir con cuidado siempre con la dimensión de la diversidad, porque “la diversidad muchas veces esconde desigualdad”, en tanto que viene marcada por un “orden hegemónico ideológico que establece que la única forma adecuada de pensar es la racionalidad ilustrada”, que de manera implícita relega las manifestaciones que se separan a “formas inferiores de cultura”.
Para terminar, cerró las jornadas una exhibición de Tambores de San Juan en la plaza del Pou de la Figuera a cargo de la Asociación Cultura Contraseña de Danza Venezolana, acompañada de coca y cava, poniendo en práctica y haciendo abiertamente pública toda la retahíla de reflexiones que habían protagonizado las actividades anteriores.