Los hombres ante la corresponsabilidad:
el gran reto de la equidad de género
La corresponsabilidad se define como la distribución equilibrada, equitativa y funcional de la planificación, la organización y la realización de las tareas domésticas, del cuidado de menores y de personas dependientes, de los espacios de educación y del trabajo remunerado.
Cuando hablamos de corresponsabilidad es importante clarificar algunos términos para dar visibilidad y reconocer estas tareas y no confundir los pequeños cambios en pasos agigantados hacia la corresponsabilidad. Así, según Bonino (2000), es importante diferenciar los cuidados del hogar más materiales y visibles y no el cuidado de las personas y los vínculos, que es un trabajo realizado sobre todo por las mujeres para producir y mantener el bienestar de todos los miembros del hogar.
De la definición se desprende que, para ser corresponsales, es necesaria una negociación entre todas las personas del hogar para pactar quién hará las tareas domésticas y los cuidados. Es importante dialogar sobre la importancia del reparto equitativo de las responsabilidades y de los beneficios que conlleva, siempre con la idea básica que no se trata de ayudar o colaborar sino que todas las personas que conviven sean responsables de las tareas domésticas y de los cuidados y que se puedan compartir.
También es importante destacar que cuando hablamos de corresponsabilidad no sólo nos referimos a la ejecución de las tareas concretas a realizar, sino que el trabajo reproductivo implica una serie de aspectos más amplios como son la organización, la planificación, la responsabilidad, el uso del tiempo, etc. Es la implicación y no la ejecución lo que sobrecarga. Así, los hombres acostumbran a moverse más en la ejecución de tareas, evitando las más desagradables o escogiendo las que quieren realizar. En este sentido, tampoco es lo mismo ejecutar tareas de forma correlativa, que la simultaneidad que implica el trabajo reproductivo.
Llegados a este punto, si queremos promover la corresponsabilidad entre los hombres, es importante tener presente las dificultades, resistencias y obstáculos que nos podemos encontrar para el cambio de los hombres. Por ejemplo:
- Educación sexista: desde pequeños, los hombres aprenden que los cuidados no son una tarea suya. En cambio, las mujeres están educadas y preparadas para el cuidado de otras personas. Por lo tanto, ellas también tienen que delegar esta responsabilidad para poder facilitar la corresponsabilidad.
- Percepción de poder y privilegio: fruto de esta socialización y del patriarcado como estructura social, muchos hombres tienen la percepción de tener derecho a ciertos privilegios como, por ejemplo, el uso y la disponibilidad del tiempo personal y de ocio, la privacidad, la libertad de movimiento, que otras personas puedan satisfacer sus necesidades o el derecho a ser cuidado y servido.
- Demandas contradictorias: actualmente los hombres reciben mensajes contradictorios. Por un lado se promueve que sean corresponsables en el hogar pero, a su vez, socialmente se penaliza no mantener un modelo de masculinidad más tradicional. Además, no existen referentes corresponsables y los medios de comunicación tampoco colaboran para facilitarlos. De esta forma, muchos hombres se encuentran desorientados con relación a su rol.
- Tareas invisibilizadas y no valoradas: hoy en día las tareas domésticas y los cuidados siguen siendo poco valorados y se siguen asignando a las mujeres. Este hecho dificulta que los hombres se incorporen a unas tareas que no tienen reconocimiento social y que están invisibilizadas. En comparación con el trabajo productivo y en el ámbito público, las tareas domésticas y los cuidados son tareas más rutinarias, continuas, sin horarios ni condiciones laborales, sin sueldo y sin vacaciones, no se valoran en ningún currículum y no facilitan posibilidades de crecer profesionalmente.
- Poco apoyo social y del mundo laboral: desde las instituciones públicas no se ofrece el apoyo necesario para facilitar la corresponsabilidad de las personas. Igualmente, el modelo productivo actual pone muchas barreras para poder conciliar la vida laboral con la vida familiar y personal.
En este punto debemos preguntarnos: ¿qué ganan los hombres con la corresponsabilidad en las tareas domésticas y los cuidados? Es importante tener en cuenta los beneficios que supone la corresponsabilidad como estrategia clave para favorecer el cambio. Por ejemplo:
- Fomento de la autonomía: aprender a cuidar de uno mismo sin depender de ninguna persona (normalmente de una mujer).
- Aumento del bienestar personal (autoestima) y social (relaciones afectivas más sanas y ricas).
- Aprendizaje de nuevas habilidades y competencias para la vida..
- Mejora de las relaciones familiares y de pareja: disminuye el estrés y se otorga un rol participativa a cada miembro de la unidad de convivencia. Además, facilita la complicidad en la pareja e incrementa el tiempo para compartir juntos.
- Posibilidad de que los hombres disfruten acompañando a sus seres queridos en los momentos cruciales de la vida: crecimiento de los hijos, enfermedades, nacimientos, exámenes, últimos momentos, etc.
- Descarga de la presión de ser el proveedor familiar.
- Mejora de la salud: si los hombres aprenden a cuidarse y a cuidar de los demás, mejoran sus hábitos saludables y aumenta su tiempo y su calidad de vida.
- Ser un buen referente social para los demás y sobre todo para los hijos, rompiendo la transmisión generacional del patriarcado.
De esta forma, para facilitar la implicación de los hombres en la corresponsabilidad, es necesario realizar un trabajo de deconstrucción de la masculinidad hegemónica tradicional, y de construcción y promoción de los modelos alternativos de masculinidad, en los que los cuidados y las emociones tengan un espacio privilegiado. El éxito dependerá de la propia responsabilidad de los hombres, que puedan tomar consciencia de las consecuencias a todos los niveles de su falta de implicación, y de los beneficios que conlleva la corresponsabilidad, no sólo para los demás sino para uno mismo.