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Paternidad

Los hombres ante la paternidad

A continuación te proponemos que puedas visualizar dos anuncios de coches donde se representa la paternidad de una forma concreta.

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Después de ver los dos vídeos, trata de contestar las siguientes preguntas:
  • ¿Cómo te has sentido?
  • ¿Qué imagen da a los padres?
  • ¿Compartes esta representación de la paternidad?
  • ¿El modelo que representa está obsoleto o actualmente los hombres están implicados en la paternidad?

El hecho de ser padre supone una gran oportunidad para implicar a los hombres en la corresponsabilidad. Es a partir de la paternidad que podemos fomentar la implicación de los hombres en las tareas domésticas y los cuidados. De hecho, la paternidad supone una palanca de cambio hacia posiciones más igualitarias en las relaciones de género y hacia la construcción de masculinidades alternativas, ya que remueve y desestabiliza muchos aspectos relacionados con la masculinidad hegemónica tradicional, como por ejemplo el cuidado (de los demás y de uno mismo), el reconocimiento y la expresión de las emociones, la sexualidad, los afectos y la relación de pareja, la comunicación asertiva, etc.

La paternidad es una construcción social que no viene determinada simplemente por la biología sino que varía en función del contexto social y cultural. Así, las expectativas sociales del hombre hacia la paternidad son cambiantes y, además, la concepción de la masculinidad también varía en función de diferentes categorías sociales, como por ejemplo la edad, la clase, la religión, la raza, la etnia, la orientación sexual, etc., o incluso por circunstancias determinadas como el paro. De esta forma, un mismo padre puede combinar diferentes estilos de paternidad a lo largo de su ciclo vital, del ciclo vital de su hijo/a, etc. Por lo tanto, en nuestro contexto social es imprescindible entender la paternidad desde una perspectiva de género.

¿Cuál es la situación real en cuanto a la implicación de los hombres en la paternidad?

Nos encontramos en un momento de cambio entre viejos y nuevos modelos familiares. Con la incorporación masiva de la mujer en el mundo laboral, se ha pasado de la expectativa del papel del hombre como proveedor económico al hombre como proveedor de afectos. Así, es un momento de confusión, de no saber qué tipo de padre se podrá ser básicamente porque no existen referentes positivos de paternidad. Pero a la vez hay un claro rechazo al modelo de padre autoritario, distante, absente o periférico derivado del modelo de masculinidad hegemónica tradicional. En este sentido, muchos hombres comentan que “no sé qué tipo de padre quiere ser, pero lo que sí sé es que no quiero ser como mi padre”.

¿Cuántos hombres conoces que hayan pedido una excedencia o hayan reducido su jornada laboral para cuidar a su hijo/a?

A continuación os presentamos algunas estadísticas concretas al respecto:

  • En 2011 sólo un 6% de las excedencias para cuidar a los hijos fueron solicitadas por hombres, contra un 94% de las mujeres.Més
  • En el mismo año, aproximadamente un 1,8% de los hombres amplió su permiso de paternidad más de 2 semanas (compartiéndolo con la pareja).Més
  • • En 2011, un 21,1% de las mujeres redujo su jornada durante más de un mes, por sólo el 2,1% de los hombres.Més

Ello no obstante, el retroceso del modelo tradicional de padre es sobre todo a nivel discursivo y no práctico, ya que los datos de tiempo dedicado al cuidado (tablas 1 y 2), los permisos de paternidad, la discriminación salarial de las mujeres, los cargos de responsabilidad mayoritariamente en los hombres, etc., muestran que el cambio real sigue siendo un tema pendiente.

Actualmente más hombres cuidan a sus hijos. Pero la idea básica, como ya se ha comentado, no es que los hombres cuiden o no, es decir, que cambien un pañal o no, porque esto ya se hace en mayor o menor medida. La idea es que los hombres incorporen los cuidados como un aspecto más y central de su propia identidad y no como un hecho puntual. Cuando esto suceda, se podrá llegar a una paridad en los cuidados. Queremos padres responsables, y no padres participativos o ayudantes.

Por otro lado, se va generando paulatinamente una demanda de los hombres para tener recursos y apoyos y poder desarrollar su paternidad. Muchos hombres sienten que tienen un papel de actor secundario o suplente en los cuidados. Por ejemplo, hablan que a ellos nadie les pregunta durante el embarazo cómo están o qué sienten. Y en cambio se pretende que, desde la responsabilidad personal, se impliquen en los cuidados de una forma presente y afectiva.

Como ya se ha dicho anteriormente, es importante tomar consciencia y hacer visibles las resistencias y los obstáculos existentes para la implicación de los hombres en la paternidad. La principal dificultad es la educación sexista que no contempla los cuidados y los afectos, obstaculizando la asunción de los cuidados como aspecto central en la vida de los hombres y como proyecto en común con la pareja. En consecuencia, muchos hombres se encuentran en una situación paradójica en la que, por un lado, se espera que sean padres presentes, responsables y afectivos y, por otro lado, se espera que cumplan los mandamientos de género sobre la masculinidad hegemónica (centralidad en el trabajo, autoridad, no expresión de sentimientos, impulsividad, uso de la violencia, dominación, racionalidad, dificultades para asumir los cuidados, etc.).

Esto crea una situación de conflicto con consecuencias como la desorientación, las dificultades para gestionar emociones, la escasa vinculación con los hijos, los sentimientos ambiguos de proximidad y distanciamiento, las pocas habilidades para la educación y los cuidados, que muchas veces conducen a la frustración y a la violencia, etc. A continuación detallamos otras resistencias:

  • Cambio masculino sin liderazgo: falta de referentes sociales que muestren modelos alternativos de vivir la paternidad (sobre todo en los medios de comunicación).
  • Escasa validación social y del grupo de iguales para el ejercicio de una paternidad responsable, presente y afectiva, seguramente por la dificultad de asumir los cuidados dentro del modelo de masculinidad.
  • Poco apoyo social y formal (permiso de paternidad equitativo, obligatorio e intransferible, medidas en el ámbito laboral para facilitar la corresponsabilidad, etc.).
  • La relación con el propio padre, vivida muchas veces desde un modelo de paternidad ausente, periférico y/o autoritario.
  • Dificultad para conectar con los propios beneficios de la implicación.
  • Responsabilidad como una carga pesada donde se deben hacer sacrificios o renuncias.
  • Prioridad en el desarrollo de otras dimensiones (carrera profesional, ocio, estudios, etc.).

¿Cómo podemos implicar a los hombres en la paternidad? Principalmente construyendo y promocionando paternidades presentes y responsables y facilitando que cada hombre pueda construir su proyecto de paternidad. A continuación se detallan algunos aspectos de lo que conlleva el ejercicio responsable de estas paternidades:

  • Presencia: en cuanto al tiempo compartido, la calidad de este tiempo, la proximidad afectiva, desde un acompañamiento, etc. Esta presencia se da desde el primer momento en el que se recibe la noticia de la futura paternidad. Por eso es importante ir a las visitas de control del embarazo, a los grupos de preparación al nacimiento, a las visitas y revisiones médicas, a las ecografías, etc.
  • Cuidados: como experiencia de vinculación mediante los cuidados (baño, pañales, masaje, calmar el llanto, etc.).
  • Corresponsabilidad en las tareas domésticas y los cuidados, sobre todo con relación a los cuidados básicos, la vigilancia y el acompañamiento (médico, colegio, etc.), actividades que implican una sobrecarga de trabajo (y no sólo la parte lúdica como jugar o ir al parque). Por ejemplo, el cambio de pañales no es sólo la acción misma de cambiar, sino que implica depositarlo en la basura, saber donde se guardan los pañales en casa, comprarlos, reponerlos, etc.
  • Disponibilidad afectiva: tanto desde el contacto físico con el menor como en el reconocimiento y la expresión de emociones.
  • Comunicación y negociación: pasar del padre autoritario al padre con autoridad que pone límites realistas pero que es flexible y no impositivo. Es capaz de negociar y pactar con la pareja.
  • Respecto y buen ejemplo desde la coherencia interna.

Para finalizar, debemos apuntar que la incorporación de los hombres en los cuidados de los menores no sólo reporta beneficios para las mujeres y la sociedad en general sino que también aporta beneficios para los propios hombres (desarrollo personal, reencuentro con el mundo emocional, mejora de la relación de pareja, mejora de la salud, autonomía, autoestima, autoconocimiento, empatía, etc.). Además, la paternidad responsable también reporta beneficios para los hijos.