Repensar la masculinidad:
¿Qué pueden hacer los hombres contra la violencia?
- ¿Qué aporto yo para cambiar la sociedad en la que vivo y hacerla menos machista?
- ¿Soy capaz de generar relaciones más equitativas revisando mis actitudes, formas de hacer y comportarme?
Para terminar, se presentan alternativas para el cambio. Es importante ir más allá de la reflexión y la crítica, no caer en la culpabilización y hacerse responsable del entorno. Por eso es necesario pasar a la acción y educar a los niños y a los chicos en una serie de valores que les permitan desarrollar herramientas esenciales para la vida, como la gestión de las emociones, la comunicación libre de violencia, el respeto de los límites, la asertividad, la autonomía emocional y la autoestima. En este bloque se aportan algunas propuestas en la línea de fomentar en los chicos y en los hombres lo que no les ha sido permitido desarrollar en su proceso de socialización de género.
El trabajo de las emociones
La masculinidad hegemónica considera la rabia como la única emoción válida y masculina, y la forma de gestionarla es la violencia. Todo un abanico de emociones como el miedo, la inseguridad, la celosía, la tristeza o la frustración se transforman en rabia y se gestionan con actos violentos hacia uno mismo y hacia los demás. Para desaprender este camino deberemos trabajar en la identificación de las diferentes emociones que hacen la vida más plena y compleja, y vivirlas, expresarlas y aprender a gestionarlas con los demás.
La comunicación asertiva
Por eso también se trabaja y se desarrollan herramientas para acompañar a los hombres a comunicarse de forma asertiva. En una situación de conflicto, los hombres aprenden a ponerse agresivos y muestran posturas egoístas y autoritarias. Imponer su voluntad es visto como una señal de victoria y no como un fracaso comunicativo y emocional. Debemos ofrecer herramientas para no vivir los límites que ponen otras personas como un obstáculo a superar sino como una oportunidad para crecer. Las personas asertivas están seguras de quién son y de su valor, respetan la opinión de los demás pero no se dejan arrastrar, expresan sus gustos e intereses de forma espontánea y no temen decir “no” cuando conviene. Saben reclamar sus derechos, entendiendo que quizás cometerán errores. Pueden discrepar abiertamente, ser diferentes y tratar a los demás con educación y respeto.
Poder transformador y posicionamiento personal hacia la masculinidad hegemónica
Más allá del trabajo entorno a las emociones y el aprendizaje de una comunicación no violenta, es fundamental un posicionamiento personal y grupal de los hombres en contra de la violencia. Aunque se ha hablado de una competitividad y una violencia entre hombres vinculada al modelo de masculinidad hegemónica, es importante mencionar que entre hombres también se genera un ambiente de complicidad basado en los privilegios que comparten. Las bromas sexistas en un bar o los insultos homofóbicos en un instituto son ejemplos de esta complicidad grupal, muchas veces engañosa o de poder viciado. Pero, como ya hemos explicado, esta complicidad es sólo un mecanismo que sirve para perpetuar la violencia hacia las mujeres y hacia otros hombres.
Por lo tanto, es fundamental que los hombres rompan con esta complicidad y se nieguen a perpetuar la herencia patriarcal, manteniendo una actitud de tolerancia cero ante la violencia machista. En este sentido, el poder transformador de los hombres es inmenso, ya que las experiencias de hombres que se posicionan (a nivel individual o grupal) contra la violencia permiten crear nuevos modelos y referentes. Experiencias como las ruedas de hombres que se celebran cada 21 de octubre en diferentes puntos del Estado español ejemplifican estos posicionamientos públicos en contra de la violencia machista. Un posicionamiento que debe ir siempre acompañado de una revisión personal para construir otras masculinidades posibles.
Debemos revisar el concepto de masculinidad para avanzar hacia una sociedad con un reparto de poderes más justo y consensuado, donde las personas puedan construirse y relacionarse libremente.
Por eso es muy necesario crear herramientas que permitan una deconstrucción del modelo patriarcal y amplíen el abanico de posibilidades de ser de los hombres y de las mujeres.