Centro Municipal de Cultura Popular de Sant Andreu

Una vez había una ‘escola bressol’ nueva, que desde el primer día de su nacimiento “pensaba, pensaba” de qué manera podría entablar relaciones con los vecinos y las vecinas del barrio donde estaba. Después de pensar mucho apareció una pequeña idea: crear un cabezudo.

La escuela intuyó que un personaje así podía servir muy bien como representante. Pasaron cuatro cursos y en el quinto —ya sabéis que el cinco es un número mágico— se pusieron a pensar y a buscar información de cómo se podía elaborar un cabezudo. Primero, las familias decidieron encontrarse y, después, el trabajo consistió en movilizar, animar y empapelar toda la escuela explicando qué era un cabezudo y animando a todo el mundo a que participara; incluso invitaron a la asociación de cabezudos del barrio para que los ayudaran. Cada miércoles un grupito de familias enteras y algún miembro del equipo docente se convertían en artistas.

En primer lugar, se decidió qué representaría: un animal, una persona, etc. Unos cuantos, “rápidos” y “eficientes”, llevaron propuestas en forma de dibujos, que se colgaron en la sala, y durante la semana votó el resto de la escuela.

Se decidió que sería un elefante, pero no sabían cómo elaborar la trompa ni las orejas, ni cómo conseguir que pasara por la puerta. Sin embargo, el trabajo de grupo con objetivos compartidos y claros no falla nunca, y así el cabezudo fue cogiendo forma. Cuando le pusieron las pestañas, decidieron que sin ningún tipo de duda sería una elefanta.

¿Como la llamarían? Se propuso preguntar a los niños y las niñas y lo resolvieron en un abrir y cerrar de ojos: ¡se llamaría Duduà, como la elefanta de la canción!

Para acabar, le hicieron unas trenzas con cintas de los colores del arco iris, que simboliza la escuela.

Para el estreno tuvo lugar un desfile en el patio del centro. Duduà bailó acompañada por los ‘grallers’ y los cabezudos del barrio, que vinieron a hacerle los honores, y se paseó tirando confeti y caramelos saludando y acercándose a las niñas y los niños de todo el barrio.

Ahora, la escuela ya tiene su portavoz: ¡una cabezuda hecha con amor, entusiasmo y compañerismo de un grupo de personas que quisieron sorprender dejando su huella a través de la fantasía!