Por la Exposición Internacional de 1929, Barcelona recibió la llegada masiva de mano de obra. La ciudad dobló la población, con el consiguiente problema de vivienda. Después de la Exposición, una crisis cruel dejó a todos estos obreros sin trabajo. Ante la incapacidad de pagar el precio abusivo de los alquileres, llegaron los desahucios y la revuelta a los barrios obreros. Barcelona vivió así la primera reivindicación histórica para conseguir unas condiciones dignas en la vivienda.
Estos hechos se reflejan ahora, en forma de cómic, en el libro Rebel·lió. La vaga de lloguers del 1931, con guion de Francisco Sánchez e ilustraciones de Ana Sainz «Anapurna». Los autores lo han presentado este lunes en la Biblioteca Francesc Candel. También participa Pepe Gálvez, guionista, crítico y teórico del mundo del cómic.
La huelga de alquileres se mantuvo de manera intermitente durante todo el periodo de la Segunda República, a lo largo de la cual se alcanzaron numerosos acuerdos. El barrio de Ferre y Guàrdia, uno de los cuatro de «casas baratas» que se llegaron a hacer en Barcelona, fue uno de los lugares donde más duró esta huelga de alquileres. En este barrio, llamado de Eduardo Aunós antes y después de la República, la organización vecinal liderada también por mujeres como Victoria Ruiz Rodríguez «la Benita» y Dolores Maldonado Ruiz consiguió detener desahucios, encontrar alternativas de vivienda y crear redes de apoyo vecinal. La respuesta, liderada por la Cámara de la Propiedad y el Patronato de la Habitación de Barcelona, fue una fuerte represión policial y jurídica.
Con este nuevo atril o placa de memoria situado en el cruce de las calles de Pontils y de Tortosa, las entidades vecinales de la Marina y el Ayuntamiento de Barcelona rinden homenaje a este movimiento huelguista, solidario y con carácter emancipador que tuvo una relevancia especial en este barrio.