El próximo mes de marzo habrán pasado cuatro años desde el decreto de alarma motivado por la irrupción de la COVID-19.
La llegada de la “nueva normalidad” después de la pandemia fue el tema del que se ocupó el último número de la revista Barcelona Societat. En el texto de presentación, señalábamos que “el impacto de la pandemia hizo patente la necesidad de políticas de protección social[...]. Muchas personas perdieron sus fuentes de ingresos, vieron retrasado el cobro de los ERTE, perdieron la capacidad de pagar el alquiler, o incluso perdieron las habitaciones de alquiler”.
Y como conclusión, destacábamos que “ante la gran incertidumbre inicial, el Ayuntamiento estuvo en primera línea para ofrecer una respuesta empática y comprensiva con las inseguridades y miedos de la ciudadanía”. Una vez más, debemos reconocer la gran tarea realizada por los Servicios Sociales, básicos y especializados, de la mano del tejido social y también de las redes de apoyo. Los Centros de Servicios Sociales se organizaron para abrir un Centro por distrito mientras el resto trabajaba a distancia. Los equipos especializados de calle continuaron vinculando personas y generando confianza. Parte de los equipos de los EAIA colaboraron en la distribución de alimentos. Todos los servicios de atención a personas mayores establecieron medidas de protección y acompañamiento. Se habilitaron 700 plazas más para personas sin hogar. Y así, en todos los ámbitos de la acción social. Conviene recordar esta ingente tarea.
Podemos decir que hoy en día, 4 años después de ese fenómeno tan devastador, la administración local sigue desempeñando un papel fundamental a la hora de garantizar condiciones de vida básicas para mucha gente y de reducir al máximo las situaciones de vulnerabilidad desde la proximidad, situando los derechos de las personas en el centro de sus propuestas. En este nuevo número de la revista Barcelona Societat nos ocupamos tanto de algunos de los factores preexistentes como de algunos nuevos que afectan y determinan estas condiciones de vida.
Por eso nos preguntamos cómo se han transformado y cuáles son las nuevas formas de vulnerabilidad. El tradicional eje material igualdad-desigualdad se suma hoy a nuevos desafíos, como el eje relacional que contrapone a los colectivos y personas vinculadas con las desvinculadas de sus comunidades, y el eje cultural o relacional que confronta a quienes gozan de reconocimiento socio-cultural con quienes se encuentran discriminados. Los solapamientos entre estos tres ejes marcan hoy las nuevas formas de exclusión y vulnerabilidad y las instituciones públicas locales debemos saber dar respuesta de la mano del tejido social, con mayor participación ciudadana y con un mayor acercamiento al día a día de la comunidad.
La crisis de acceso y mantenimiento a la vivienda en condiciones representa una de las principales áreas de preocupación del Ayuntamiento, así como de otros muchos agentes y sectores socioeconómicos. Para darle respuesta, es necesario tener en cuenta múltiples factores como, por ejemplo, la mayor o menor disponibilidad de vivienda pública, el stock de vivienda de alquiler, las condiciones que determinan el esfuerzo económico que deben hacer los hogares, o las transformaciones demográficas y de los nuevos tipos de hogares que caracterizan la situación socio-demográfica actual de la ciudad. Pero la ciudad es más que un lugar donde residir. Es también el lugar donde trabajamos, estudiamos, paseamos, consumimos, etc. Y por eso, es necesario tejer ciudades compactas e integradas, donde nuestros desplazamientos consuman el menor tiempo posible y generen el mínimo de emisiones de carbono. El modelo de la “ciudad de los 15 minutos” representa, en este sentido, un horizonte que nos inspira a la hora de imaginar y construir hoy la ciudad del mañana.
Pero las situaciones de vulnerabilidad no son solo fruto de estos factores estructurales sino también de los relacionales. Nuestras interacciones pueden adoptar diversas formas que sin duda inciden en la calidad de nuestra salud. A través de diversas intervenciones socioeducativas, el Ayuntamiento en particular y las instituciones públicas en general, podemos y debemos promover relaciones más saludables y equitativas para mejorar la salud de todos y todas.
En este sentido, uno de los desafíos que plantea el contexto actual es el reto de abordar el cambio climático, un desafío en el que las ciudades tienen mucho que decir. ¿Cómo pueden las ciudades desempeñar un papel protagonista en la transición energética? Entre otros, podemos ser clave en la generación de energías renovables y también podemos trabajar en la rehabilitación energética de las viviendas y edificios públicos para lograr la tan necesaria neutralidad de carbono en el año 2030.
La ciudad también debe liderar proyectos de innovación que, como el proyecto Amunt! favorezcan la inclusión socio-laboral de aquellas personas y colectivos más vulnerables. Por ello, colaboramos con otras instituciones para diseñar y evaluar modelos de intervención pública más integrales e integrados de la mano de las mismas personas usuarias. También queremos abordar las dificultades o vulnerabilidades que experimentan los colectivos con movilidad reducida. El Ayuntamiento debe trabajar y mejorar sus servicios de transporte especial, lo que probablemente implica un mayor presupuesto, un aumento de la flota de vehículos, una integración de la red de transportes supramunicipal y una mayor corresponsabilidad de la ciudadanía usuaria.
Este número 30 de la revista Barcelona Societat abre la puerta a discutir un conjunto de temas y cuestiones que configuran hoy y determinarán en el futuro inmediato la calidad y las condiciones de vida de la gente de nuestra ciudad. Vivienda; exclusión material, relacional y cultural; salud; medio ambiente; inclusión socio-laboral, etc., son solo algunas de las dimensiones de trabajo en las que el Área de Derechos Sociales, Cultura, Educación y Ciclos de Vida del Ayuntamiento de Barcelona tiene mucho que aportar, y estamos convencidos y convencidas de que este último número de la revista ayudará en ello.
Sonia Fuertes
Comisionada de Acción Social